martes, 25 de septiembre de 2012

Patrimonio Incinerado



Todos los edificios antiguos de Valparaíso que se encuentran de pie en el centro de la ciudad, todos aquellos hermosos - en su mayoría posteriores a 1906 -, todos esos patrimoniales, algunos incluso con protección como monumentos nacionales, todos - excepto uno o dos que pertenecen a la Armada de Chile -, los demás todos, no importando si son neoclásicos franceses, art deco, fusión pastiche, Bauhaus, todos!!!!

…están en peligro de incendiarse de un momento a otro y terminar incinerados. Son literalmente una bomba de tiempo.

Todos!!!

En todos ellos se pueden apreciar un enjambre de cables que, cual jungla, suben y cuelgan y se conectan a enchufes añosos que resisten dos o tres “triples de distribución” donde se multiplican las conexiones y, cual red, surgen más y más de estos cables que reparten la energía eléctrica de una manera precaria. Muchos de estos edificios tienen divididas sus dependencias en pequeñas oficinas de todo tipo: Contables, fotográficas, gráficas, fotocopias, pequeñas imprentas. Todas con computadores, máquinas de impresión, máquinas de copias, diferentes tipos de alumbrados, etc.


Uno no necesita ser un técnico especializado para darse cuenta de que toda esta red energética se nutre en muchos casos de la red original del inmueble. Una que nunca fue pensada para soportar más de unas lámparas de alumbrado y como mucho una plancha caliente. Aquellas redes eléctricas añosas, de un cable amarillo que va bordeando toda la construcción separados unos cuantos centímetros de la pared.

Así, no es extraño que todos los años tengamos un incendio de proporciones que deje como mucho una fachada la cual se apuntala en la espera infinita de algún proyecto patrimonial que la rescate. Esto si está en el sector patrimonial, porque sino, se bota y ahí una nueva torre nada patrimonial comenzará a depositar su sombra acrílica.


No, la verdad no me parece extraño. Que se quemen estos hermosos edificios que deberíamos cuidar como huesos de santos patronos. Que se incineren ante la cara perpleja del alcalde de turno. Que queden hechos brasas ante las palabras de la encargada del patrimonio de Valparaíso, que con seguridad dirá que el predio estaba siendo sometido a una restauración, cuando la verdad es que solo estaba siendo (si es que) maquillado con un poquito de pintura color pastel. De verdad que no me parece extraño. Me parece lógico, previsible, esperable, completamente predecible.

Lo que me parece increíble es que siendo está una ciudad patrimonial, todavía esta obviedad como la que acabo de describir anteriormente, no tenga un plan de contingencia organizado. Pero qué plan va a existir. Si ni siquiera hay un plan maestro del patrimonio de la humanidad. Algo que cualquier ciudad corre para diseñar apenas se le otorga la nominación (si es que no tiene previamente hecha la tarea), para cumplir y proteger aquello que le ha valido el HONOR que le otorga ser considerado PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD!!!!!!!

Ningún alcalde de cualquier color, de cualquier temperatura política ha realizado esa tarea. Creo que han pasado como tres y una sola persona sentada en el escritorio de la Protección Patrimonial. Viajes, experiencias, dinero de sueldo, etc Y… Nada!!! No hay plan ninguno!!!

Entonces... Es realmente extraño que el patrimonio, aparte de caerse a pedazos, se este quemando???

Hace unos días, uno de los edificios más hermosos de Valparaíso, el Teatro Imperio, una de las fachadas más imponentes y lo que le restaba dentro de su actividad original, ardió completamente. Un horror!!!!


Sin embargo, es tan sorprendente esto cuando vemos la voluntad política de protección a la cual se le tenía sometido???

Ninguna voluntad de protección. El añoso teatro albergaba a una feria “persartesanal” (seamos honestos aunque duela. Esa feria no era un centro de cultura artesanal, sino que una feria de variedades kitsch), tres galerías de tienditas que necesitaban energía eléctrica para alumbrar sus estantes. No está del todo claro si fue una falla eléctrica que provocó el siniestro. No importa. Lo importante aquí es que ese era el criterio de protección patrimonial para ese edificio, esa era la voluntad. Ninguna!!!. Meterle una feria de dudosa calidad dentro, cualquier cosa, hasta una feria de verduras podía funcionar ahí. De hecho ahora la feria se va para otro lado, podía funcionar en cualquier otro lugar, pero estaba ahí en el antiguo y hermoso edificio que ya se quemó.

