domingo, 7 de noviembre de 2010

Ascensor a balanza de agua – Cliff Water Railway Lift

Como bien sabemos, los ascensores de Valparaíso comenzaron a funcionar con un sistema de balanza de aguas. Esto significa que el carro superior era cargado de agua en un depósito bajo el carro mismo y sobre las ruedas, y por el simple contrapeso comenzaba a bajar y a traer el carro inferior hacia arriba. Una vez abajo el carro soltaba el agua y esta se bombeaba hacia arriba para ser utilizada de nuevo. Simplemente fascinante!!!!

Siempre quise saber o ver cómo era que funcionaba ese sistema. Si ya el de ahora me parece rudimentario pero funcional, no podía dejar de imaginármelo en alguno de nuestros ascensores.

Hace poco, guiando a un grupo de británicos, una pareja de bastante edad se me acercó y me preguntó si alguno de los ascensores de la ciudad funcionaba a sistema de balanza de agua. Les expliqué que ya no, aunque varios de ellos originalmente lo hacían. Acto seguido, me sorprendí pues no había tocado ese punto en mi información y les pregunté como sabían de este sistema. Ellos me comentaron que provenían de la ciudad de Folkestone en Inglaterra, donde hay uno de estos ascensores, igualito a los nuestros, pero que aún funciona a balanza de aguas.

Estos adorables pasajeros al final del tour me pasaron un papelito con la información para que lo buscara por Internet y… Por supuesto que lo hice.

Por primera vez pude disfrutar de ver cómo opera el sistema y ver en que estado se encuentra este elevador. Es muy hermoso y me hace recordar al Ascensor Barón

Disfrute del video

El “Folkestone Leas Cliff Water Lift” fue inaugurado el año 1888 (el del Cerro Concepción fue inaugurado el año 1883). Ha sufrido algunas modificaciones, el año pasado fue cerrado y reabierto este año restaurado (no renovado). Cuando fue cerrado, los ciudadanos de Folkestone se organizaron en una protesta, ya que se le considera parte importante de la infraestructura turística. Es el más viejo de los ascensores a balanza de agua y de los que han sido modificados a eléctricos de Inglaterra.

Vea más información Aquí...>>

Pero cómo???

Esto quiere decir que hay otros más???

Si, los hay. Con sorpresa me encontré con un listado de este tipo de ascensores ingleses y no solo en Inglaterra, sino que también en Quebec, Alemania, Portugal y otros lugares más.

Sin embargo, los primos “British” de los ascensores de Valparaíso, son bastante similares a los de nuestro puerto.

El “Lynton-Lynmouth Cliff Railway”

El “Lynton-Lynmouth Cliff Railway” de la localidad Británica de Lynton opera con sistema de balanza de agua desde el año 1890.

Lo que me parece interesante es todo el respaldo en Internet que lo acompaña. Un hermoso sitio web con abundante información y el reconocimiento de este elevador como un transporte y actividad turística. Tiene un restaurante en su parte alta y baños públicos. En su sitio se puede acceder a una visita virtual con videos y galerías en tres dimensiones. También me ha llamado mucho la atención toda la explicación de cómo funciona el ascensor. Todo aquí esta considerado un detalle de información turística. Ha existido la visión de considerar la información como un atractivo y un enganche.

Vea el sitio web de este "Lift" Aquí...>>

Hastings Cliff Railways, The West Hill Lift and “Bournemouth”

El “Hastings Cliff Railway, The West Hill Lift” fue abierto al público en el año 1891 y su maquinaria originalmente operaba en base a gas. Desde el año 1971 funciona en base a energía eléctrica. Tiene un hermano ubicado en la localidad de “Bournemouth” y se encuentra operando desde el año 1908 con energía eléctrica.

Vea más información Aquí...>>

“Saltburn Cliff Lift”

“Saltburn Cliff Lift” El Más antiguo a balanza de agua en Inglaterra operando desde el año 1884 (Concepción 1883) se ubica en la localidad de Saltburn by the Sea.

Vea más información Aquí...>>

“Scarborough cliff lift”

“Scarborough cliff lift” data del año 1873 y funcionaba originalmente con sistema de balanza de agua utilizando agua de mar y desde 1947 funciona con energía eléctrica. El año 1997 fue modificado para que funcionara de manera automática. En esta ciudad existen y operan 4 ascensores más: “North Cliff Lift”, “Queens Parade Cliff Lift”, “South Cliff Lift”, “St Nicholas Cliff Lift”

Vea más información sobre Scarborough Cliff Lift Aquí...>>

Todos estos ascensores de Inglaterra son considerados importantes atractivos turísticos. Esto nos da una pista de cómo podríamos manejar y administrar nuestros propios ascensores de Valparaíso. Cada uno con un sitio web con abundante información sobre sus particularidades. Cada uno trabajado como un atractivo turístico en sí mismo, desarrollando actividades alrededor de sus estaciones como cafeterías y restaurantes. La idea es que el ascensor funcione como una empresa y haga uso de su creatividad para sumar pasajeros a su ya cautivo flujo. Esto ayuda a mantener el ascensor en su natural actividad original que es el transporte de los vecinos de su sector.

Es curioso que no exista un enlace entre estos “Cliff Lifts” y nuestros ascensores porteños. Creo que esto se ha producido por el simple hecho de que en Internet, cada uno aparece con su nombre en inglés o en español, no produciéndose un cruce de palabras claves en las búsquedas por la red. Quizás este cruce pueda ser beneficioso, quizás pueda provocar un futuro encuentro entre administraciones. Quizás se puedan lograr alianzas para la retroalimentación de información como soluciones mecánicas, de respuestos, desarrollo de operaciones de marketing, encuentros de operarios, hermandad de ascensores.

También este artículo derriba el mito de que los ascensores de Valparaíso son únicos en el mundo y esto es una buena noticia, puesto que ya no están tan solos. Hay otros en muchos lugares y no solo en Inglaterra y esto es favorable, pues hay donde cruzar información.

Vea una lista de ascensores en el mundo Aquí...>>

La administración de nuestros viejos ascensores merece una nueva mirada. Quien se haga cargo de esta, deberá buscar la forma de mantenerlos y de potenciarlos, y saber que hay otras experiencias exitosas en el mundo es un gran hallazgo. También las hay otras en fracaso y si nos llegara a resultar exitosa la nuestra, se podría ir en ayuda de los otros viejos hermanos de nuestros “Cliff Lift”.

Siempre hay una oportunidad, siempre hay dónde buscar y dónde acudir. Se trata de tener la voluntad y las ganas apasionadas de conseguirlo.

Baja y sube. El ritmo vital de la familia de ascensores en el mundo.

Leo Silva

lunes, 1 de noviembre de 2010

Valparaíso Joya Abandonada - Reportaje Canal 13

Cuando comencé a escribir sobre Valparaíso, mi primera intención fue develar parte de la identidad de la ciudad a través de los relatos de mis constantes recorridos por ella. Una Mirada, un punto de vista, la sensación de la piel escrita para dar cuenta de la interlínea, del subtexto de los laberintos porteños.

Sin embargo, este subtexto me comenzó a mostrar otro tópico. Algo de lo que se habla casi en secreto y una pregunta creciente.

Leo Silva, qué pasa con el Patrimonio????

Qué pasa con los proyectos????


