sábado, 27 de junio de 2009

El Bendito Maldito Mall


De entrada una revelación que puede que sorprenda a más de uno.

Yo, Leo Silva, porteño a ultranza, no estoy del todo en contra del Mall de Puerto Barón.

Si no se ha caído el cielo o si la sorpresa de esta afirmación no lo ha llevado a una condena rápida (en Valpo. es políticamente correcto estar en contra del Mall), podrá ver las razones del por qué de esta afirmación.

Siempre que se habla de este tema, los argumentos que se levantan en contra tienen relación con el movimiento comercial de Valparaíso y lo mal que le haría a su pequeño comercio contar con tan tremendo competidor. Un Mall lleno de tiendas y de ofertas, un gran centro comercial. Sin embargo, este argumento siempre me parece insuficiente, pues desconoce el real movimiento comercial que la ciudad posee hoy día.

A pasos de donde se encontraría el proyecto Puerto Barón, en el mismísimo nudo Barón, en un búnker color amarillo, se encuentra el supermercado Jumbo Easy, Almacenes París y tiendas La Polar. Esto significa que en un solo lugar tenemos dos tiendas por departamentos dirigidas a dos segmentos distintos, un supermercado y una mega ferretería. Justo al lado, en lo que antes era el lugar que ocupaba el mercado persa, se está construyendo un edificio que considera una loza con una galería comercial… otra más!!!!

Si un Mall o Shoping Center es un centro comercial que reúne varias tiendas de distinto tipo en un solo lugar… Por favor!!! Si no tenemos ya un Mall en ese sector, que alguien me diga qué es entonces.

Y no es el único lugar en donde se encuentran tiendas que ofrecen ofertas y donde puedes pagar con crédito. El área de Plaza Victoria tiene dos tiendas por departamentos, Ripley y Falabella, sin contar con una gran cantidad de supermercados y farmacias que hoy día brindan una oferta variada también. Entonces, que no se diga que el mall vendrá a desbancar al comercio local, pues desde hace mucho que existe mercado suficiente al que se debe culpar por este hecho. El Mall solo se viene a sumar a este fenómeno.

¿Y el comercio local? No lo veo saludable, pero lo veo activo. La calle Victoria y Pedro Montt, paulatinamente se han ido posicionando como un sector de tiendas de ropa juvenil. Una especie de fashion barato, al alcance de la mano y de cualquier bolsillo. Algunas veces puedes encontrar ahí bastantes prendas de moda y a buen precio, mientras en Viña del Mar, en calle Valparaíso, las tiendas tienen una o dos de esas prendas, bastante más caras, sobre el pretexto que son exclusivas.

Y existe el otro comercio, el de la picada, que solo los locales conocemos y en donde “dateados” adquirimos lo que en un Mall es muy difícil de encontrar: arrollado de huaso, longanizas de Chillán, embutidos varios, y también sombreros de calidad.

El proyecto de Puerto Barón me parece interesante, pues como proyecto de revitalización de un espacio público se me asemeja mucho a Puerto Madero en Bs. Aires. El mismo fenómeno de un sector del puerto obsoleto por poca profundidad, que quedó abandonado por mucho tiempo y se recuperó transformándolo en un gran paseo público y un sector de desarrollo turístico impresionante. Sólo una cosa tiene ese proyecto que se echa mucho de menos en su símil de Valparaíso. En Puerto Madero se ocuparon los mismos viejos edificios de bodegas y se recuperaron como hoteles y restaurantes. No se construyó ahí un mall cuadrado y de acrílico.


El celo de recuperación en Bs. Aires se puede apreciar en muchos lugares. En especial en el Rosedal, en donde se recuperó todo el parque y sus instalaciones siguiendo la misma línea que tenía anteriormente: maderas trabajadas, glorietas, todo. Aún más, se instalaron letreros de materialidad resistente al clima y a los transeúntes con información sobre esta recuperación. Cuando uno pasea por el sector, también se informa de todo el proceso, y una sensación de respeto por los argentinos y su cultura se instala en el alma.

En este punto es donde tengo mis mayores problemas con el proyecto de Puerto Barón, su arquitectura. A Valparaíso se le está intentando posicionar en el circuito turístico internacional como un destino de interés histórico. Su amalgama de vieja arquitectura y potente identidad es uno de sus más importantes atractivos. Entonces debemos cuidar y debemos ser celosos con este concepto. Justamente porque el futuro del atractivo turístico está en juego.

No hay que confundirse a este respecto. Valparaíso no es Viña del Mar!!!!

Viña del Mar cometió el error de destruir todo su patrimonio convirtiéndose en una ciudad X, un lugar que puedes ver en cualquier parte. Muy interesante para chilenos en busca de una versión de Miami, pero sin ningún atractivo para pasajeros extranjeros. Los europeos constantemente me comentan este hecho.

