Vengo recién llegando
de la Exposición de Grabados de Aldo Bravo. Un hermoso acontecimiento. No mucha
gente por la lluvia de mayo, pero el clima preciso para la muestra.
No me gustan mucho las
inauguraciones. Por lo general no asisto a ninguna, solo en contadas ocasiones.
Me cuestan, no tengo claro por qué.
Aquel movimiento
social, tan necesario para el artista, me aleja de su obra. Tanta gente de
pronto que no se puede apreciar la muestra. Subí rápido al sector de
exposiciones para disfrutar de lo simple, observar y contemplar la obra del
maestro. Al poco tiempo llegó todo el mundo y cuando estaba por la tercera
obra, apareció el conocido de siempre. Interesante persona por cierto, había
que sumergirse en la charla de los proyectos.
Al fin queda poca gente
y puedo repasar la obra de grabados expuesta.
No hay caso. Aldo
Bravo tiene una composición y un manejo del contraste notables. Su técnica es
preciosa. Tiene croquis y ahí radica el inmenso detalle. Pocos segundos antes
crucé unas palabras con el maestro. Me comentaba que veía una escena emergente
muy potente en el grabado de Valparaíso. Veía mucha técnica pero falta de
contenido. Mucho meterle mano a la matriz, experimentar, pero poco ojo al
dibujo.
Cuando el maestro
habla de contenido, justamente se está refiriendo al croquis previo. Dibuja,
sí. Pero solamente dibuja???
Sin duda que no se
trata del dibujo solo como técnica, sino como la contemplación de un momento,
la detención de un lapso de tiempo ante el objeto. Su estudio, el goce en
descubrir su belleza y finalmente la poesía de la composición. Objeto, trazo,
línea, construcción, juego de formas, referentes, textura al fin, todo un
proceso.
Sus grabados están
llenos de sutilezas y se me ocurre que Aldo es un maestro de lo sutil. Si
reviso mentalmente lo que conozco de su obra pictórica, encuentro esa unión de
concepto en la sutileza que lo acerca a la poesía.
Sus referentes
aparecen inmediatamente. Es obvio que la obra de Picasso siempre influyó en su
sentido estético. Es hijo de esa época y no lo niega. Pero le da “una vuelta a
la tuerca” porque la obra del monstruo Picasso lo es todo menos sutil.
Curiosamente, otro Pablo se me viene a la mente cuando veo la obra de Aldo.
Existe algo indescifrable en la observación del objeto que me recuerda al telúrico
Neruda. Por eso la poesía, hay un ritmo y métrica en la obra gráfica de Aldo
Bravo.
Camino observando sus
cuadros. De lejos primero. De cerca después.
Lejos para observar el
conjunto, la armonía en la composición y el juego de contrastes. Su blanco y
negro y semitono en color no es duro.
Cerca para disfrutar
del trazo. Del corte en la madera o del ácido en la plancha. La
técnica es deliciosa.
Me sorprendo. Veo los
tirajes de los grabados. Hay un “Hombre con Chal” de corbata humita roja. Dice
1/10.
1/10????
Eso quiere decir que
es el primer original de 10 y está notable.
No es fácil exhibir un
“primer original”. Por lo general el resultado va tomando valor en la medida
que va pasando por prensa. La tinta y la matriz, por decirlo así, se estabilizan,
pero este 1 de 10 es genial. El color luce lleno, el contraste se favorece,
denota el conocimiento profundo de la técnica que al final se traduce en un
primer original bellísimo. Casi me gustaría ver los otros 9 para disfrutar del
resultado total del tiraje.
Los recuerdos me
embargan. Una vez comenté que mi primer acercamiento al arte había sido en las
visitas familiares a la casa de los Bravo. Yo era un niño muy pequeño, tan
pequeño que no alcanzaba ni para los juegos de los otros más grandes. Sin
embargo, eso me daba la posibilidad de observar. Todo para mí era arte en esa
casa. La sola arquitectura, la composición de los objetos, hasta un pez naranja
en una pecera redonda con piedras blancas al fondo. Tan limpio, tan preciso.
Incluso las formas lentas y submarinas de aquel pez parecían estar dentro de
concepto.
Para mí, ellos, la
familia, no eran personas. Eran ángeles. Laaaaarrrgoos y delgados, casi
transparentes y vaporosos. Y esos cuadros de figuras delgadas y largas.
Manteles impresos en serigrafía, imágenes de danzarinas, un piano que alguien
tocaba.
Me preguntaba. Cómo
puede él capturar lo inasible??? Cómo logra retratarlo proyectando esa
poesía???
El maestro lo dice;
“Hay que dibujar mucho, hay que hacer el croquis, hay que detenerse para
retratar ese lapsus de tiempo, para componer la belleza de ese minuto,
traducirla…”
Salgo de la sala en
calle Esmeralda y camino por un Valparaíso lluvioso. Un sentimiento de belleza
invade mi alma, el mismo sentimiento de cuando era niño.
El maestro Aldo Bravo
de nuevo exponiendo en Valparaíso y yo…
… reencontrándome con
mi blog con este texto íntimo.
Exposición, grabados
de Aldo Bravo – 09 al 31 de mayo. Instituto Norteamericano de Cultura -
Valparaíso
Leo Silva