Se hace difícil obviar el tema. Pero se corre el riesgo de dedicar líneas y líneas a este asunto. Yo no quiero terminar por escribir un mantra, un rosario de artículos sobre este punto. Sin embargo, el tema del Patrimonio de Valparaíso y su cuidado se hace tan preocupante, que debería convertirse en “el tema más importante de la agenda porteña”, pero ya a un nivel de mesa de hora de almuerzo, a nivel familiar. Todos deberíamos tomar posición sobre esto.

Para no gastar más teclas del computador por ahora, e ilustrar ampliamente sobre esto, les dejo aquí el reportaje de Canal Trece, exhibido hace unos fines de semanas atrás.

Siéntese, acomódese, ponga play y, si al final del reportaje usted se indigna, quiero que sepa que está en todo su derecho.


Varias líneas del reportaje son estremecedoras:

“… Visita inspectiva realizada en mayo del 2010, los representas del Banco Interamericano de Desarrollo constataron que un 53% de los diseños en la cartera vigente a esa fecha no dará lugar a resultados concretos. En buen chileno: muchos estudios y pocas obras…”

Con respecto a los ascensores: “…el alcalde de Valparaíso nos adelanta que la situación podría empeorar aun más en los próximos días. Pronto sería cerrado el ascensor Artillería y el Ascensor Concepción…” (sic)

Con respecto al Patrimonio de la Humanidad: “…Unesco, que el próximo año vendrá a evaluar el cumplimento de los compromisos del programa de recuperación patrimonial de Valparaíso, sin embargo puede no ser suficiente…” (sic), “…es bastante probable que la Unesco exige ciertas medidas o sino, simplemente ponen a Valparaíso en listado de bienes en peligro de desaparecer…” (sic)

En lo personal, por primera vez algo me está dando vergüenza cuando hago mis circuitos turísticos en la ciudad. Mis pasajeros vienen entusiasmados por ver los ascensores de Valparaíso y vivir la experiencia de un viaje en ellos. Ahora, debo explicarles que la mayoría de ellos están cerrados. Uno tras otro van apareciendo y sin ninguna actividad.

Mis pasajeros sacan cuentas claras.

.- Es decir, que en la ciudad de los ascensores, no hay ninguno funcionando???

.- Pero cómo puede ser esto?? No es una ciudad turística y patrimonial???

.- Qué debo decir yo al respecto?? Se hace difícil asumir la irresponsabilidad y la falta de gestión.

Incluso algunos de los turistas están comenzando a pedir los mails de las autoridades para quejarse.

Como siempre, el gringo Todd Temkin, incansable luchador por Valparaíso, tiene razón cuando dice en el reportaje que reparar los ascensores daría un impacto mundial y mejoraría la imagen país.

Pero, por qué se cierran algunos de ellos que tienen buen flujo de pasajeros y por lo tanto no tendrían problemas económicos, argumento siempre esgrimido para justificar sus cierres de puertas???

Pareciera ser que estamos ante una batalla de presiones. El rumor que recorre las calles de la ciudad sería que La Compañía de Ascensores Mecánicos de Valparaíso desea vender casi la totalidad de ascensores que administra a la Municipalidad de Valparaíso. Por esta venta, ha puesto un precio altísimo.

La municipalidad desea comprarlos, pero no puede adquirirlos al valor impuesto. (En realidad, no puede adquirir nada, no tiene dinero)

Como una manera de presión, la Compañía de Ascensores Mecánicos le cierra ascensores a la municipalidad (y a Valparaíso) paulatinamente.

Esta versión como bien dije, es el rumor a voces que comienza a circular en la ciudad.

Pero de presiones y zancadillas, no solo comerciales sino que políticas en la ciudad, hay una fiesta. El problema es que quien queda al medio de esto es, justamente, Valparaíso, su patrimonio y su gente.

Por favor, lea el siguiente artículo de Gonzalo Rojas aparecido en el Mercurio de Santiago, que lleva por título: Valparaíso, víctima de dos males. (Cliquee acá…>>)

Al leer este artículo queda claro que Valparaíso navega dificultosamente entre las aguas de los juegos políticos. Cómo de costumbre, no se piensa en la ciudad y menos en el país.

El Forum Universal de Las Culturas, es una actividad que ya se la querrían tener otras ciudades del mundo. Cuando se realizó en Barcelona, la ciudad invirtió millones para potenciarla. En Valparaíso ha quedado abandonada a la pobre gestión que realizan las entidades a cargo. La información a la ciudadanía ha sido paupérrima; aparte de las presentaciones realizadas en Plaza Sotomayor, nadie tiene idea de que hay exposiciones y charlas. El objetivo principal del Forum de las Culturas es crear conciencia sobre la importancia de los espacios públicos para el uso cultural del mismo, la cohesión social y la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Sin embargo, paradojalmente, no ha habido una promoción abierta a la ciudadanía.

Era una oportunidad única, no solo para Valparaíso, sino que también para Chile, puesto que como país que busca integrarse a la comunidad globalizada, el desarrollo de su cultura y su patrimonio fortalece su identidad y la integra a la aldea global con un sello propio y distintivo.

Al parecer hay una gran ignorancia de parte de nuestras autoridades con respecto a estos tópicos: Identidad, Cultura, Patrimonio, Gestión eficiente, Globalización. Chile insiste en querer aparecer como un país global celebrando Halloween, sin embargo en lo que realmente importa para pertenecer a esta globalidad, la mirada a la propia cultura mediante la protección de su patrimonio y promoción de su identidad, no hay una visión política clara al respecto. Es la única manera en que se entiende la desatención a lo propio. Ignorancia!!!

Ante todo esto y existiendo planes de desarrollo promocional en curso, los llamados a poner estos temas en la conversación diaria somos nosotros mismos, los porteños.

Debemos ir con nuestro entusiasmo más allá de cantar con emoción “La Joya del Pacífico”. Debemos nosotros exigir que los proyectos patrimoniales se lleven a cabo, que los dineros se ocupen bien, que se vea a Valparaíso como lo que realmente es: Una ciudad que ostenta el título que tienen hermosas ciudades reconocidas como las más bellas del mundo: Florencia, El Cairo, Venecia, El Cuzco, Quito, Praga. Que los ascensores de Valparaíso son un evento como ir a conocer la Torre de Pisa, la de Eiffel, el Cristo Redentor de Río de Janeiro, Machu Picchu. Debemos convencer a los demás porteños para que exijamos que se hagan gestiones eficientes, para que castiguemos mediante el voto cuando tengamos que escoger autoridades y por sobre todo…

…para que le digamos a Chile que Valparaíso no debe ser un proyecto solo de Valparaíso, sino que debe ser un proyecto país de todos los chilenos.

Leo Silva

lunes, 11 de octubre de 2010

Desmanes Carnavalescos (La educación que nos falta)

Mi madre ensoñadora mira a la distancia y pesca un recuerdo:

La fiesta de la primavera… Era tan hermosa. La gente jugaba a la challa en las plazas y todos les tiraban a todos. En especial, si te gustaba alguien, para demostrárselo te acercabas y le tirabas un poco de challa.

De pronto su mirada se nubla:

Después la gente comenzó a tirar bombas de agua y no solo de agua. Ya no era el papel picado y las bromas se ponían pesadas. De ahí comenzaron los desmanes y la destrucción de las plazas. Un día la Fiesta de la Primavera fue suspendida para siempre, al parecer la última fue por ahí por los años 60’s.

Tomo El Mercurio de Valparaíso del domingo y mi vista también se nubla con la noticia de los desmanes después del Carnaval de los Mil Tambores. Será que estas fiestas están condenadas a seguir el mismo destino??

