jueves, 25 de agosto de 2011

The Blind Blues Man – Johnny Blues



Hay algún nuevo extravagante? Vale la pena haber regresado a Valparaíso?
Pablo Neruda – Confieso que he vivido.

Unas notas de blues desgarrado llaman mi atención mientras camino por Valparaíso.

El Blues… Aquel género que por mucho tiempo tuve de banda de sonido de mis días y al que me aficioné escuchando viejos discos, viejas grabaciones y del cual seguí buscando en sus nuevos exponentes esa nostalgia desgarrada, esa agresividad sensual, esa pasión destilada nota a nota.

Tenía que detenerme. Parar y buscar de dónde provenía ese tema blusero tocado con pasión, esa armónica diatónica cuyo sonido parecía pasar entre la gente para señalarme con su dedo y tomarme del cuello y guiarme a la fuente, al músico que tocaba.

Así fue que llegué hasta Johnny Blues. En la subida Ecuador, entre la venta de pescado y fruta, entre los colectiveros, las tiendas, los transeúntes, los gritos y el ajetreo del centro. Sentado casi en el suelo, armado con una guitarra acústica, una armónica y un pequeño amplificador, solo contra el mundo estaba el Johnny tocando sus blues.


Johnny es ciego de nacimiento y no es de Valparaíso, sino de Santiago. Tiene en su piel la calle pues ha sido su principal escenario. Una vez leí de él en un artículo sobre el Blues en Santiago. Se decía algo tan mágico como que era una suerte encontrárselo, pues tocaba en diferentes esquinas de la metrópolis siempre sorprendiendo a quien lo veía y escuchaba.

No es la primera vez que me topo con este personaje, con este “nuevo extravagante” como decía Neruda. La primera vez fue en Horcón, mientras una banda de viejos hippies tocaban en su costanera, una voz pidió un espacio para tocar algunos temas y ahí apareció el Johnny con alguien que lo ayudó a sentarse. Tomó una guitarra vieja, y con un lápiz y un elástico improvisó un cejillo con el cual subió el tono de su desvencijado instrumento y se puso a tocar mientras a todos se nos abría la boca en un silencio de incredulidad que terminó en una ovación cerrada.

Siempre es así. La incredulidad y la sorpresa. Cómo alguien tan talentoso, tan virtuoso, tan honesto, puede estar tocando en la calle???. Lo cierto es que de tanto en tanto los escenarios y los medios se le han abierto mezquinamente, pero le ha sucedido, y ha aparecido en algunos programas de televisión. Solo que un poco por el morbo de tener un ciego callejero que toca Blues. Después, vuelta a la calle donde no le desacomoda estar.


Todo en Johnny es blues. Su opción por las esquinas callejeras (personal o no), su aparente discapacidad, su deambular de un lado a otro, su guitarra vieja y su equipo de sonido. Un auténtico BluesMan que perpetúa la consigna rolling stone del género: Piedra que rueda, no junta musgo. Donde cuelgo mi sombrero, tengo mi hogar. Su gracia, talento y virtuosismo y también su tragedia íntima diaria.

Para mí, un encuentro fortuito con Johnny no es menor. Muchos pueden tocar blues bastante bien, pero pocos pueden llegar a postular siquiera a ser considerados BluesMan, título que Johnny alcanza con facilidad. El Blues no está en lo perfecto de su ejecución, no está en la técnica depurada, no está en la entrada a tempo, ni en la salida adecuada. El Blues esta en el fallo, en el desparpajo, en la poca pulcritud, en el borde mismo, en el riesgo de tomar el camino de la improvisación. El Blues no está en la virtud, está en el vicio. No está en el día, está en la noche. Aunque su ejecutante lo interprete a la luz, la transformará en noche, en oscuridad.

Quizás por eso a Johnny Blues le salga tan bien. Porque lo toca a ciegas, lo destila a oscuras. No ve sus dedos en el diapasón de su guitarra. Solo lo siente, lo juega, lo dialoga, lo busca en cada nota para continuarlo en la siguiente; lo sabe, lo conoce, lo tiene, lo huele, lo oye. Lo traduce del sonido de la calle, lo escucha en el grito de la gente y en los bocinazos y lo interpreta suelto, lo deja fluir para atraparlo. Lo toca en la eterna noche de sus ojos ciegos.


