martes, 29 de abril de 2014

ALIMAPU (TIERRA QUEMADA)



En Valparaíso, no se quemaron 5 o 7 cerros. En Valparaíso nos quemamos todos.

Al desnudo. Así ha quedado Valparaíso después del terrible incendio que ha ocurrido. No solo las laderas de los cerros siniestrados, peladas, calcinadas. En evidencia las terrazas tiznadas de lo que hoy parece un Machu Picchu porteño. No solo el desamparo de los habitantes de las alturas del anfiteatro. Cual águilas viviendo encumbrados y colgando de las laderas de los cerros. Por opción??? No, por necesidad. Porque hay que vivir dónde se pueda y cómo se pueda. Aun así a riesgo de que una flama lo queme todo. Todo tu esfuerzo, todo tu tesón, todo tu sudor reducido a cenizas en minutos.

No es solo eso, lo evidente lo que ha quedado al desnudo. No. Lo que ha quedado totalmente de manifiesto, expuesto dramáticamente, traído a colación urgentemente como una bofetada es…

…nuestra precariedad.

Pero no la obvia precariedad de quien vive colgando de los cerros o la supuesta precariedad de nuestros vecindarios, acrecentada por la complicada morfología geográfica porteña.

La precariedad que ha quedado completamente de manifiesto es aquella que tiene que ver con una organización mayor, aquella que le corresponde a las autoridades, la prevención ante futuras emergencias y los protocolos de reacción ante una de gran envergadura.

Falta de recursos es el común argumento que justifica este hecho. Sin embargo, es evidente que no ha habido un planteamiento serio de prioridades en materia de emergencias. Se han gastado grandes sumas en simulacros de terremotos y tsunamis, que han resultado especies de mega shows montados con actores y sirenas dignas de una mala película hollywoodense.

Qué posibilidad cierta existe de tener un tsunami destructor en Valparaíso???

Las estadísticas simples indican que de manera creciente, casi cada año tenemos un voraz incendio destructor. Tantos son que hemos perdido la capacidad de asombro ante nivel destructivo que estos tienen.

Enero 2008: Incendio en cerro La Cruz – 70 casas quemadas.

Febrero 2013: Incendio en Rodelillo - 200 casas quemadas.

Abril 2013: Incendio en El Vergel entre los cerros la Cruz y Mariposas – 35 casas quemadas.

Solo por citar algunos, y esto es sin contar que todas las temporadas estivales, el fuego amenaza los secos terrenos de la parte alta de los cerros de la ciudad. Nuestra población depende del solo azar de que los vientos mantengan el fuego arriba y no cambie para traerlo directo a nuestros vecindarios colgantes.

Por supuesto que una amenaza destructiva en Valparaíso no viene desde el mar. Viene desde los cerros y esta debería ser la primera prioridad al momento de promover planes de contingencia de emergencias en la ciudad. Sin embargo, los tan comentados recursos bailan al son de las necesidades políticas y se desvían de aquí para allá, sin ningún tipo de sensibilidad social.

Vea el artículo de Ciper Chile con respecto a la negligencia que terminó en nuestro infierno…>>

Vea el lúcido análisis de Luís Álvarez, Director de geografía de la Pontifica Universidad Católica y damnificado del incendio…>>

Por qué no se han creado brigadas bomberiles vecinales, entrenadas por los mismos bomberos de Valparaíso, para reaccionar en primera instancia antes de que bomberos llegue???

Por qué no se ha organizado un plan de limpieza de quebradas que involucre a los mismos vecinos, supervisadas y motivadas por estas mismas brigadas vecinales???

Es tan caro propiciar esto??? Se necesitan muchos recursos para organizar algo así???

La reacción de la institución ha sido penosa. Ante una ciudadanía que se ha lanzado desde el primer momento a la ayuda espontánea, no hubo una sola idea clara de cómo organizar y canalizar esta ayuda. La población de Valparaíso se ha ayudado sola, por sí misma. Las organizaciones sociales, al estar en contacto con la población, se han levantado de manera alternativa y en muchos casos con grandes resultados. Así también lo han hecho varios grupos anónimos que con creatividad y contactos han conseguido y canalizado ayuda de manera efectiva y certera.


Mención aparte para las desafortunadas intervenciones de Jorge Castro, alcalde de Valparaíso; su mal manejo comunicacional y de gestión, la impresentable represión de carabineros de Chile a los voluntarios que subían a ayudar reclamando su derecho a hacerlo, en lo que se conoció como “la Marcha de las Palas” Hoy existe está sensación creciente en Valparaíso: Solo los habitantes podrán ayudar a poner de pie los barrios siniestrados. Aunque los planes oficiales de ayuda llegan, se instaura esta lectura de manera efervescente.

Como un Ave Fénix, la ciudad comienza a hacer relecturas de sí misma. Todas aquellas discusiones relacionadas con nuestros problemas patrimoniales, todas aquellas referentes a un Mall, a la ampliación del puerto, al informe que la UNESCO emitió, todas ellas, hoy nos parecen vanas, primer mundistas en un puerto del tercer mundo donde la verdadera discusión es nuestra precariedad y la gran fractura social de la ciudad.

En Valparaíso hoy nos hemos vuelto a ver las caras y a darnos la mano. Hemos tenido que levantar la mirada para llegar hasta la punta del cerro, donde nadie quiere mirar, para reencontrar la fuente del carácter de este puerto: sus habitantes. Hemos tenido que pasar por una tragedia de magnitudes siniestras para empaparnos de nuestra identidad, aquella que nos habla de esfuerzo, de valentía, de solidaridad, de una fortaleza y moral a prueba de todo. Hemos visto levantarse del fuego al “choro del puerto” y todos hemos descubierto a nuestro particular choro dentro de nosotros. Al fin, levantando la mirada a las cenizas…

… hemos encontrado la humanidad del patrimonio y la gran deuda que todos tenemos con ella.

Leo Silva