Me demoro bastante tratando de comprender el porqué la gente no cuida de sus fiestas, no cuida de los espacios ganados con tanto esfuerzo, no valora estos eventos y, en vez de participar, solo piensa en emborracharse y en destruir.

Curioso este comportamiento humano. Da muestra de un vacío intelectual, emocional y hasta espiritual, y me detengo a pensar: qué nos habrá llevado a este estado de estupidez máximo que termina por destruir las buenas intenciones de los gestores culturales que se esfuerzan por levantar sus iniciativas, para que al final terminen siendo involucrados en actos completamente repudiables???

Distintos factores vienen a confluir en el desastre vivido en la última versión del Carnaval de los Mil Tambores. Pero una cosa sí tengo bastante clara. La organización de esta fiesta hizo todo lo posible por alejarse de este caos que se ha vuelto una constante en las últimas actividades de este tipo realizadas en la ciudad.

El factor “público masivo”

Sin duda alguna, cuando se planean estas actividades públicas se debe tener en cuenta de que se tendrá una gran cantidad de asistentes y que, dada la naturaleza de la fiesta, su entusiasmo podría desbordarse. Este público se convierte en masa y actuará y hará lo que la masa haga. Si la masa baila, bailará. Si la masa bebe, beberá y si la masa destruye, destruirá. Lo que haga uno, validará lo hecho para los otros.

No hay mayor sicología para analizar la masa. Puede ser cualquier persona que, en medio y formando parte de este grupo numeroso, pierda su identidad, se sienta liberado, potenciado y validado. Muy similar a lo que sería una estampida de animales salvajes. Así de duro y simple.

Por lo tanto, hay que tener un gran cuidado con el cómo se maneja este efecto masivo. Hay que pensar antes en cuáles son los estímulos que podrían desatar su reacción que, en lo general, podría ser irracional.

Lea el siguiente comentario dejado en Youtube en un video de los desmanes ocurridos después del último carnaval en la ciudad:

“…Wn, debiste grabar cuando los pacos llegaron a cumming pegandole a todo el mundo solo por estar carretiando alli, los disturbios empezaron por eso. Se supone que la wea era un carnaval, se entiende que la gente se ponga a chupar en la calle, eso no es motivo para reprimir con la brutalidad de la que hizo gala carabineros, y que solo consiguio dejar la crema en el centro. Pesimo prosedimietno policial, de no ser por carabineros, no habrian habido disturbios…” (sic)

Una de las formas con que se combate este efecto masa es la educación. Si se promueven individuos con un alto índice de identidad particular y conciencia propia, con un gran sentido de libertad propia y de respeto basado en la máxima de “mi libertad termina donde comienza la tuya”, estos propios individuos actuarán como catalizadores de lo que se debe y no se debe hacer. Entenderán la libertad no como el permiso para hacer lo que se les venga en gana, sino como un espacio en donde la ejercerá de manera responsable.

El factor “alcohol”

Al parecer, uno de los efectos que provoca la masa es la liberación de las inhibiciones, pues estando en medio uno queda cubierto, se hace parte y el anonimato lo cubre.

Si a este simple hecho se le suma otro desinhibidor como el alcohol, se estará potenciando este efecto, y en un grupo que da muestras de no saber manejarse en espacios de libertad podría resultar simplemente devastador.

Por este motivo, si se sabe que se contará con una gran afluencia de público a un lugar, se hace absolutamente necesario accionar las medidas para prevenir los sucesos lamentables.

Accionar y no reaccionar es la regla de oro. Si se acciona, se busca los medios para no seguir aportando los estímulos que hagan que la masa se vuelva incontrolable.

Prohibir la venta de alcohol antes y durante la actividad. Cerrar los puntos de venta, fiscalizar que esto se lleve a cabo de manera efectiva. Vigilar la venta de alcohol clandestina y neutralizarla.

Todos los que hemos estado en medio de estas fiestas públicas y masivas en Valparaíso, sabemos muy bien que se vende cerveza clandestinamente entre la gente. Las botillerías siguen abiertas y se encuentran llenas de gente comprando alcohol. No hay fiscalización si los que compran son mayores o menores de edad y para el caso, da lo mismo porque la masa no tiene edad.

El factor “policiaco”

Esto es delicado porque el accionar de Carabineros transita entre los puntos; disuadir por acto de presencia, reacción si se viola la ley y represión si se efectúan actos reñidos con el orden público.

Si la masa se comienza a descontrolar, Carabineros tendrá que intervenir. Es su trabajo. Así suele hacerlo. Si ve que hay gente bebiendo en la vía pública, lo que está prohibido, lo hará; si el grupo es numeroso, intervendrá con toda su fuerza de manera represiva.

El problema es que esto potencia el efecto. En vez de disuadir mediante la fuerza, provocará una explosión de la masa que al notarse en superioridad numérica y, contando con el anonimato que la masa proporciona, contra atacará y al no poder acertar en su objetivo, desahogará su frustración masiva con lo que tenga a su paso.

Es mejor accionar y no reaccionar. No se necesita ser un experto en inteligencia y logística del FBI para saber que en estas actividades callejeras, la masa se reúne en dos puntos de la ciudad: Bellavista con Blanco y Plaza Aníbal Pinto, en Cumming con Almirante Montt. Sería bueno reforzar con anterioridad efectivamente la presencia policiaca en esos puntos.

Actividades culturales y Valparaíso

Valparaíso necesita actividades que le aporten un “qué hacer” en la ciudad. No solo desde octubre en adelante, sino que todo el año. Toda ciudad que comienza a ser turística aprovecha este hecho para potenciar actividades, pues significan público que vendrá a la ciudad, que se hospedará en la ciudad, que comerá en la ciudad, que gastará en ella. Es un simple hecho de objetivo comercial. Valparaíso necesita dinero, entre otras cosas para cuidar su patrimonio. Si usted no lo sabe, es bueno que se entere, Valparaíso posee una municipalidad en constante estado de quiebra financiera. Por ese motivo le resulta tan difícil enfrentar tareas tales como cuidar de los ascensores. No importa el color político de su alcalde. Quien quiera que asuma ese cargo se enfrentará al simple hecho de que no tiene dinero para realizar las múltiples tareas que se le vendrán por delante.

Aún más. Se necesitan de estas actividades para potenciar el concepto de “Ciudad Cultural”

Si lo observa bien, se dará cuenta de que en la ciudad se han impuesto dos conceptos muy potentes: “Ciudad Patrimonio de la Humanidad” y “Ciudad Capital Cultural”. Para mí, esto es prácticamente un regalo. Cualquier ciudad del mundo se soñaría poseer ambos nombramientos.

Ambos son conceptos fuertes a nivel de marketing de ciudad. Pero no subsisten por sí solos. Hay que potenciarlos, mostrarlos, trabajarlos constantemente y aprovecharlos como plataforma para crear más y más eventos, durante todo el año y sobrepasar la estacionalidad alta y proyectarse a la baja temporada. Aquí no se hace un turismo playero. No es necesario el sol para venir a Valparaíso.

Entonces, contar con gestores culturales que crean actividades masivas en la ciudad y que las han llevado a cabo por mucho tiempo exitosamente, es prácticamente otro regalo.

Ya no hay festival de jazz en la ciudad. El que había tenía grandes problemas de producción, mala publicidad, una parrilla pobre y simplemente desapareció.

El festival de cine es casi críptico. Por su carácter de “Cine Patrimonial”, no resulta masivo y solo los entendidos asisten.