Esta ciudad improvisada que vive colgando del abismo mismo, este arrabal sin reglas que se encarama con la cara sucia, este Valparaíso de leyenda donde lo mítico convive con lo cotidiano, donde los personajes están a la vuelta de la esquina y sin embargo permanecen invisibles para la vida normal. Esta anormalidad que habitamos, esta singularidad única es también un Blues desgarrado. Al Borde.

Johnny no necesita ver para tocar blues porque…

…he’s got the blues.

Leo Silva

viernes, 22 de julio de 2011

Una Ciclo-Vía Costera



Cuando un lugar comienza a potenciar su actividad turística y proyectar sus emprendimientos, muchas veces se consideran las grandes inversiones y se pone la atención en las problemáticas más importantes. En nuestro caso como ciudad patrimonial, las discusiones de cómo potenciar este patrimonio y de cómo atraer más capitales para las “grandes tareas”. 

Sin embargo, las oportunidades para fomentar la actividad turística son diversas. Algunas de no tan “alto vuelo” pero que sí enriquecen otras zonas y áreas hasta el momento dejadas un poco de lado. Favorecen otros conceptos, como el facilitar el flujo de personas desde un punto a otro, promover el uso de espacios públicos y la vida sana al aire libre.

En la zona tenemos una tremenda y hermosa línea costera que cubre una diversidad de paisajes y entornos urbanos, de fácil acceso, la que se puede cubrir en pocas horas desde Valparaíso hasta Reñaca, en Viña del Mar y, si se quiere y se es un poco más ambicioso, hasta Concón.

También mediante esta línea se pueden conectar otros lugares, facilitando así el flujo de turistas, desde diferentes puntos.

Valparaíso y toda la zona, incluyendo a Viña del Mar, son lugares vivibles y vivenciables. Contrario a lo que la paranoia local suele pensar, no son tan peligrosos. Son ciudades tranquilas de vida apacible y un tanto provinciana. Ideal para lo que buscan miles y miles de turistas y extranjeros en todo el mundo. Lugares que puedan manejar por sí solos y en los que puedan desarrollar cierto tipo de autonomía, un lugar amigable del todo para hacer un poco de vida; Trotar, caminar, andar en bicicleta, hacer deportes, disfrutar de la playa y dejar su vida cosmopolita detrás con su cotidiano de correrías diarias.


Favorecer esta forma de vida y estas actividades potencia el concepto de permanencia. Hasta ahora solemos pensar que nuestros turistas vienen por unas horas o un día y eso sucede porque no tienen información sobre cómo se vive acá y cuáles son nuestras ofertas para pensar en una estadía más amplia.

No todo se trata de buses y tours super producidos. Se trata también de accionar más posibilidades, de facilitar flujos y de sumar actividades.

La hermosa costanera poco a poco está siendo muy utilizada por ciclistas locales y extranjeros. Estos últimos tienen a la bicicleta como una alternativa de medio de transporte absolutamente validada. Holandeses, alemanes, franceses, norteamericanos suelen usarla más que sus propios automóviles a los que consideran un mal necesario que contamina mucho. Siempre me preguntan si se puede andar en bicicleta en la zona. Les queda claro que alcanzar los cerros en ellas es bastante más difícil, pero no saben cómo utilizar la línea costera.


Tenemos pocas ciclo-vías en la costa y las que existen están mal señalizadas y, en el caso de Valparaíso, muy abandonadas. Si se potenciaran y se promocionaran como una alternativa, tendríamos a muchísima más gente usándolas y disfrutando de la hermosa experiencia de recorrer desde los acantilados de Playa Ancha hasta Reñaca en Viña del Mar. La diversidad de paisajes (un gran punto a favor) es enorme. La posibilidad de hacer este recorrido siempre junto al mar es otro atractivo importante.

Quiere usted vivir esa experiencia y disfrutar de lo que se ve en un viaje en Bicicleta por la línea costera???

Véalo foto a foto con algunas pequeñas referencias de lo que se ve y el estado de la ruta…>>

Vivencie la ruta en diapositivas que pasan una a una…>>

Vea el mapa de la ruta con las fotografías en el lugar exacto donde fueron tomadas…>>
.- Amplíe el mapa utilizando la herramienta de la izquierda
.- Ponga el mapa en la versión de fotografía satelital a la derecha arriba
.- Cliquee en la primera foto arriba y en su cuadro ponga en Play o Reproducir.

