sábado, 24 de agosto de 2013

VALPARAÍSO REACTIVO Y NO PROACTIVO



Y finalmente sucedió.

La gobernación provincial ha rechazado la autorización para la versión 2013 del Carnaval de los Mil Tambores.

Entre los motivos para no autorizar al carnaval a usar las calles de la ciudad están: Falta de guardias de seguridad, medidas de control y la nula existencia de servicios higiénicos, medidas necesarias para un evento que espera congregar a más de 40 mil personas.

Vea la noticia aquí ... >>

Muchas veces me he referido a estas festividades que se realizan en la ciudad. Estoy al tanto de que una de las mayores críticas que se le hacen, no solo a este carnaval en particular sino que a varias otras, tienen que ver con los ánimos encendidos y los desmanes que se la gente provoca al final de estas festividades.

Siempre pregunto lo siguiente: Son realmente las actividades las que provocan esto??? O es la gente y su poco ánimo civil las culpables de los desmanes???

Una de las mejores cosas que le puede pasar a una ciudad, en especial cuando es turística y patrimonial, es tener gestores culturales que hagan, que organicen, que creen movimiento, inventen fiestas, saquen actores a la calle. Lo peor que le puede suceder a un lugar es no tener ninguna participación creativa por parte de sus habitantes. Eso, mis amigos, es una ciudad muerta que no vale la pena visitar.

Valparaíso como ciudad turística necesita actividades y eventos. Estas festividades hacen que la ciudad se mueva, que los turistas deseen quedarse por más tiempo, que alarguen su estancia o que prefieran la ciudad justo en aquellos días de celebración.

Muchas de estas actividades son incipientes, pero han crecido durante el tiempo que se han desarrollado, algunas de ellas llevan más de 10 años celebrándose. MAS DE 10 AÑOS!!!!!!!


Me cuesta creer que la ciudad aun no aprenda a reaccionar ante estos eventos. Me cuesta creer que las autoridades no tengan ninguna visión y opten por cancelar estas fiestas en vez de apoyarlas.

Si las autoridades de la ciudad fuesen proactivas, deberían estar felices de tener gestores que les diseñen eventos. Con ellos hay que sentarse y hay que analizar las características de los mismos. Faltan baños públicos??? Es justamente la autoridad la que debe facilitarlos. Falta seguridad???, es justamente la autoridad la que debe brindarla. No pueden pasar 10 años sin haber aprendido nada.

La ciudad reactiva es la que inmediatamente niega con espanto y no ve la oportunidad que se está perdiendo. De manera presta no otorga los permisos. Bajo la excusa de los desórdenes quiere que todo el mundo se quede en la casa y no le mueva un pelo a la ciudad.

Ok. Sigamos la misma lógica????

Hagamos un ensayo y apliquemos esta regla a otras actividades para ver si califican.

Año nuevo en Valparaíso: Aunque la fiesta ocurre en el mar, el desbande es generalizado en esa noche. La plaza Sotomayor queda tapizada de botellas, papel picado y serpentinas. Orines en todos los lugares de la ciudad. Los miradores de los cerros quedan en un estado lamentable, las escalas de acceso se convierten en baños públicos, como también las puertas de las casas. Después de la fiesta son recurrentes los enfrentamientos en el sector de Plaza Aníbal Pinto. Eso sin considerar que la municipalidad de Valparaíso no se cansa de gritar a los cuatro vientos su mal estado financiero y sin embargo en 30 minutos de una noche se queman por lo bajo 250 millones de pesos.

En resumen esta fiesta tampoco califica. Destruye más que lo que hace un carnaval de mil tambores. Hay que prohibirla.

Fiestas patrias: Aunque la fiesta se celebra mayormente en Parque Alejo Barrios, nuevamente tenemos a la ciudad en estado de desbande. No solo el sector de Playa Ancha queda hecho un basural y convertido en un urinario. Toda la ciudad se ve afectada. Nuevamente tenemos desmanes, y Valparaíso queda convertido en tierra de desórdenes. Tampoco califica esta actividad. Hay que prohibirla.

No veo ningún ánimo de parte de las autoridades de mantener una proactividad, de generar las condiciones para que todas estas actividades se puedan realizar. No vender alcohol en locales no permitidos que no sean bares hasta altas horas de la noche por ejemplo. Generar campañas de educación y proyectarla a otros municipios invitando a la ciudad a visitarla y no a destruirla.

Este año ya no tendremos a la Invasión callejera que levantaba con gran esfuerzo el mimo TUGA, al no conseguir financiamiento, no recibió ni un apoyo por su gestión, una fiesta hermosa de Clowns de todas partes del mundo repartidos por la ciudad haciendo sus espectáculos y aportando al ambiente una exquisita atmósfera bohemia.