Cuando se realizan estas actividades, no veo pendones engalanando las avenidas de la ciudad, no veo un vuelo creativo publicitario agresivo y arriesgado. Cuando le comento a personas de Viña del Mar sobre “Valparaíso Cerro Abajo” o “Carnaval de Mil Tambores”, definitivamente no tienen idea de qué les hablo y me manifiestan su intención de que les encantaría venir. Si en Viña del Mar poca idea se tiene de lo que pasa en la ciudad vecina, en otros lugares como Santiago, San Pedro de Atacama, Patagonia, simplemente no se sabe nada y esos son justamente los lugares donde nuestro mercado está llegando.

Por ese motivo es tan importante tener gestores culturales. Hay que cuidarlos y trabajar con ellos para que sus eventos resulten. Hay que ir más allá de un estudio de factibilidad, hay que involucrarse.

Un gestor cultural crea un evento. Lo realiza y se preocupa de que todo resulte bien mientras este se desarrolla. Si muy posteriormente ocurren desmanes, no se le puede culpar por estos. Ahí esta fallando algo distinto.

A mi juicio, la última versión de Carnaval Mil Tambores fue completamente exitosa. Los organizadores decidieron moverlo del centro de la ciudad a los cerros justamente para alejarse de la posibilidad de que se produjeran desmanes durante su realización. Más aún, crearon un slogan manifestando esta intención. “Yo vivo Mil Tambores, yo cuido Valparaíso”. El evento partió a la hora y terminó aproximadamente a las once de la noche, sin presentar ningún problema durante su realización. El centro de la ciudad no se vio afectado en su flujo normal. La gente de los cerros sintió que se acercaba el carnaval a ellos. Un exitazo!!!!

Los desmanes se produjeron cuatro horas después de terminado este evento. Podemos realmente culparlos a ellos o responsabilizarlos por estos hechos????

Más aun, la organización decidió bajar parte de sus actividades para apoyar la intención de que los desmanes no continuaran. Lo que yo veo ahí es conciencia, intención y acción.

Por ese motivo, mi vista no termina de nublarse cuando leí las noticias de un diario local donde dice que los porteños piden que se termine con los eventos masivos. Las autoridades de la ciudad dicen que serán muy rigurosas al momento de dar una nueva autorización y que se corre el riesgo de que el próximo año no se autorice esta actividad.

Proponer terminar con estas actividades no me parece una solución al problema de fondo. Es solo esquivarlo de una manera simple. Es no comprometerse y no ser proactivo y es hacerse el trabajo fácil. Hay mucho por hacer en la ciudad y debemos avanzar tratando de solucionar los problemas y no simplemente huir de la situación.

En el caso del Carnaval Mil Tambores, esta versión fue la onceava. No es la primera vez que se hace y no se comprende que teniendo las experiencias anteriores más la de los Carnavales Culturales donde también han ocurrido incidentes, estos pareciera que sorprenden a las autoridades, como si fuese la primera vez que sucedieran.

No hay que asustarse, hay que inventar alternativas, como imprimir en blanco y negro y en papel barato información alusiva a proteger estas actividades públicas e invitando a no consumir alcohol en las calles recordando que por ley está prohibido y a qué penas se exponen los que lo hagan y a qué otras se exponen los que hagan desorden público y vandalismo. Esta información debería ser entregada por monitores que inviten a no beber y a cuidar la ciudad.

Tenemos, todos nosotros, un gran trabajo por delante para cuidar y proteger estas pocas actividades. Cuidar y proteger Valparaíso y quitarle el sino de “ciudad peligrosa”. Debemos ser proactivos y propositivos y sobre todo tratar de comprender los fenómenos y como estos se activan para vislumbrar soluciones efectivas. También debemos cuidar a nuestros gestores culturales. No los culpen de un vandalismo que sucedió horas después de terminado su evento, no los amenacen con cerrarles los espacios, aprecien su buena voluntad cuando hacen lo posible para promover una cultura participativa y no destructiva.

Cuidemos las pocas actividades que tenemos, no retiren los Carnavales. Al contrario, aprendamos de las experiencias, creemos aun más eventos, más conciertos, más festivales y publicitémoslos y valgámonos de ellos para potenciar la ciudad.

Eduquemos y culturicemos a las personas mediante campañas durante el año para que cuando se transformen en masa, sea una benigna y participativa y no borracha y destructiva como lo es ahora.

Leo Silva

martes, 21 de septiembre de 2010

Valparaíso Manoseado

Para comenzar, una anécdota:

Caminaba por cerro Concepción hace un año atrás con mi hija de 15 años. En un momento apareció un guía de turismo con su grupo frente a la Iglesia Luterana. El guía les indica a sus pasajeros la iglesia y les dice: En este momento ustedes están frente a la Iglesia Anglicana.

Mi hija: Qué demonios. Papá!!! Esa no es la iglesia Anglicana. Vamos, diles algo, corrígele, es un error.

Obviamente no lo hice. Mi ética profesional me impide intervenir en el trabajo de un colega por respeto, aunque esté en un error. También, el dato no quedará en el recuerdo de los pasajeros más allá del asiento de sus aviones.

Ahora la cosa cambia cuando se institucionaliza la mala información y la mirada liviana y aún más, esta aparece en un programa de televisión de cobertura nacional.

Observe el siguiente video.


Desde hace un tiempo que Valparaíso está de moda. Se realizan películas y documentales en la ciudad, sin embargo algunos de ellos se hacen sin una investigación previa. Este fenómeno agrede a los habitantes de Valparaíso. Esta mirada de ciudad recién descubierta, en muchos casos por los capitalinos, es ofensiva pues Valparaíso está en el mismo lugar desde 1536 y los porteños conocemos cada detalle de la ciudad.

No tengo idea si este programa “City tour”, dedicado a Valparaíso, ha salido al aire o cuándo fue su presentación. Es probable que meses atrás. Sin embargo, no es tarde para lanzar esta crítica y exponer algunos puntos de lo que me parece no debería volver a repetirse.

Resulta chocante, por ejemplo, que en esta sección del programa, subida a mi blog, los personajes; el académico y arquitecto Federico Sánchez y el animador y periodista Marcelo Comparini, vean un quiosco de información y circuitos turísticos local y comenten que les han copiado a ellos y que su programa es un referente. Acto seguido comentan el lugar desde plaza Aníbal Pinto en una fiesta de irregularidades de información con respecto a la Casa del dibujante Lukas la cual sitúan en el Paseo Yugoslavo siendo que se encuentra en mirador Gervasoni y el hotel Brighton sindicándolo como una recuperación de una casa antigua, cuando en realidad es una casa nueva construida siguiendo los parámetros victorianos del sector.

El quiosco mencionado pertenece a Franco Tours de propiedad de Jaime Lanfranco. Lo conozco y lo respeto. Lo he visto trabajando desde hace mucho tiempo en su empresa y su concepto y realizando sus tours con pasión y entrega.

No solo él. Ahí están varias compañías pequeñas que se han dedicado seriamente a recopilar información y prepararse acuciosamente para la entrega de esta. Empresas como Enlace Turístico y la decana de todos nosotros Bohemia Tours que trabajaba en la ciudad desde el tiempo en que Marcelo Comparini hacía sus primeras armas en televisión en el programa Extra Jóvenes.

Me parece curioso que un programa de televisión asuma el contenido sobre un tour por Valparaíso sin ninguna investigación preliminar. Más aun cuando uno de los animadores es un arquitecto que, por formación, debe privilegiar la investigación previa. Se entiende que el concepto del programa es liviano y entretenido, donde los protagonistas tienen un mayor foco por su desempeño que el lugar mostrado. Que la información dada no debe ser académica sino que llevadera y casi humorística, sin embargo me afecta esta liviandad de contenido.