Esta travesía le mostrará cuán hermosa puede ser esta experiencia. Se disfruta de hermosos paisajes costeros, paisajes urbanos patrimoniales en Valparaíso, paisajes urbanos modernos en Viña del Mar, lugares para incrementar el deporte con plazas públicas de ejercicios. Toda la travesía se puede hacer en distintas etapas como deporte o como una actividad turística y fotográfica.

Algunas cosas que saltan a la vista y se hace necesario mejorar o implementar son estas mismas vías para ciclistas de toda la línea costera.

Desde Torpederas hasta el sector del molo de abrigo existe una especie de vía ciclística de asfalto anexa a la calzada en muy buen estado, pero no se encuentra señalizada, así que resulta como una buena intención de ciclo-vía.

También en el camino se puede encontrar lugares sin ninguna mantención que representan un gran peligro a un ciclista que no conozca la ruta. Urge hacer reparaciones y mantenciones.


Muchas partes del recorrido se realizan compartiendo la calzada con los peatones, en algunos casos estas resultan angostas, se encuentran interrumpidas por paraderos, postes y señalización de tránsito.

Se encuentran varias plazas de ejercicios públicos pero la del sector de costanera de Valparaíso está descuidada, deteriorada y sin mantención. Una pena pues es un muy buen lugar para hacer deportes y ya cuenta con muchos adeptos que usan estas máquinas de ejercicios. Han quedado sometidas a la típica desidia porteña. Abandonar y después retirar.


Sería una buena inversión emplazar aun más plazas sociales de ejercicios y mantenerlas. El paseo costero Wheelwright sería un muy buen lugar, pues también se puede encontrar una vía ciclística en ese lugar sin embargo, ésta ya luce en estado de abandono.

Completamente al contrario de lo que se puede apreciar en Viña del Mar, donde las mismas están inteligentemente distribuidas y se encuentran en un muy buen estado de conservación y mantención. La comparación es inevitable. Si se quiere potenciar a Valparaíso como una ciudad turística, ésta debe estar a la altura de la ciudad vecina para que no luzca desmejorada.


De la misma forma, en Viña del Mar hay más presencia de ciclo-vías con buena señalización, aunque aún no se considera su continuación hasta Reñaca y solo aparece sugerida en la calzada que se comparte con los transeúntes y deportistas.

Sería realmente una muy buena inversión potenciar estas posibilidades; Ciclo-vías, plazas de ejercicios, señalética, abundante información en Internet, cafeterías costeras en Valparaíso, etc.

Una alianza estratégica de tres municipios: Valparaíso, Viña del Mar y Concón. Una vía dedicada al flujo no contaminante que promueva la vida sana, la posibilidad de evaluar dejar el auto y comenzar a transportarse en bicicleta disfrutando de toda la línea de costa.

Es increíble hasta donde se puede llegar…

… en dos ruedas.

Leo Silva

martes, 7 de junio de 2011

Adiós Muchachos. El tango yeta


Fotografía tomada del Blog: Gardel en sus Monumentos

.- “…Nooooooo!!!!!! Ni lo nombre!!!!! Que no ve que es yeta!!!???? Trae mala suerte, yo no lo creía pero es verdad…”

La actitud de espanto de Manuel Fuentealba, cantante de tangos del Bar Cinzano, corrobora este mito tan temido por los tangueros de Valparaíso. Yo ya me había encontrado con esta reacción temerosa desde que comencé a visitar los bares tradicionales de la bohemia de Valparaíso. Los tangueros siempre dejan un espacio para que el público solicite algún tango que deseen escuchar. Así comienzan a sonar “Garufa”, “Mano a Mano”, etc. Pero si alguien desinformado solicita el tango “Adiós Muchachos” inmediatamente recibe por respuesta un gesto de susto y reprobación. Después el músico de rigor se acercará y le explicará el porqué de este mito.

Según se dice, la tradición de “yeta” de este tango en particular viene desde Argentina. Adiós Muchachos habría sido el último tango cantado por Carlos Gardel (ícono máximo del género) en Medellín, antes de abordar el fatídico vuelo en donde moriría. Desde entonces esta composición sería considerada portadora de “mala suerte”. Además, el tango recuerda al gran Gardel y para todos los tangueros del mundo, Gardel no ha muerto.