Ya en Valparaíso, un error enorme se cometió con el edificio de la compañía Gas Valpo, en donde hoy se encuentra el grandioso y horrible búnker amarillo de Jumbo Easy. Se dejó parte de la fachada del edifico original, pero con tan poco gusto que ni siquiera se tomaron la molestia de continuar la línea arquitectónica en el frontis, quedando un extraño y poco sutil adefesio sin armonía alguna.

Crece otro monstruo justamente al lado y ya se puede ver su gigantismo cuadrado, vidrioso, moderno, fuera de línea. Aun más terrible porque amenaza la vista de uno de los miradores más hermosos de la ciudad. el Mirador Diego Portales en Cerro Barón. No podemos detener el progreso, pero tenemos que exigirle a este progreso que haga lo posible por calzar dentro de la estética de la ciudad.

Material de investigación no falta. El barrio del Almendral es un compilado vivo de estilos arquitectónicos que pueden ser citados a la hora de construir algo.

Hay Bauhaus (ver foto)

Art Decco (Ver foto)


Influencias Neoclásicas (Ver foto)

¿Por qué no diseñar un Mall que rinda homenaje a esas líneas arquitectónicas. O un diseño Pastiche que cite y fusione varios de esos estilos?????

Mucha señalética e información. Letreros explicando de dónde se tomó el antecedente para el concepto de todo el edificio. Fotografías mostrando los edificios existentes del mismo estilo y los lugares dónde se encuentran en la ciudad. Eso daría mucho vuelo turístico y cultural a la ciudad. Los extranjeros valoran mucho la información, están interesados en todo lo que es cultura y sobre todo en protección patrimonial. Si alguien piensa que vienen a la playa, está muy equivocado. Si quieren palmeras y playas se van al Caribe.

Uno de los edificios de Valparaíso que despierta curiosidad y discusión al respecto es el de la Compañía Sudamericana de Vapores, ex Naviera Grace. A algunos les encanta, otros lo odian; sin embargo existe el consenso de que existió una intención y eso ya es bien evaluado.


Otra de las discusiones bizantinas es el tema del Falso Historicismo. A razón, existen personas que dicen que hacer lo que propongo sería una falsedad porque ese emplazamiento no existió antes en el lugar y por ese motivo no tendría un correlato histórico. El ejemplo citado sería el Hotel restaurante Brighton de cerro Concepción, que no es una casa vieja sin embargo fue diseñada siguiendo el parámetro victoriano del cerro. El lugar lo tomó de la mano y su estilo se asumió inmediatamente como parte del paisaje, pero originalmente no estaba ahí.

Esta línea de pensamiento, anti falso historicismo, dice que se deberían construir edificios de arquitectura de avanzada, que tomen elementos que rindan un homenaje a la materialidad y concepto de la ciudad.

Un ejemplo de esto a mi parecer es el edificio del Instituto de Educación Superior Duoc. (Ver Foto)


Hay un guiño a la calamina suelta y oxidada. Diferentes planos que sugieren la fragilidad porteña, en especial en el uso de las maderas arriba. Diversos quiebres de ritmo que evocan el típico efecto de los distintos planos que se aprecia en toda la ciudad. Un total que asemeja un gran barco varado.


Interesante solución. Solo un pequeño problema. En mi caso yo tengo estudios de Diseño Gráfico y por mi formación puedo “leer” el edificio. Pero para el común porteño o visitante con ojo no entrenado no pasa de un edificio moderno en un área donde hay rica arquitectura de comienzos de siglo XX, como el palacio Polanco. ¿Queremos una ciudad que sólo puedan apreciar arquitectos??


Sin duda alguna el tema es apasionante. Solo que mientras lo discutimos al calor de una copa de vino o un café, los proyectos se siguen parando, cuadrados y brillantes, aluminio y acrílico.

No estoy contra del Mall, sin embargo creo que tendré que soportar en ese lugar otro adefesio cuadrado, otro espejito Kitsch.

Leo Silva.

martes, 9 de junio de 2009

La Estética De La Ruina


¿Cuantos de nosotros vivimos en los tiempos de gloria de Valparaíso?

Me refiero a comienzos de siglo XX

Imposible la respuesta a la pregunta. Entonces mejorémosla.

¿Cuantos parientes muy viejos tenemos que vivieron en esa época???

Si alguien tiene a uno todavía consigo, de seguro que debería sentirse tremendamente orgulloso de tal longevidad.

¿Cual es el punto?

Que ninguno de nosotros vivió o vio ese Valparaíso opulento, hermoso de hierro forjado, del barrio del Almendral como el barrio más hermoso y caro de Valparaíso; de ingleses, alemanes, italianos, franceses, entre otros, caminando y forjando el comienzo del comercio, los cuerpos de bomberos y todo aquello que distingue al Viejo Valparaíso y su época clásica de oro o la que estamos acostumbrados a citar, o la que hemos aprendido o recogido de las fotos antiguas o de las crónicas pasadas.