Este fenómeno que se vive en la ciudad en donde muchos están llegando y algunos guiando sin tener mucha idea, en donde se privilegia una mirada liviana, en donde se habla sin tener un respaldo, suele violentar a los porteños que sí conocen su ciudad y los detalles que la han formado.

En Valparaíso hay muchos personajes que podrían haber guiado de manera entretenida y humorística y al mismo tiempo, aportando el detalle justo, la mirada precisa y el dato en consecuencia.

Samuel León, Ingrid Marín, el mismo Jaime Lanfranco, todos porteños, todos de Valparaíso, conocedores, informados, preparados, para quienes Valparaíso no es solo un anecdotario de cosas curiosas, sino que es un portento de identidad digno de verse y estudiarse para compartir esta información y fijar la mirada en el momento preciso.

Este detalle no es menor. A los porteños no se nos pueden cambiar las coordenadas. Nosotros conocemos nuestra ciudad. Un momento notable en este programa es cuando en Plaza Sotomayor el hiperventilado arquitecto comenta sobre el diálogo de estilos arquitectónicos del sector, pero no tiene idea si Arturo Prat está enterrado en el monumento a los héroes de Iquique y habla de un barco enterrado bajo el monumento. En ese momento hablan con un porteño transeúnte quien les explica en forma corta y precisa hasta dónde llegaba la línea de mar y aporta un grado de información veraz.


Es muy fácil venir a hiperventilarse a Valparaíso, de hecho a nosotros mismos nos pasa frecuentemente caminando a diario por nuestra ciudad, sin embargo nuestra pasión nos ha llevado a la investigación. Nos hemos tomado en serio el hecho de habitar Valparaíso.

Recuerdo hace un tiempo una serie de dibujos animados chilena sobre un súper héroe porteño “Gato”. También en esa serial aparecía esta mirada capitalina en donde se dibujaba un Valparaíso en donde el mar aparecía tras la iglesia la Matriz cuando originalmente está en frente de la iglesia y se nos dibujaban casas y callejones que para nosotros, los porteños, simplemente no era Valparaíso. También en esa oportunidad no se investigó, no se consultó, no se buscó a un dibujante de comics de la ciudad como Juan Carlos Cabezas “Jucca”, que es capaz de diseñar espacios realmente porteños con los ojos cerrados. Se hacen estos programas con la buena intención, pero no se nos considera y no se nos toma en serio.

Desde estos videos subidos al blog se puede acceder con un click sobre ellos al canal de Youtube donde se puede apreciar toda la saga de este programa referente a Valparaíso. En todos ellos las imprecisiones son descomunales, en todos ellos la mirada liviana pasa a dar cuenta de esta visión casi folclórica que se tiene de nosotros. Es tanto así que incluso el delicado tema de los ascensores es tomado sin ninguna información previa. (Véase el capítulo dedicado a la Av. Argentina y los trolleybuses). También en todos ellos me di el trabajo de aclarar la información dejando los comentarios pertinentes para tratar de simplemente completar en algo esta falta de rigurosidad periodística.

Lo único que queda en claro es justamente esta visión capitalina. Queda en evidencia como se nos ve y por lo tanto el porqué no se nos toma en serio. Hemos pasado a ser una curiosidad, un evento, caso de zoológico, donde todos van a ver las gracias del mono sin querer saber cuál es el espécimen que están observando.

La televisión chilena hace gala de poco contenido y todos los chilenos duermen en el Soma de la tontera televisiva. Saludan a sus protagonistas en la calle, los encuentran entretenidos, los felicitan por sus gracias, sin caer en cuenta de que no se les toma en serio y que se les manosean sus referentes sin la menor delicadeza de una investigación previa y seria.

A mi parecer pueden hacer lo que se les venga en gana con sus programas, sin embargo, cuando se trata de Valparaíso, me permito exigir más respeto. Por su historia, por ser una ciudad única en el mundo, por su identidad y por sobre todo, por su gente.

Les dejo para finalizar, un hermoso video de Pascuala Ilabaca.

Esto es Valparaíso

Leo Silva


viernes, 13 de agosto de 2010

La ciudad que se niega

En los comentarios de mi último artículo, el lector Jaime Morales desliza un concepto estremecedor que me parece digno de profundizar: “Valparaíso es una ciudad que se niega a sí misma”.

Lo cito: “…Valpo. es una ciudad que se niega a sí misma, se cierran sus ascensores, se construyen edificios que no van con ella…”

Aunque parezca un juicio duro, lo cierto es que existe una percepción generalizada y silenciosa que adhiere a este pensamiento. Hay una voz de alerta que se acrecienta y que busca poner el acento en una discusión del todo interesante.

.- De qué hablamos cuando hablamos de patrimonio?

.- Hablamos de fachadas de casas?

.- De coloridas edificaciones con interesante arquitectura?

.- Hablamos de ascensores y funiculares viejos y destartalados?

.- De barrios interesantes para descubrir caminando?

.- O hablamos de todo esto, y su ingrediente menos visual y más activo que es su propia gente?

Valparaíso es una ciudad con carácter. De eso no cabe ninguna duda. Todo el que la visita queda subyugado ante su poderoso atractivo; cuando se le pregunta a los visitantes, qué es lo que tanto les ha atraído o gustado o seducido hasta el punto de la emoción, todos dirán que es la gran mezcla, es la sorpresa del encuentro con lo inesperado y por sobre todo, es este gran carácter proporcionado por los habitantes de la ciudad que, aunque invisibles, se pueden percibir de manera notable.

Este es el punto; Valparaíso es un todo. No se trata de una maqueta de calaminas de colores. Se trata de una ciudad con una particular forma de vida, con un particular arraigo, con un sonoro silencio de habitantes que han aportado este carácter construyendo la ciudad casa a casa, calle a calle, barrio a barrio y cerro a cerro.

Aunque resulte obvio decir que una ciudad fue construida por sus habitantes y que son ellos los que le aportan su carácter, curiosamente es este el punto que más se olvida en Valparaíso a la hora de buscar el potenciamiento turístico de algunos de sus vecindarios. Los barrios son su gente. Si su gente se va, el lugar pierde su carácter, pierde aquello que lo hace tan particular y todo se estandariza en una escenografía snob de casas arregladas, de las que solo se conserva la fachada, convirtiéndolas en complejos de departamentos u hoteles o cafeterías.

Justamente, la belleza de Valparaíso y sus barrios radica en que no es “stándard”, es un lugar muy particular y esa es nuestra mayor fortaleza.

.- Entonces?

.- Quién niega la ciudad?

.- Sus propios habitantes?

.- O los proyectos de desarrollo turístico que buscan la estandarización de calidad comercial de un lugar?

Por favor. No me mal interpreten (Don’t get me wrong, please!) No estoy en contra de los planes de desarrollo para la ciudad. De hecho, he escrito anteriormente que me parecen bien. Solo quiero poner el acento en este problema, pues no es menor. Todos estamos envueltos en este proceso de “ensayo y error”, que es la búsqueda del desarrollo patrimonial ligado a los fenómenos de actividades comerciales que harán sustentable la economía local; pero no debemos olvidarnos de su gente y sus vidas ligadas a sus barrios. Justamente buscamos una mejora de la economía local proyectándonos hacia el turismo, porque queremos que esa mejora alcance a toda la población.

Conversaba una vez con gente del cerro Polanco. Me comentaban su preocupación ante los planes de desarrollo del sector, que lo ven como una zona de mucho potencial por su gran atractivo y su único ascensor (no funicular) que subyuga por su belleza e identidad.