Desde que me enteré de este mito, me pareció tremendamente interesante que la cultura callejera, arrabalera y portuaria de Valparaíso se hermanara con la de Bs. Aires. El tango es argentino y bonaerense. Se crio de “pibe” en la gran urbe y se iba de “milonga” a los tugurios portuarios de “La Boca”. Desde ahí se embarcó de polizón en los veleros que harían la travesía del Cabo de Hornos para desembarcar finalmente en este puerto y sentirse como en casa. El ambiente enrarecido de los bares de la bohemia de Valparaíso le proporcionó el hábitat ideal y la cultura tanguera se arraigó por la ciudad compartiendo la escena noctámbula junto con el bolero, el vals peruano y la cueca chilenera. Al final, se hablaban en argot y en buenas cuentas, somos todos porteños.

Cuando visité Bs. Aires, muchos de los códigos culturales bonaerenses comenzaron a guiñarme el ojo y hacer profundo contacto con mi ADN identitario. Extrañamente me sentí como en casa y me encaminé callejeramente a encontrar los hitos o a dejar que ellos mismos me salieran al encuentro al doblar alguna esquina.

Recordé la historia del “Tango yeta” y apenas tuve la oportunidad, traté de comprobar si la tradición se conservaba en la cuna del género. El momento vino en un restaurante del Barrio La Boca. El cantante de Tangos estaba inspirado y la parrillada con vino Malbec, deliciosa. De pronto el artista comenzó a preguntar a los clientes del día de dónde venían. Unos japoneses no entendieron lo que se les preguntaba, unos gringos tampoco y llegó mi turno. Envalentonado por el Malbec, le solté con orgullo porteño; “… vengo de un puerto del pacífico que algunos dicen que se parece a La Boca, vengo de Chile, Valparaíso…”

La cara del cantante se iluminó. Valparaíso??? Mirá vos. Y me dijo:

.- En Valparaíso hay un bar donde se canta Tango, El Cinzano se llama. Lo conocés? “Cho” quiero cantarme un tango ahí.

.- Por supuesto que lo conozco, es uno de mis bares favoritos, le dije, tremendamente orgulloso.

Acto seguido el cantante me dedicó el tango de los bohemios “Garufa

Me sorprendió este corto diálogo. Yo estaba en la cuna misma del tango, a dos cuadras de “Caminito” y justo en ese lugar me vienen a hablar del “Cinzano” y no sería la única vez que Valparaíso me saldría a dar la mano en Bs. Aires. Estaba en el lugar indicado y me dispuse a averiguar sobre el mito.

.- Che, Marcelo (así se llamaba el cantante) Qué hay del mito del tango “Adiós Muchachos” que traería mala suerte a quien lo cante y no se le puede solicitar a los cantantes de tango. Es igual acá???

Me desilusionó su respuesta. No tenía idea del mito.

Tiempo después me encontré con la película “Assassination Tango” de Robert Duvall, una especie de doble plano de guión argumental con visos documentales. El protagonista, en busca de quien tiene que asesinar (ficción), se adentra en el mundo tanguero tradicional de bajo fondo (documental). Allí recibe aleccionamiento de danza y código y… Se le comenta la mala fama del tango “Adiós Muchachos”, de la mala suerte que traería a quien lo cantara o bailara.

Al fin apareció la mitología buscada. Con seguridad se había quedado enredada en la más antigua y profunda tradición siendo olvidada por los nuevos exponentes. Sin embargo, en Valparaíso, la tradición se mantiene absolutamente viva, convirtiéndose los músicos y exponentes del puerto en un sustrato de cultura tanguera.


Estoy al fondo del Bar Restaurant Cinzano de Valparaíso. Allí en un pequeño espacio antes de los baños los músicos del Bar: Peter, Myriam, Pollito, el español y Manuel Fuentealba se reúnen mientras esperan su turno para salir al escenario. En ese íntimo espacio suelo ser recibido para beber una copa de vino y compartir un ratito de conversación. Aprovechando la intimidad es cuando le pregunto a Don Manuel Fuentealba; Don Manuel. Y el tango Adiós Muchachos????

.- “… si yo no lo creía de verdad, pero por ahí por los años cuarenta veníamos de unas presentaciones con unos músicos argentinos y otros chilenos desde Quillota en un auto cuando algunos comenzaron a cantar la canción. Los argentinos se incomodaron.