El otro día leía a un especialista en patrimonio quien, en una interesante entrevista, comentaba que la técnica para proyectar una buena protección patrimonial era ampliar esta área, sumando inmuebles y zonas que se encuentran fuera del área originalmente nombrada como Patrimonio. Dice él que muchas veces le ha planteado esto a la encargada técnica de la protección patrimonial. Contrariamente, al parecer lo que se busca en Valparaíso es constreñir, apretar el área, acotarla aun más. Esto es como si tener un patrimonio se hubiese transformado en un “cacho”. En especial cuando la encargada técnica tiene una visión “Reñaquina” y modernista para Valparaíso.

Entonces. Es tan extraordinario así que se nos queme el patrimonio???

Como no involucrar a la empresa de energía local para que haga un diagnóstico de cada edificio antiguo y en actitud patrimonial (y de responsabilidad social corporativa), comenzar a regularizar cada una de estas instalaciones sin cobrar un peso???. Al final son clientes que ya han consumido y seguirán consumiendo su energía eléctrica.

No hay ninguna idea más al respecto??

No hay proactividad???

Cada uno en su negocio y que Valparaíso se queme por completo???


Otro secreto a voces comienza a circular en la ciudad y aunque no es nada probado, da cuenta de la sensación general y de otro gran problema que surge de la nula voluntad de protección patrimonial: Al no estar claro qué fue lo que sucedió esa noche, ha surgido la sospecha de que el edificio del Teatro Imperio se quemó a encargo, pues hay varias empresas constructoras sedientas por ese espacio.

Es decir, el negocio inmobiliario sale al baile al no estar acotada la protección patrimonial.

Es tan extraño todo esto??

Claro que no es extraño!!!

Lo único claro es que nuestro patrimonio al parecer está para la chacota. En manos de nadie, sin ningún proyecto, y nula visión...

... A punto de quemarse e incinerarse en cualquier momento.

Leo Silva

viernes, 18 de mayo de 2012

La paradoja de lo real y la escenografía.



Están ahí, casi en la misma esquina, casi frente a frente y son diametralmente opuestos. Dos locales que se encuentran en quizás, uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. La Plaza Aníbal Pinto, donde convergen varias calles en una de las típicas aberraciones urbanísticas de Valparaíso que por lo mismo se convierte en un punto de encuentro, en una encrucijada.

Varios cafés que sostienen el ambiente bohemio, algunos de ellos ya se han atrevido a poner las sillas en la calzada, aportándole al lugar un exquisito toque cosmopolita. Cafés de sugestivos e inspiradores nombres: Café de los Poetas, Café Avenida, El Subterráneo. La plaza misma, pequeña, de solo dos palmeras, se ha convertido en un sitio de encuentros artísticos. De hecho, suele lucir unas graderías para poder disfrutar ahí de los espectáculos musicales o de clowns. El lugar tiene cierta magia y da cuenta del quehacer intelectual de la ciudad.

Sin embargo, también se vive ahí uno de los típicos paradigmas patrimoniales a los que Valparaíso está sometido, simplemente por no tener una idea clara de lo que significa “patrimonio”. Esta contradicción que sucede en los cerros emblemáticos y turísticos, donde se han manoseado viejas estructuras con el fin de transformarlas en hoteles o emprendimientos, bodrios semi-modernos, ensaladas kitsch, hoy, esta contradicción ha llegado a las calles mismas en una esquina emblemática, agrediendo el sentido común mínimo y uno de nuestros referentes porteños.