“… no queremos que pase acá lo mismo que sucedió en los cerros Concepción y Alegre, en donde su gente, la tradicional gente que vivía ahí, terminó por irse, vendiendo sus casas que ahora son Hoteles y restaurantes…”

Es complicado. Lo cierto es que cuando se potencia un lugar pensando en convertirlo en una zona turística, la plusvalía de las casas se va a los cielos y la gente termina por venderlas pues el sector va pasando a otras manos y pierde ese encanto doméstico de vecinos conocidos. Llega gente de otros lados, compran casas que utilizan para los fines de semana y cuando llegan, ahí no salen, se encierran, no se comunican, no se mezclan, no se involucran y mantienen una distancia ajena. El barrio ya no es el mismo. Los que le daban su carácter, se van. Los que generaban sus actividades propias, ya no están. Todo pasa a ser un lugar un tanto plástico.

Algunas veces dan ganas de mantener ciertos lugares casi intocables. No visitarlos con turistas extranjeros para que no se ponga el ojo en ese sector. Mantener el barrio Hontaneda, proteger a Cajillas para que los vecinos sigan remojando sus pies en un tiesto en la calle, sigan comprando en su almacén, los niños continúen jugando pichangas domingueras y la identidad de la ciudad se mantenga.

Un detalle no menor es que los turistas justamente están buscando identidad y huyen de aquellos lugares que notan producidos. O se alojan en los producidos para visitar los con carácter.
El mayor atractivo turístico de Valparaíso es esa notable identidad que aporta este carácter que emociona como tantas veces me ha tocado ver en mis propios pasajeros.

Nuevos lugares, nuevos edificios construidos sin ningún criterio de preservación, de arquitectura moderna y cuadrada, pocas soluciones efectivas con respecto a nuestros íconos, son enemigos de lo que justamente vende a Valparaíso, lo que lo hace atractivo, lo que lo hace particular y único, aquello que llega a tocar la fibra de emoción en quienes lo visitan.

Entonces la pregunta queda en el aire…

… Quién niega a Valparaíso?

Sus propios habitantes???

O quienes podrían estarlo imaginando como un nuevo barrio “La Boca”?

Cómo hacemos para mantener los lugares, aun potenciándolos, aun promoviéndolos, pero protegiendo a la mayor fuente de identidad de la ciudad, su propia gente, y que esta se vea beneficiada por la nueva actividad económica y que se motive a participar en ella, no solamente vendiendo sus casas a un precio que jamás habrían logrado???

Hasta ahora Jaime Morales, mi lector, tiene razón. Debemos tomar cuenta de esta voz que trasciende la opinión solitaria en un blog, pero que interpreta a muchos que la comentan en las esquinas de la ciudad.

La voz silenciosa de los que son en verdad Valparaíso y no lo niegan porque no se niegan a sí mismos…

… su propia gente.

Leo Silva

viernes, 23 de julio de 2010

Cavilaciones


Sin rumbo fijo. Así han navegado mis ideas últimamente y antes de recalar en el puerto de mis escritos, zarpan de nuevo sin previo aviso, dejándome abandonado en la playa solitaria de los sin inspiración.

La verdad es que estoy disperso y no alcanzo a amarrar un artículo cuando ya estoy ensoñando otro. Me siento como Serrat en aquella canción donde trata de agarrar una idea para escribir a su amada y se pierde en los detalles simples y cotidianos de sus cigarrillos, de su techo sin pintura, y no se le ocurre nada.

No han dejado de ocurrir cosas en este Valparaíso de mayo, junio y julio, solo que de aquellas que no nos gustan como el cierre de más ascensores. Sin embargo, ya escribí antes sobre este tema de una manera casi premonitoria. Me siento, me miro los zapatos, prendo otro cigarrillo y…

… nada (suspiro)

Voy por un café y con él en la mano miro por la ventana. Llueve hoy. Un invierno frío, muy frío. Un invierno lento de bufandas, ropas abrigadas y vidrios empañados. Un invierno gris o de un sol dibujado que alumbra pero no entibia…

… qué tristes suelen ser algunas veces los inviernos en Valparaíso. Son temporadas nostálgicas de canciones acústicas y atmósferas nubladas. De caminatas lentas y sin rumbo, desde los callejones a la costa. Todos los espacios, aunque con cierta actividad, lucen solitarios. Las caras ausentes, el día a día llevado con cierta inercia y fatiga. El paseo Wheelwright desde Barón a Portales con un par de ciclistas, otros caminantes sonámbulos acompañados por el sonido quieto del mar, la imponente fachada de la Universidad Santa María que se desdibuja entre la niebla, retirándose también a su sueño. La playa, gaviotas y pelícanos en blanco y negro y escala de grises.

Busco en mis artículos anteriores. Los leo y los repaso. Releo los comentarios entusiastas dejados por mis lectores, buscando nuevos vientos que soplen a la inspiración. El tiempo se quema con la lentitud de una vela, despacio, quedo, una gota de esperma estéril cae por un costado y muchas gotas de lluvia se deslizan por la ventana.

Me sorprendo. Hace justo un año escribí un texto sobre los temporales de Valparaíso, evocándolos, casi invocándolos y hace dos semanas tuvimos uno fuerte, hermoso, violento, que me hizo correr para disfrutar del viento y la lluvia en la cara y por supuesto para grabarlo en video para una de mis “Notas Callejeras”. Curioso fue que el conductor del colectivo detectara mi intención, pues sin que mediara previa conversación me informó del eventual encallamiento de un barco. Me lo mostró desde mirador Barón, en su rostro la expectación por el pronto evento. Filmando, me lo volví a encontrar todo contento por haber acertado y porque un naufragio en tormenta es una situación digna de ver. Tuve mi fiesta de temporales tal cual como la pedí y empapado volví a mi computador a editar la nota.

Naufragio. Así me siento ahora que escribo estas cavilaciones sin rumbo fijo. Un barco a la deriva movido, azotado, bañado por encima con espuma salina, sin posibilidad de fijar el timón, asistiendo al simple hecho del encallamiento próximo.

Prendo otro cigarrillo. "Algún día deberé plantearme seriamente el dejar de fumar". Me pierdo varios minutos ensoñando y buscando la línea siguiente, el párrafo siguiente, la idea en consecuencia. Que calce, que acompañe, que siga el sentido y que suene bien.

El trabajo comienza a volver. Luego estaré en la calle nuevamente con mis pasajeros hablando de Valparaíso, moviendo las manos, dirigiendo la mirada, haciendo el “plano detalle”; embrujando, siendo el mago que traduce, sacando de su copa sombrero, escalas, ascensores, subidas y bajadas, callejones mágicos, terremotos y mareas, perros y gatos, colores, puertas y ventanas de andamio encumbrado y una que otra mesa de bar.

Sin embargo, Valparaíso. Tú y yo que nos miramos a la cara siempre. Yo que soy tu amante devoto y entregado. El que lee tu interlínea y subtexto. Tú, que me miras y me das la pasada amorosa a tus rincones más recónditos. Yo a ti debo decirte que, algunas veces, me cuestas mucho.

Cuánto me cuestas Valparaíso, en especial…

… cuando no se me ocurre nada.