.- Pará loco que ese tango es yeta. Mejor cortála.

Lo chilenos se rieron y siguieron cuando de pronto se largó a llover torrencialmente, el auto se ahogó y nos demoramos como 4 horas en llegar a nuestra próxima presentación.

.- Mirá si te cantas de nuevo la cancioncita, decían los argentinos.

.- Si ese tango es yeta, yo se lo digo!!!!!

Me termino la copa y me despido afectuosamente de los músicos, en especial de Don Manuel.

Me voy a la calle tranquilo, con un cigarrillo en la boca.

Al final, yo no he pedido el tango famoso y don Manuel no tendrá que cantarlo esta noche.

Solo que en la salida y como un gesto reflejo, doy tres golpecitos en la puerta de madera del bar.

Uno nunca sabe.

Leo Silva

domingo, 15 de mayo de 2011

Patrimonio de Valparaíso. Un poco de sentido común


Fotografía tomada desde www.cerroconcepcion.org

Cuando leo las opiniones a mis artículos, siempre encuentro que los que las escriben están en un total acuerdo con respecto a los temas patrimoniales. Algunos me dicen que esperan que los artículos lleguen a las personas que manejan estos temas para que remuevan alguna conciencia (muchas gracias por eso, me siento muy halagado). Sin embargo, mis criterios, así como el de mis lectores, son guiados solamente por el sentido común. Ninguno de nosotros tiene estudios técnicos ni preparación alguna al respecto, pero todos coincidimos en lo mismo.

Por qué será que da la impresión de que quienes deberían hacer uso del sentido común con respecto a estas materias nos parece que no lo hacen??. Llevan bastante tiempo trabajando en el tema, han tomado seminarios dentro y fuera del país, han viajado al extranjero a países con sitios patrimoniales y han visto de primera fuente cómo se administran, cómo se cuidan, cómo se trabajan. Han organizado encuentros acá trayendo especialistas. Roce no les falta, información no les falta, fuentes dónde consultar no les faltan, modelos para replicar no les faltan… Entonces. De qué adolecen???

En estas últimas semanas nuevamente ha trascendido información sobre las intervenciones que se están llevando a cabo en la ciudad y en su área patrimonial, sin embargo, estas noticias siempre terminan por desilusionar y preocupar.

Puede que todos estos trabajos tengan sus papeles en norma y sus aprobaciones en regla, pero el hecho es que al ojo de los ciudadanos con sentido común, evidentemente se vulneran criterios simples de protección patrimonial.

En el Palacio Astoreca del Cerro Alegre, una hermosa casona con influencias victorianas, se realizan trabajos para convertirla en un flamante hotel boutique. Los trabajos dejan ver un mega cubo de concreto que se eleva por sobre los techos y que sobrepasa visualmente al palacio, convirtiéndolo en un simple frontis. Para construir esa estructura se destruyó por completo una casa posterior a la casona, dejando solamente su fachada en pie. A mi modo de ver, el patrimonio no se remite solamente a estas fachadas, sino que se trata de todo el conjunto, de toda una casa, de todo un lugar. Está muy bien pensar en emprendimientos que aporten a la actividad turística, pero estos proyectos no deben ser invasivos, no deben romper la línea, casi no deberían notarse.

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Los trabajos que se están llevando a cabo en la calle Almirante Montt pusieron en pie de alerta a los vecinos. Los viejos adoquines que llevan en el lugar más de ciento cincuenta años están siendo cambiados por unos nuevos falsos y cemento. Ya algo parecido se realizó en la calle Beethoven. Esos viejos adoquines conforman parte del paisaje urbanístico del sector, son parte del encanto del lugar y son patrimoniales. Cualquier trabajo que se haya planificado debió haberlos considerado, debió buscar una solución que integrara estos históricos adoquines.

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No se trata de casas viejas que se caen apolilladas, no se trata de adoquines viejos que muelen los amortiguadores de los autos, no se trata de botarlos y cambiarlos por unos nuevos, eso no es protección patrimonial ni restauración, eso es una renovación. El patrimonio no se renueva, se protege.