Nosotros, todos nosotros crecimos y nos familiarizamos con un Valparaíso derruido, destruido, cayéndose a pedazos, oxidado, dejado de lado. La larga época en que Valparaíso durmió el letargo de ser un puerto olvidado del pacifico sur.

Recuerdo la década del 70 y la Av. Argentina con un hospital Enrique Deformes (donde hoy está el edificio del Congreso Nacional) terriblemente ruinoso, cayéndose a pedazos, con mendigos durmiendo en su entrada principal. Toda la zona era un antro de vagabundos y borrachos entre medio de viejos edificios, viejos galpones, viejos cites, etc. Al otro lado de la ciudad lo mismo, con un barrio puerto en la decadencia plena. El sector de Av. España con todo el área de la Casa de Máquinas de Ferrocarriles del Estado que quedó abandonada con trenes, vagones, máquinas de todo tipo, todo detenido, todo suspendido, todo muriéndose, todo descascarándose. El sector de Caleta Portales y un viejo proyecto de “vía elevada” que quedó olvidado y que hoy es el paseo Wheelwright.

Decadencia y sordidez. No se me olvida que crecí en ese Valparaíso que así y todo era terriblemente atractivo. No es el mismo Valparaíso de hoy que ya luce bastante más alegre, más vivo, pintado, los colores volvieron, la ciudad de una u otra forma vive de nuevo.

Valparaíso siempre fue de la misma manera. Ya los cronistas antiguos comentaban sobre la precariedad de la vida en los cerros y algunos decían que no entendían cómo se podía llamar a esto el “Valle del Paraíso”. El último momento definitivo, el último golpe de gracia fue sin duda alguna la apertura del Canal de Panamá. Ahí fue cuando Valparaíso sencillamente pasó a ser olvidado y nos detuvimos en el tiempo y la ruina se instaló de ciudadana de la ciudad.

Mucho de esa sordidez, de esa ruina se quedó para siempre en el sentido estético del habitante de la ciudad, algo de ese desgano, de ese reciclaje, solo utilizar un viejo tarro y ponerle unas plantas adentro, cortar unas botellas y ponerle unos pescaditos, recuperar unas cajas y unas cabezas de muñeca y el armatoste o encatrado ya está listo.

En gran parte, mucha de la esencia visual de Valparaíso se encuentra justamente en esta Estética de la Ruina. Es muy difícil decirle a alguien aquí, qué es bonito o hermoso y qué no. De todas maneras, el concepto de belleza es muy difícil de definir. Sin embargo, si la belleza es tan particular, mientras se encuentre dentro de un todo y sea parte de ese todo, se encuentre integrada y traduzca además el concepto total, podríamos decir que estamos dentro de un sentido estético o de una percepción estética. Eso, Valparaíso lo cumple a cabalidad.

En este todo amontonado se pueden ver cosas como: casas decoradas con cajas y basura, letreros hechos de fragmentos de catre con cosas colgando, balcones imposibles y decorados alegremente con plantas dentro de pedazos de tambores cortados, trozos de calefonts que sirven de maceteros, juguetes viejos dispuestos alegres y divertidos, paredes surrealistas que desafían el ojo pues se van inclinando, calaminas que continúan viejas arquitecturas, etc.

El sentido de solución de problemas típicamente chileno, llamado “A la Chilena” es un complemento directo de este sentido de la Estética de la Ruina. Se puede apreciar muy bien en los mecanismos de las puertas de los ascensores de Valparaíso. Puertas automáticas hechas con fierros que mueven palancas que activan la puerta. Todo controlado desde la cabina del operador. No importa si se ve mal, si luce imperfecto, si no es del todo bello. Sin embargo funciona a la perfección por años y años.

Quizás por este motivo es que los habitantes de la ciudad somos tan apasionados por las ferias de las pulgas y tiendas o feria de antigüedades. Tenemos una cierta fascinación por lo viejo, por conservar, por amarrar el tiempo y no querer que se escape, por reciclar, por buscar una utilidad extra, una nueva función, revitalizar o simplemente adornar. Viejas patentes de seguros se convierten en unos cuadros preciosos, mapas viejos (se agotan rápidamente) decoran paredes. Las personas y uno mismo buscando con ojo curioso y experto, olfateando el lugar hasta encontrar ese tesorito, ese detallito que se sumará a nuestro propio montón, hermoso o no, de estética ruinosa.

La precariedad y fragilidad de todo va construyendo este andamiaje endeble que es Valparaíso, da la sensación que sacarás un palito y todo se vendrá abajo irremediablemente. Por suerte, la ciudad no tiene su talón de Aquiles. Varios terremotos en su piel y ahí está, nuevamente construida, nuevamente parchada, otra vez apuntalada, ruina sobre ruina…

…su estética y su esencia.

Leo Silva.