Leo Silva

miércoles, 26 de mayo de 2010

Un Naufragio en tierra (Proa al viento, proa al mar, Proa al Cañaveral)


Como extraño el Proa al Cañaveral. Hace algún tiempo fue un gran restaurante muy conocido en Valparaíso que los años fueron dejando atrás. Sin embargo, de pronto resurgió como un imperdible de la bohemia porteña. Sus noches se hicieron famosas en la ciudad pero junto con eso, también comenzó una recuperación de su categoría de restaurante.

Tímidamente comencé a frecuentarlo de día y pude descubrir que su concepto marinero lo amarraban al imaginario del puerto. Su decoración estaba anclada a viejos artefactos marinos, una gran exposición de artículos, cabos, barriles y esa atmósfera intimidante de lugar real. No sólo sus objetos decorativos tenían que ver con la actividad marinera, sino que todos los que ahí trabajaban habían estado ligados al mar. El lugar no mentía. Era de una profunda y honesta verdad.

Me comenzó a recibir su administrador Pedro Iglesias, de gorro de capitán y pipa, hombre afable y de trato cálido. El me empezó a hablar de la organización que el Proa tenía. Se hablaba de cubierta principal, refiriéndose a su comedor, puente y entrecubierta a su primer piso. También me explicó de dónde provenían todos los objetos que ahí se exhibían. Según él me contaba, había sido contramaestre del Buque Escuela Esmeralda y estaba al tanto de cada uno de los nombres que conforman la arboladura de los grandes veleros. Con unos modelos de su colección me enseñaba la complicada nomenclatura de mástiles, velas, esloras y mangas, estribor y babor, proa y popa. No por nada era conocido por los que frecuentaban el lugar como “El Capitán”

Comencé a llevar a mis grupos de pasajeros al Proa y el efecto, después de una caminata por Valparaíso, era estremecedor. Los viajeros me felicitaban porque habían llegado a un lugar de verdad, no una maqueta, no un escenario. Si buscaban un lugar profundamente local, pues ahí lo tenían y desde sus ventanas, mientras se cenaba y bebía, se veía el puerto y su actividad. También estaban los clientes, personajes típicos del sector que habían recalado en el Proa por su originalidad. No faltaban las “chicas” que siempre trafican por el barrio. Valparaíso en pleno. Su ambiente bohemio con su mística al borde del peligro, en la frontera misma, la famosa y temida bohemia marinera porteña.

La llegada al lugar con mis pasajeros empezó a tener ciertos ritos que provocaban un gran efecto. Subiendo por sus escalas y en cuanto aparecía El Capitán, detenía a mi grupo y con voz sonante y ceremoniosa decía: “Capitán, solicito permiso para abordar” Y Pedro respondía: “Permiso concedido”. Siempre un gran abrazo y el saludo de camaradería de todos los que ahí trabajaban y las caras de emoción de todos los pasajeros por tanta trasnochada solemnidad.

Han visto bailar cueca a un holandés??? Pues, con los músicos del local les cantábamos la Joya del Pacífico, boleros, valses peruanos, tangos y por supuesto nos poníamos a bailar cueca y hasta la cocinera bailaba con el Capitán. Después sacábamos al baile a los pasajeros que, sin ninguna timidez, versionaban nuestra danza mientras los clientes locales se subían a las mesas a palmear el arrojo del “gringo” o la “gringa” de rigor. Era en esos momentos donde replicábamos, prácticamente calcábamos el viejo ambiente marinero de la bohemia con extranjeros y chilenos entremezclados unos y otros, tratando de entenderse a señas en mal inglés y mal español.

Porque se llama “Proa al Cañaveral”, Pedro???

Me respondía el Capitán: Su dueño fundador tuvo la original ocurrencia de que si este restaurant fuese de verdad un barco, su proa que mira al norte navegaría en línea recta, para llegar justo a “Cabo Cañaveral” en EEUU. No pude dejar de reírme y cuando recuerdo esta genialidad creativa todavía me da risa. Un buen lugar debe tener historias para contar y en el Proa, desde los barriles que servían de mesas, pasando por los artículos y adornos provenientes de barcos, la escafandra de buzo, los mapas de navegación que empapelaban las paredes, el enorme cuadro que retrataba el lugar, hasta el viejo piano desafinado, todo parecía querer invitarte, todo ahí te guiñaba el ojo para que te sentaras a su lado a oír sus historias, a recalar en una mesa para zarpar en los relatos.

También pasé tardes enteras ahí conversando con mi buen amigo. Sostener el local no era nada de fácil, no siempre yo llegaba con los turistas, no había mucha frecuencia y los clientes no eran suficientes. Con todo lo mágico que era, también su realidad le pasaba la cuenta. Sólo piratas visitan bares de piratas. Aunque sus noches eran animadísimas y varias generaciones de universitarios las convirtieron en un imperdible, lo que la noche de baile proveía no sostenía lo que el restaurant no producía. El Proa navegaba siempre escorado con un lastre pesado e imposible de cortar.

Para un marino es mucho más fácil enfrentar un temporal, que quedarse al garete. Cuando se acaba el viento y las velas no se hinchan, la nave no se mueve y todo queda detenido, en pausa, sin rumbo.

Al fin el Proa naufragó y se cerró y los que navegábamos en él nos desembarcamos para sumar nuevas rutas en nuestras cartas de navegación. Se que ha vuelto a abrir de noche en versión fiestera, sin embargo el restaurante sigue cerrado.

No me gusta acudir a la nostalgia para escribir desde ella, en Valparaíso es un recurso manido donde se suele caer en el tópico de “Todo tiempo pasado fue mejor”, concepto del que huyo o al menos miro con sospecha, pues encierra una cierta inmovilidad, un letargo y desgano que me disgusta. Sin embargo, no he dejado de pensar en este local y recordar su porteñísimo ambiente.

Mi añoranza tiene punto de partida. La Regata Bicentenario de la que pudimos disfrutar con sus hermosos veleros atracados en el puerto y su hermosa navegación de despedida en frente a toda la ciudad. Tuve la suerte de navegar en medio de este desfile de veleros y mientras lo hacía y lo disfrutaba, pensaba que debería escribir algo sobre este evento. Sólo que mi mente no redactaba ningún artículo sobre la regata y si, se envolvía en los recuerdos del Proa al Cañaveral, de las conversaciones sobre veleros y de las lecciones que el capitán me daba sobre los nombres de los distintos elementos que componen la arboladura.

Creo no haber sido buen alumno, generalmente termino confundiendo los nombres de los trapos; foques, cangrejas, escandalosas y los de los palos; trinquetes, mayores y mesanas, como también los de algunos veleros como el Europa y el Sagres.

Qué bien la habríamos pasado disfrutando de los veleros desde las ventanas del restaurante, del espectáculo de tenerlos ahí todos juntos para comentar sus detalles y diferencias.

Dónde se encontrará la “marinería” del Proa??? Ni idea. Sólo sé que el capitán Pedro Iglesias cambió mareas por pampas andinas y hoy trabaja en las minas del desierto norteño. Pero si llega a aparecer por el puerto buscando tripulación para alguna navegación bohemia, yo estoy listo para embarcarme.

Capitán, permiso para abordar.

Leo Silva

jueves, 29 de abril de 2010

Quién es Tuga????


La escena es la siguiente: Una esquina muy concurrida de la ciudad (por lo general en Valparaíso es P. Montt con Plaza Victoria), mucha gente reunida y observando algo mientras ríen de buena gana. Al centro de todo, un muy alto y curioso mimo color naranja hace pantomimas imitando a la gente, deteniendo autos, subiéndose a camiones, buses, haciéndolos tocar sus bocinas y el ambiente general es de total alegría, risa y complicidad del improvisado público con este mimo que de pronto ataca la ciudad con sus graciosas intervenciones. La verdad, es que la conexión es total y no me deja de sorprender lo talentoso que es este clown. Hace gala de múltiples recursos histriónicos, es bailarín, es asertivo y acertado y tiene una presencia y manejo escénico potente y notable.