Tampoco tendremos el Carnaval de los Mil Tambores.

Esto me hace recordar una época en que en Valparaíso no había carnavales, no había Clowns en las calles, la ciudad se descascaraba y desmoronaba sola, nadie había para destruirla. Ni siquiera odiosos graffitis rayaban las paredes. Todo era perfecto y nada ocurría.

Esa época se llamaba dictadura y sé muy bien por qué…

…es un tiempo en el que no me gustaría volver a vivir.

Leo Silva

lunes, 12 de agosto de 2013

VALPARAÍSO YA NO ES PANCHO


Fotografía tomada desde el blog El espía Ignaciano

Fue el faro que anunciaba la llegada a Valparaíso. Una luminaria en su torre la cual los marinos del mundo reconocían inmediatamente.

Hemos llegado a Valparaíso!!!

Finalmente después de cruzar el Cabo de Hornos y navegar muchas millas hemos llegado a PANCHO. Podremos desembarcar y desatar nuestra alegría.

La Iglesia de San Francisco en Cerro Barón. La más antigua iglesia en pie en la ciudad. Terminada de construir en 1846, declarada monumento nacional en 1983, es por lo cual Valparaíso comenzó a ser conocido como Pancho. El apropiado apodo a los Franciscos en Latinoamérica. Un “mote” marinero. Símbolo de recalada segura y alegre. Una luz en el nublado puerto, siempre ahí.

El paso del tiempo la fue dejando atrás como una muestra patente de la desidia porteña. Vieja, sin mantención, destartalada. Su estructura de ladrillos solo habitada por palomas y centro cansino de los servicios religiosos del lugar. Un monasterio franciscano detenido en el tiempo.

Incendios, tres de ellos y terremotos. Casi no vale la pena hacer un recuento de sus tragedias. No es el punto. Sí lo es poner atención en lo que realmente nos está diciendo esta iglesia que todavía habla, que desde su agonía final por su último siniestro, destruida completamente, nos envía un mensaje.

A diez años del nombramiento de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fecha celebrada con eventos oficiales y fanfarria, aún no tenemos una política clara proactiva de protección patrimonial, tanto tangible como intangible. Nuestros referentes se destruyen y nuestros ritos se pierden.

Hemos levantado voces y escrito artículos de manera repetitiva – y que nos hacen correr el riesgo de convertirnos en monotemáticos– que anuncian y gritan sobre la necesidad de avanzar seriamente en la protección de nuestro patrimonio. No solo pintura de fachadas, no solo estudios de proyectos en los que se invierten y se pierden todos los recursos sino que un plan de verdad visionario, que nos proyecte y que nos proteja.

Cansados ya. Escribimos menos pues nuestros artículos y publicaciones no tienen eco, vamos dejando paulatinamente nuestros ánimos ciudadanos de compromiso y nos sumamos fatigados a la desidia.

Hartos de ver autoridades llorosas cuando un siniestro nos destruye un ascensor (recuerden Lecheros), edificios patrimoniales o quebradas enteras. Agotados de anunciar futuras catástrofes y de proponer planes o de denunciar planes propuestos y no escuchados por las autoridades.

Lea artículo Patrimonio Incinerado...>>

Lea Comentario de Edgard Guíñez M, en el periódico ciudadano Mi Valparaíso...>>

Lea carta al director de El Mercurio Blogs de Cristián Warnkern...>>

Tras dos intentos de restauración, la catástrofe de verdad era cuestión de tiempo. Mientras no existan planes ciertos de protección patrimonial, esto seguirá ocurriendo.

La fatalidad cae como una sombra sobre Valparaíso. Ya no nos quedan comentarios al respecto cuando una desgracia de esta naturaleza ocurre.

Sin embargo, el templo de San Francisco nos sigue hablando y llamando la atención. Esta vez ya no nos indica que se ha llegado a buen puerto como a los viejos marinos. Ahora nos manda otro mensaje. La iglesia porfiada no ha querido que se la toque y se la mejore.

En una ciudad donde los ojos están puestos en otros negocios; donde se promueve el cambio de fisonomía de los cerros que se comienzan a llenar de torres y edificios que ya habían tapado casi por completo a la torre de la Iglesia, donde ya nadie puede verla; en un lugar donde las autoridades están empecinadas en la construcción de un Mall y de estacionamientos subterráneos bajo las plazas emblemáticas de la ciudad, definitivamente las voluntades no están para el lado de la protección de nuestro patrimonio.

Un faro es una guía, un punto de orientación en la navegación. La Iglesia de San Francisco lo fue y hoy nos dice que definitivamente aquí, en Valparaíso, se ha perdido todo rumbo.

La Iglesia de San Francisco dice: Ya Valparaíso ha dejado de ser Pancho.

Leo Silva