martes, 28 de abril de 2009

A caminar


Bueno….

Al fin me he decidido a publicar mi propio blog!!

Después de andar husmeando en varios otros, dejando mi comentario por aquí y “cuchareando en plato ajeno” por allá, tomé el coraje necesario para hacer el mío propio y corresponder al compromiso de mantenerlo activo y publicar periódicamente. Digo coraje porque publicar un blog es, en cierta forma exponerse un poco. Abrir un poco el juego y mostrar algunas cartas. Sin embargo el ejercicio me parece interesante y el ansia de comenzar a obtener alguna retroalimentación, de leer algún comentario a un texto, de compartir y discutir una que otra opinión desde ya me genera mucha expectativa.

¿De qué hablaremos en este blog???

Un poco de las cosas que me van saliendo al paso y que considero dignas de comentar, de detenerse para verlas más en profundidad, de hacer el plano detalle y no quedarse en la visión general del paneo.

En mi actividad como guía de turismo local realizo muchas caminatas por la ciudad, pues uno de mis programas más solicitado es el de un día completo caminando y usando el transporte público. Es un circuito apasionante donde descubrir Valparaíso se transforma en toda una experiencia para mis pasajeros, y al mismo tiempo me va revelando la particular identidad de cada lugar de la ciudad.

Caminar por sus calles, en cierta forma, es una institución en Valparaíso. Es la forma en que los porteños nos movemos entre los laberintos de los cerros de la ciudad. En muchos casos los lugares no están habilitados para la llegada de autos, así que debemos dejarlos y adentrarnos por escaleras, callejones, subiditas, etc. De esta forma vamos descubriendo y redescubriendo la ciudad, solo que de tanto hacerlo los espacios tan cotidianos y que hacen parte de nuestra vida ya no nos causan sorpresa, no hay asombro en la mayoría de los porteños cuando lo cotidiano se ha convertido en rutina.

¿Qué vendrán a ver estos gringos acá???

Muchas veces me he encontrado con esta reflexión mientras camino con mis pasajeros por la ciudad y mientras el asombro inunda sus caras; los porteños, los comunes y cotidianos porteños, los que viven a diario inmersos en los laberintos, reflejan en sus rostros y su pregunta su sorpresa de que “los gringos” se alucinen con sus callecitas y su cotidiano rutinario.

Quizás por eso el turismo no alcance aún a llegar en su más profundo concepto al habitante común. Aún son naves llegando lejanas al puerto, buses cerrados con lentes de sol y cámara fotográfica, aún son el paraíso de otros, aún es un programa de televisión que no alcanzan sus manos.

En mis caminatas eternas con turistas he comenzado a invadir esos espacios cotidianos acercando el efecto turismo al habitante común. Mientras muevo a grupos de 15 a 25 pasajeros que se suben a los buses del transporte público y se sientan al lado de la gente que va a sus trabajos a la misma hora, pagando el pasaje de la micro y mejorando “la carrera” de un conductor o chofer de bus que viene vacío y con un mal recorrido, para ir subiendo a lugares donde ninguna empresa de turismo lleva a sus pasajeros, pasando la feria de la Av. Argentina, donde mis turistas aprovechan de comprar algunas frutas, voy y vamos entrometiéndonos en Valparaíso. Los habitantes ya han ido reaccionando, ya comienzan a barrer la calle y a pintar sus casas, ya se viene la talla de los feriantes que me conocen, ya se produce un feedback.

La ciudad me quiere sin duda alguna. Soy hijo de Valparaíso, me siento tremendamente identificado con la ciudad. Camino por donde otros no caminan, La gente me sonríe y me saluda cuando paso con mis turistas, no me asaltan donde se supone asaltan a todo el mundo (qué paranoia hay en la ciudad), me reciben con los brazos abiertos en todas partes cuando llego.

Entonces, quedamos comprometidos tú y yo. Tú me leerás y yo iré describiendo y comentando cosas curiosas, detalles, lugares, lo que se venga en la travesía.

A caminar por Valparaíso.

Leo Silva