Recuerdo este mismo concepto cuando se renovó el paseo mirador Atkinson. El alcalde de la época aparecía orgulloso y feliz y todos celebraban; sin embargo lo que se había hecho era una aberración patrimonial pues el mirador tenía hermosas barandas de madera que le daban aquel aire tan característico y romántico, un espacio varado en otro tiempo. Las barandas se cambiaron por unas modernas de metal. En ese tiempo toda la discusión patrimonial estaba comenzando y se puede perdonar el poco conocimiento (aunque ya había muchas voces que alertaban sobre este fenómeno), pero ahora que ya hemos avanzado en estos temas, es prácticamente incomprensible la falta de cuidado con que estas obras se realizan.

El patrimonio tiene una belleza implícita y un valor histórico que va más allá de la peregrina idea de que lo que se haga se tiene que ver “lindo y choro”. La restauración no es renovación. Es un trabajo delicado que debe involucrar expertos en la materia. Merece un estudio profundo y una implementación cuidadosa y la búsqueda de soluciones que respeten la originalidad del lugar.

En Cerro Bellavista (que no corresponde al sector demarcado como área patrimonial), un área muy turística y de identidad y belleza muy porteña, también se están realizando trabajos que resultan invasivos. Se trabaja con maquinaria pesada sin ningún cuidado. Se arrasan callejuelas, se destruyen adoquines, etc. El sector es conocido por su Museo a Cielo Abierto, sin embargo, una de las obras de este museo ha sido completamente tapada. Posiblemente se haya cubierto el mural para su protección, pero la actitud agresiva de los que ahí trabajan ante vecinos y un periodista que hacía una nota, levanta sospechas sobre la legitimidad de las alturas del edificio y de su diseño arquitectónico.

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Ve el proyecto de edificación en Cerro Bellavista Aquí...>>

Ejemplos de estos trabajos hay en toda la ciudad. Muchos de ellos se llevan a cabo en lugares no patrimoniales, como en Cerro Placeres donde toda una bajada (Yolanda) de históricos adoquines fue modernizada sin tener en cuenta el daño patrimonial, aunque el área esté muy lejos del sector histórico UNESCO.

Pero, por qué nos interesan tanto esos detalles???, podrá decir algún lector que no comulgue con esta idea. Se trata solo de viejas piedras.

Pues bien, cuidar nuestro patrimonio en términos de marketing, hoy día, significa cuidar nuestro producto. Las calles empedradas, las subidas angostas, los palafitos aéreos, las casas vertiginosas, los balcones flotantes, las casas viejas e históricas, las calaminas coloridas y oxidadas, los restos de ferrocarriles, los maceteros colgantes, el tuerto que vende lechugas en la feria, los gatos pandilleros, los perros sonrientes… todo esto que a muchos les parece horrible, viejo, feo, poco atractivo y chocante, esto, justamente esto es lo que nos convierte en particulares, justamente este es nuestro producto, justamente por esto somos atractivos para cientos de turistas que nos visitan y nos promueven, justamente este es nuestro mayor “plus”. Los extranjeros no vienen a ver un lugar que ya hayan visto; escapan de lo común y corriente, de edificios acrílicos, de ciudades pretenciosamente modernas. No quieren más de eso que tan bien conocen, también muchos no quieren más la oferta usual de palmeras y resorts. Por esto es tan necesario cuidar nuestro patrimonio delicadamente y no meterle mano torpe con aires renovadores.

Un poco de sentido común a la hora de planificar estos proyectos es de lo que necesitamos, y un gran amor por lo que realmente somos y por los vestigios de lo que hemos sido.

No transformemos a Valparaíso en una maqueta, en una escenografía falsa de maquillajes pseudo modernos, “lindos y choros”.

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Leo Silva

jueves, 28 de abril de 2011

Vía elevada de Valparaíso (suspender, detener y abandonar o simplemente parchar)


Con este artículo abro una serie que irá apareciendo paulatinamente sobre Lugares de Valparaíso. Siempre será precedido por su título “Lugares”. Aunque la idea principal será mostrar y develar aquello que pueda resultar particular sobre un lugar, los artículos de esta serie pueden no estar exentos de alguna opinión o simplemente pueden dar pie a una reflexión que resulte del mismo.