Hace un tiempo atrás desapareció de ahí uno de los cafés representativos del sector, el café Riquet, local de reunión tradicional. Hoy se ha transformado el lugar en una Botica “patrimonial”. Una cadena de farmacias puso ahí una de sus sucursales y, para que no resultara tan violenta y jugar el juego políticamente correcto de la protección patrimonial, la disfrazó de botica antigua. Hermosas fotografías en sepia, una especie de pequeño museo, mucho mueble de madera con los nombres de antiguas yerbas, etc. Bastante bonito, una producción cuidada. Solo que para mí no pasa de una escenografía. De algo que no estaba ahí y que nunca fue. Podrán decirme que se hizo un esfuerzo y lo concedo, pero deben concederme también que no es patrimonial.

Sin embargo, enfrentada a este lugar, en el viejo edificio de la plaza que data de mucho antes de 1900, se encuentra la librería Ivens, un referente de las tiendas del lugar, comparable solo a su vecino bohemio del frente, el Bar Cinzano. La Ivens está ahí desde que tengo memoria, siempre es un agrado detenerse en sus vitrinas a disfrutar de las publicaciones. Dentro, no solo se venden libros, revistas y guías turísticas, también se puede encontrar abundante material del cómic local, revistas editadas a pulso, talentos en ciernes que tienen su lugar de salida al público en sus estantes.


La librería Ivens está viva y sostiene el quehacer que le aporta la atmósfera al lugar. En sus entrañas, casi catacumbas, hay un salón donde hacen sus veladas “Les Enfants Terribles”, un grupo de escritores e intelectuales que se reúnen ahí a develar sus charlas, sus fijaciones, sus escritos. Es un quehacer casi secreto. No porque sea una actividad peligrosa, pero en sigilo y manejando el bajo perfil se juntan tal cual su naturaleza discreta, en subterráneo. No son un grupo que busque la rimbombancia de los círculos establecidos y tampoco son un grupo de emergentes cualquiera. Son poetas y escritores destacados que publican, que charlan, que crean. Son los sostenedores, junto a otros grupos, que se dan cita en otros lugares de este Valparaíso Patrimonio Cultural del país.

Si usted pensó que la actividad intelectual, aquella romántica de escritores que conversan en tertulia, que se reúnen a beber café y a desarrollar su arte, es una cosa del pasado y que solo puede ver en películas que remiten a un París trasnochado, está equivocado. En Valparaíso está vivo, solo que sucede literalmente bajo sus pies, subterráneamente.

Esto es lo que llamamos patrimonio vivo. Un lugar donde las cosas suceden originalmente y desde hace mucho tiempo, una alquimia total entre lugar físico y actividad. Esto es lo que en Valparaíso deberíamos cuidar como una joya preciosa y exótica, pues aquellos que le aportan carácter a la ciudad son sus habitantes y las actividades que llevan a cabo. Sin ellos, esta ciudad sería una maqueta, una escenografía sin vida y sin historia. Hay que recordar que Valparaíso recibió su título de Patrimonio Cultural de la Humanidad el 2003, justamente por conservar ese legado histórico cultural, “el legado que recibimos del pasado, lo que vivimos en el presente y lo que trasmitimos a generaciones futuras” y no solamente por tener casas antiguas encaramadas en laberinto por los cerros.

Tristemente, esta librería de verdad patrimonial, deberá cerrar sus puertas. Un nuevo dueño de todo el inmueble ha elevado el precio del arriendo violentamente y se hace imposible sostener a la vieja Ivens en el mismo lugar. En el local, ha puesto sus ojos (y sus promesas de dinero) una de las tantas compañías de telefonía móvil, la que pondrá ahí una de sus coloradas y chillonas oficinas.

Entiendo la lógica del negocio. La idea de comprarse un edificio y querer sacarle el mayor partido monetario posible. Pero por favor!!!!

Alguien me puede decir qué demonios hará una horrible oficina de celulares en una esquina tradicionalmente literaria, de espectáculos, de cafés, de reunión poética???

Al no tener reglas claras sobre lo que significa nuestro patrimonio, al haber suspendido en el tiempo la discusión patrimonial, lo único que va quedando es apelar a la cuestionable conciencia de los que tienen dinero - y pueden hacer un negocio - y esperar a tener la suerte de que su conciencia les hable y les diga… Ahí no se puede porque es un punto delicado de la cultura porteña.