Lugares: Vía elevada de Valparaíso (suspender, detener y abandonar o simplemente parchar)


Fue en los años 70’s cuando se diseñó una vía elevada que solucionara el ya problemático flujo de vehículos entre Valparaíso y Viña del Mar por Av. España. Un proyecto grandioso que se comenzó a ejecutar en tiempos del gobierno de Salvador Allende y que después, simplemente, se dejó olvidado por el gobierno siguiente, por razones obvias.

En lo personal, creo recordar que Chile estaba un poco obsesionado con el tema de las vías elevadas, signo de desarrollo y modernidad, conceptos tan perseguidos por el país hasta el día de hoy.

Este proyecto del cual casi no existe información en Internet era singular. La idea era conectar desde puente Capuchinos en Caleta Abarca una carretera de alta velocidad que fuera sobre la línea de mar, pasando sobre el balneario Recreo, justo sobre su piscina (hoy día en “ruinas arqueológicas”), correría hasta Portales, siguiendo por la costa sobre el sector ferroviario y su tornamesa, para conectarse con nudo Barón.

Los trabajos comenzaron en distintas etapas como en el sector de Portales frente a la Universidad Santa María, donde se levantó un imponente tramo completamente antisísmico que literalmente se ha reído de los grandes últimos terremotos. Enormes pilares para apoyar la continuación de éste hacía Barón, cajas de concreto una enorme obra civil…


… todo esto quedó detenido, suspendido y finalmente abandonado. En los años 80’s, se realizaron los primeros arreglos para transformar esa “mega estructura” de Portales en un paseo público y algunos de sus pilares en miradores. Un nuevo abandono de todo el lugar lo convirtieron en nueva ruina hasta los últimos trabajos que han aprovechado todo el borde costero en lo que hoy conocemos como paseo Wheelwright.


También en los 80’s todo el proyecto fue reemplazado por la ampliación que hoy día conocemos como vía entre Viña del Mar y Valparaíso. La misma Av. España se amplió a cuatro pistas y otra gran obra civil tomó la idea de conectar Caleta Abarca (puente Capuchinos) con una vía costera que se une a la misma a la altura de Recreo. Bastante menos pretenciosa y arriesgada que la original.

Las evidencias de esta primera abortada versión original se podían observar en distintos lugares. En la estructura de Nudo Barón había un espacio evidente para la conexión con la vía que vendría desde Viña del Mar. Con el tiempo se han “maquillado” estas evidencias haciéndolas casi imperceptibles y ya nadie siquiera recuerda al famoso proyecto de vía elevada y nadie se pregunta el porqué de este “mega” paseo mirador de Caleta Portales.



Me resulta interesante todo este proceso de “detener, suspender, abandonar” tan propio de nuestra cultura y sobre todo de nuestra ciudad. Sirve para dibujar un poco nuestro carácter, la forma en que se suele actuar cuando una administración hereda obras de la anterior. Por considerarla emblemática, no se la continúa o se la abandona o se la deja morir. Ejemplos hay muchos. La carabela Santiaguillo que se pudre ante la vista e incredulidad de los visitantes mientras mendigos aparecen en su cubierta como esperpentos piratescos. 

Una Plaza Sotomayor en su momento habilitada como espacio abierto, sin autos estacionados y con bellas luminarias a ras de suelo que de noche le daban una hermosa iluminación muy europea y delimitaban sus espacios peatonales y de flujo automovilístico. Hoy día las luminarias han desaparecido por completo, nunca nadie las reparó ni las cambió; la plaza luce oscura de noche y sus límites peatonales se han demarcado con “patrimoniales” líneas amarillas que también se han desteñido.

Un museo “In Situ” en el mismo sector donde se podía apreciar parte de los vestigios arqueológicos enterrados en Valparaíso, la proa de la primera Esmeralda capturada a lo pirata por el mismísimo Thomas Cochrane y que naufragara en el lugar durante un temporal y que evidencia la línea de mar original y el lugar del primitivo muelle. Nunca se supo utilizar bien el emplazamiento y finalizó por tener una errática venta de artesanías en su interior. El suelo de vidrio que permitía ver el lugar a tus pies mientras caminabas (y que convertía el interior en un horno insoportable) se rayó y terminó por quebrarse y nunca nadie lo reparó. El lugar permanece cerrado y suspendido…

Un Museo a Cielo Abierto que en su mayoría permanece abandonado a su suerte, las placas de sus cuadros han desaparecido, los mismos cuadros lucen deteriorados y la señalética de cómo encontrarlos luce borrosa, descuidada y fea.