Puede suceder que algún día llegue otro poder monetario y compre a buen valor el edificio del frente y suba la renta desmesuradamente a sus locatarios y finalmente el Bar Cinzano tenga que cerrar sus puertas porque en ese lugar nacerá una nueva farmacia????

Telefonía celular y farmacias en cada esquina de la ciudad. La fórmula para mí es clara. La enfermedad de la histeria comunicacional inmediata y los que les venden sus medicinas. Estamos todos tan enfermos así???

Enfermo me siento yo cuando me agreden de esta forma, porque el cierre de los referentes es una agresión a nuestra alma.

Enfermo con ganas de gritar cuando las esquinas de mi identidad se van transformando en un bodrio comercial.

Enfermo hasta el grito cuando leo que hay personas que apoyan esta “modernidad y progreso” y que desde sus escritorios deberían atender su labor de protectores culturales patrimoniales.

La librería Ivens sí importa y mucho. Necesitamos más poetas charlando en Valparaíso, en sus reductos originales. Justamente son la medicina contra los males celulares actuales.

Son los avatares del mercado, me dijo un amigo, nada qué hacer…

… ok, entonces si la regla es esa, de verdad aquí no hay nada qué hacer y Valparaíso y su patrimonio vive entonces en riesgo, por estar a merced del mejor postor.

Así, no hay patrimonio que resista.

Leo Silva

domingo, 25 de marzo de 2012

De Ascensores y Malles (El peor de todos los males)


(Stencil anónimo, Valpo.)

Las últimas noticias sobre los ascensores de Valparaíso y el Mall - en el sector de Barón - no son para nada auspiciadoras.

Todo lo que se sabe de los ascensores hoy día y sobre su compra por parte del estado, el robo de cables sufrido por uno, la situación de las reparaciones de otros. Todo parece estar en un terminal stand by.

En el caso del Mall puerto Barón, solo se conoce del inminente inicio de obras de esta mega construcción para el primer semestre de este año, así anunciado por la empresa Mall Plaza. El hermetismo de la información es tal, que ni los concejales de la ciudad conocen a cabalidad el proyecto final.

Todo se ha vuelto hermético, oscuro. Todo camina agazapado bajo una cortina de humo. No hay información, no hay claridad por parte de los ciudadanos. Solo los que saben, también saben el por qué de la ausencia de información. Algo huele muy mal en todo esto, algo parece terriblemente sospechoso, es como si hubiese un plan maestro que se ha activado y del cual no tenemos idea.

La lucha local por reactivar los ascensores, las marchas exigiendo su reapertura, los encaramientos públicos a las autoridades, las manifestaciones ciudadanas en contra del Mall Puerto Barón, no han corrido mejor suerte. Las Movilizaciones sociales que ocurren hoy en todo el país poniendo en primer plano problemáticas mayores, han relegado a un mortal segundo o tercer plano nuestra lucha local que en comparación con las grandes demandas, las grandes necesidades, aparecen casi banales.


Hasta podríamos decir que estas grandes demandas sociales, justas por lo demás, que ocuparon las calles y los titulares de todo el año 2011 y que prometen con continuar este año, en materia de las problemáticas patrimoniales locales, les han venido bastante bien a las autoridades regionales, que antes de eso se veían completamente ahogadas ante un Valparaíso que encaraba y exigía, pues donde la mirada ha cambiado el foco, ahí donde se ha dejado de observar, justamente se ha suspendido el trabajo y se ha avanzado aprobando aquello que no queríamos que se aprobara.

Los trabajos en ascensor Barón lucen detenidos. Lo mismo sucede con los trabajos en ascensor San Agustín. Se anunciaron los trabajos para ascensor Van Buren, el menos emblemático de la ciudad y con pompa se anunció la compra de 10 de los 15 ascensores de la ciudad.


Sin embargo, ya no hay más noticias al respecto. El tiempo pasa y todo parece quedar en promesas e intenciones sin concluir.