Me detengo a pensar en esta cultura del “parche”. Una ciudad patrimonial necesita darle una vuelta a la tuerca a este concepto tan arraigado y erradicarlo por completo. Continuar las obras y mantener las ya hechas por otros no importando si fueron emblemáticas para una administración pasada. La cultura del parche es horrible y termina por notarse. Afea más que embellece y una ciudad como Valparaíso requiere priorizar el concepto de obra urbana, priorizarlo incluso sobre otras materias, puesto que es una ciudad que está vendiendo cierto tipo de belleza y cultura.


Suspender, detener y abandonar, debería ser la respuesta ante la práctica de…

… suspender, detener y abandonar o simplemente parchar.

Leo Silva

domingo, 6 de marzo de 2011

Héroes de Guitarra de Palo. (Valparaíso’s new soundtrack)

De pronto en Valparaíso se comenzó a escuchar por las esquinas de la ciudad un sonido, un algo de trovadores y guitarras acústicas con líricas de profunda poesía. Un algo que en un comienzo pasó inadvertido para muchos porque el sonido no es para nada nuevo, recuerda en mucho a otros estilos similares ya escuchados: La nueva trova cubana, El canto nuevo de los 80’s, La nueva canción Chilena de los 70’s. Aunque los referentes son inevitables, algo sonaba absolutamente fresco.



Así, una nueva generación de trovadores y músicos muy jóvenes están creando la banda de sonido de este Valparaíso que despierta de su letargo y este sound track le viene muy bien al puerto, absolutamente dentro del concepto bohemio de la ciudad, completamente arraigado a la cultura de bares, a los vasos medios llenos y a los ambientes saturados de humo de cigarrillo, conversación, guitarreo y poesía.

Trova, rock, sonidos latinoamericanos, una interesante fusión urbana que rescata el legado de otros músicos anteriores que se encaminaron por la misma senda. Aunque se tiende a definirlos como rock yo los encuentro más cercanos a la cultura de los cantores y a una fusión pop folk, de todas maneras poco importan las etiquetas para un grupo de músicos que crece y progresa.

No todos ellos son de Valparaíso. Algunos son de otras ciudades como San Antonio y Santiago, sin embargo el puerto les ha dado un hábitat que los retroalimenta de poesía y bohemia y ellos crean sus obras honestas y hermosas plagadas de sueños, amor y conciencia social.



Así, esta nueva generación de músicos se ha tomado literalmente los escenarios de los eventos de la ciudad, cautivando a un público que ya los sigue fielmente, conoce los efectos de sus actuaciones, canta sus canciones populares y espera las nuevas. También se establece una relación de cercanía con estos artistas tan alejados de la cultura farandulera chilena. Los puedes ver caminando por la ciudad, sencillos, afables, tomándose un cafecito en Plaza Aníbal Pinto, sin poses de divos, o reunidos rumbo a sus presentaciones, se percibe gran camaradería entre ellos.

Pascuala Ilabaca (gran compositora, músico y cantante), Nano Stern (hermosas líricas, gran guitarrista y violinista), Chinoy (un poeta urbano, mezcla de Bob Dylan y Silvio Rodríguez), Kaskivano (pura pasión, rebeldía, fuerza), Camila Moreno (el poder telúrico de la mujer chilena. Ella sola tiene el peso de Led Zeppelin. Es como si Björk se hubiese puesto a hacer canciones con tempo mapuche), Gepe (la melancolía urbana de Morrissey a lo Víctor Jara) y otros más que siguen aumentando esta movida porteña cantando como solistas o en bandas le están renovando a Valparaíso ese carácter bohemio, poético y rebelde.

Es un movimiento creciente que fluye hacia una búsqueda identitaria, que se revela y se rebela, que levanta la voz y seduce con hermosa lírica, con propuesta y búsqueda musical y le reclama consecuencia a las generaciones anteriores.



Es de verdad un placer disfrutar de esta generación de artistas apasionados que no temen transgredir el discurso televisivo que aturde el sentido estético de la ciudadanía, que levantan su voz, que rompen el molde y se salen valientemente del libreto.

Ahí van estos músicos que desde Valparaíso comienzan a sumar nuevos temas a nuestro cancionero guitarrero.

Ahí van estos héroes armados de guitarras de palo.







Leo Silva