Resulta realmente agotador tener que dedicar tiempo para explicar una y otra vez, artículo por artículo, prácticamente uno al año, para reseñar lo importante que es nuestra cultura y nuestra identidad y los hitos que las traducen. Y del porqué, reparar y poner en funcionamiento los ascensores de Valparaíso y respetar la vocación portuaria de la ciudad nos resulta tan importante.

Estos hitos no hacen más que traducirnos. En cada uno de nosotros, los porteños, profundamente en nuestro ADN, se encuentra un gen de los elevadores de la ciudad. Todo lo que somos, está directamente relacionado con cómo la ciudad es. Una simbiosis desentrañable. Esto es lo que se llama identidad.

Si nuestros hitos no se respetan, si nuestra natural vocación no se respeta, si se intenta cambiar a la ciudad y transformarla en algo que no es, en una especie de Miami Cancunesco, ensalada kitsch foránea de Mall brillante con tiendas de comida Fast food, lockers, palmeritas caribeñas, etc. Es el comienzo del fin de Valparaíso así como lo conocemos. Con eso se instaura un mal concepto de progreso, se tomará y se validará esa línea conductual para realizar otros proyectos de la misma índole y así la ciudad se llenará de hoteles que no respeten la arquitectura tradicional y que solo mantengan una fachada, edificios acrílicos de “arquitectura internacional”, torres en los cerros, modernización de calles que deben ser restauradas. Después de eso, todo puede suceder.

Quizás los chilotes de Castro pidan a gritos un Mall. Bien por ellos que ya se los construyen (o mal por ellos que les agrede terriblemente su hermosa ciudad). Pero nosotros no. No queremos un Mall en Valparaíso y sí queremos todos nuestros ascensores funcionando e iluminados ahora ya!!!!.


Como empresario turístico repetiré hasta el cansancio que nuestros turistas no vienen a ver un Mall. Vienen a ver nuestros ascensores, nuestra solución a la chilena, eso les encanta. No vienen a ver un país pretencioso e aspiracionista. Una ciudad tercer mundista que “muestra la hilacha” tremendamente cuando se siente orgullosa de tener un Mall. Cuando eso suceda no querrán venir más justamente porque vienen arrancando de eso que les sobra.

Entonces, cuando percibo la dimensión oculta en que todo esto se lleva, me nace la sospecha (a la cual tengo derecho) de que esto es justamente lo que se pretende. Abrir una ciudad al negocio inmobiliario, avanzar a todo aquello que se transforme en un business, depredar los cerros, cambiar los planes reguladores, dejar morirse hasta sacar todo aquello lo que a nuestros genios mercantiles les parece feo, horrible, desgastado, cochino, inmundo. Fuera con los ascensores, fuera con los trolebuses, boten las casas viejas, maten a los perros… para finalmente, “Sáquenme a esta gente atorrante y libertina que se cuelga de cualquier rincón”.


La realidad se viene encima; se comenzará a construir un Mall y los ascensores de la ciudad cuelgan de un hilo de donde pende su compra por el estado. Es curioso darse cuenta que esta compra no nos asegura para nada que el propio estado vaya realmente a repararlos y ponerlos en funcionamiento. Aún no sabemos nada de un plan integral de reactivación después de que la compra sea eventualmente efectuada algún día.

Entre tanta nebulosa, un comentario efectuado en susurros que escuché en el ascensor Concepción. Este y el Ascensor Artillería (los más turísticos de la ciudad) serían cerrados inminentemente entre junio y julio. No se renovarían las patentes por parte de la compañía que los posee y su personal ya ha sido avisado. Esa es la realidad, lo demás son solo noticias oficiales de televisión.

Esperarán las autoridades a que salgamos a la calle en plan de protesta con ganas de tomarnos la Av. Pedro Montt, de cerrar la entrada a Valparaíso para ser oídos finalmente???
Porque esa parece ser la manera instaurada hoy día para poner los temas en la agenda.

De qué manera les decimos lo evidentemente claro???

Los Porteños, no queremos un Mall!!!!!


Los Porteños, sí queremos todos los ascensores de la ciudad funcionando ya!!!!!!

Leo Silva