Me río, me río de buena gana agazapado entre el público, rogando que no me note para que no me haga partícipe de una de sus buenas bromas. Me voy a casa feliz y con la seguridad de haber disfrutado no de un mimo cualquiera, sino de uno muy bueno, pero realmente genial.

Recordando y riendo sus gracias me siento en el computador y lo googleo tratando de encontrar alguna información y lo que aparece no es poco. Un sitio web de gran diseño y un blog con su curriculum y un notable extracto de una carta que le enviara Geraldine Chaplin, la hija del famoso Charles Chaplin.

“… eres maravilloso, me recuerdas mucho a mi padre, creo que es como si su alma nos visitara”. Geraldine Chaplin, actriz; “Carta a Tuga” (2008)

La información comienza a mostrar el porqué de tanto bagaje escénico. Tuga tiene muchos estudios y preparación en pantomima, teatro, danza clásica y folclórica, violín. La mayoría de sus estudios los ha cursado en Bs. Aires, Argentina. Me sorprende su background, pero ya me parecía que el Tuga tenía muchos recursos y que para nada se trataba de un aficionado.

Me voy a youtube a buscar material en video y ahí están sus intervenciones callejeras y urbanas en las esquinas de diferentes ciudades, varias de Europa, Bs. Aires, Valparaíso, y siempre el mismo efecto en su callejero público; la alegre sorpresa en sus cotidianos días intervenidos en color naranja, pantomima y payaseo callejero. Pero también encuentro material de sus presentaciones como mimo en teatro, no en la calle sino que sobre un escenario. Me sorprende la obra “La Mala Suerte” y su desempeño. Si a Geraldine Chaplin le ha recordado a su padre, a mí me ha traído el recuerdo del gran mimo, el referente máximo de la pantomima, Marcel Marceau al que tuve la oportunidad de ver en el Teatro Municipal de Viña del Mar.


Sigo buceando en la información porque ya me he convertido en un "fan". Descubro que su quehacer es diverso y alcanza a la gestión cultural, participando o siendo cabeza de actividades como el evento de artistas callejeros “Invasión Callejera” y otras más, y además viaja y participa incansable en encuentros de teatro.

Tuga es definitivamente adorable. Pienso que es una suerte poder encontrarse con este personaje para disfrutar de una de sus intervenciones. Como todo buen mimo deja una sana alegría en las personas que presencian de sus performances. En cierta forma, todos quedan convertidos en mejores personas, se van alegres, solidarios, medios payasescos, todos con una sonrisa pintada en la cara, de seguro recordando alguna de las ocurrencias del Tuga.


En su blog. Sus propias palabras y su declaración de principios que apoyan su opción:

“Por amor al arte, en la calle…


…Una de las características de las artes de calle es la abolición de la frontera
entre la cultura elitista y la cultura de masas. Es la expresión viva e inmediata de la cultura urbana. Estas formas artísticas invaden el espacio público con un lenguaje universal cargado de emotividad, accesible para todos. Las artes de calle aspiran a resucitar la metrópolis, o mas allá aún, a transformar los lugares cotidianos en escenas únicas, modificando así las relaciones humanas. El teatro de calle llega a un público muy numeroso y diverso que, de otra manera, no iría necesariamente al teatro."

Rodolfo Meneses, Tuga…

… Simplemente notable.

Leo Silva

viernes, 16 de abril de 2010

Fundadores de Valparaíso

Recuerdo que la primera vez que Arturo Morales, poeta, me comentó sobre su idea “Fundadores de Valparaíso” me sentí incomodo y de verdad me entró comezón. Incluso recordé cuando hace mucho tiempo atrás, me enteré por la prensa local de la “fundación de Valparaíso” llevada a cabo por mi buen amigo en una acción poética.

Qué osado y atrevido, pensé yo. Fundar una ciudad que nunca fue fundada, pues a Valparaíso los españoles sólo le dieron reconocimiento y título de ciudad pero no fundación.

Vivir en una ciudad que nunca fue fundada me encanta. Esta idea mágica de pertenecer a un lugar que forma parte del imaginario poético, literario y marino me subyuga. Es como ser personaje de ficción al lado de piratas, balleneros, bares, cabarets, velámenes, arboladuras, proas y popas cual “Pequod”, el velero que zarpara para dar caza a Moby Dick. Un lugar sin fundación es algo medio salvaje, con un no sé qué sin reglas, la libertad de poder escribir sobre estas hojas en blanco o de continuar las líneas trazadas caóticamente por otros que, como yo, nos tocó la suerte de habitarlo.

Lo cierto es que no había alcanzado a captar el profundo concepto de la idea de Arturo y fue él mismo que volvió sobre este punto en una mesa en plaza Aníbal Pinto, con unas entretenidas cervezas veraniegas.

Con la pasión habitual de nuestras conversaciones, me fue develando esta singular “voladita” que fue dejando de serlo para convertirse en un profundo concepto y futura ideología.

Me explicaba el poeta Morales: Fundar Valparaíso es un llamado a que los porteños nos miremos y tomemos cuenta de que, en realidad, todos y cada uno de nosotros fundamos Valparaíso a diario. Yo lo hice en una acción poética, sin embargo en su cotidiano todos los porteños lo hacen libremente y a su puro antojo y voluntad. Pero para nosotros resulta tan normal, que no nos damos cuenta de este simple y a la vez portentoso hecho.

Grandiosas y pequeñas fundaciones diarias. No hay muchos monumentos en la ciudad que estén dedicados a porteños originarios o transplantados y que den cuenta de su particular arrojo.

La verdad es que es cierto. Desde sus primeros tiempos los porteños han dado muestras de su capacidad de autogestión e inventiva, transformando a la ciudad en pionera en muchas áreas. Cuerpo de bomberos, alumbrado a gas, ferrocarril, equipo de futbol, canal de televisión, etc. Es innegable que muchos de esos arrojos de creatividad han provenido de los extranjeros, pero eso de alguna manera se convirtió en una impronta de la ciudad.

De genios y locos tenemos todos en Valparaíso, como aquel alemán al que le dio por crear el primer submarino y tenía tanta fe en su idea volada que no dudó en llevar a su hijo a la segunda inmersión, de la cual nunca emergió. Románticos esfuerzos que sirven de inspiración a poetas y músicos.

Es por lo mismo que la ciudad tiene este aire libertario e indomable. Los que arriban perciben de inmediato esta atmósfera, este aire de lugar donde todo puede pasar, donde todo es posible, donde quedan cosas por hacer y por lo que vale la pena luchar. Qué curioso que los mismos habitantes no lo perciban, cayendo en un frecuente desgano y oscuro pesimismo.

Hoy en día los porteños han olvidado esa impronta. Sin embargo, construyen sus casas en lugares imposibles, colgando de laderas empinadas, sin darse cuenta de que siguen fundando la ciudad.

Deberíamos estar informados de nuestras proezas y celebrarlas y homenajear al porteño que consigue un logro importante.

.- Por qué nunca sabemos cuando alguno de nosotros gana un premio, me pregunta Morales???

.- Por qué no los celebramos aquí mismo y le hacemos saber que lo reconocemos???


.- Por qué no le decimos que es un fundador más y que su acto por el que se ha destacado es una nueva acción fundacional???


Me inspira el poeta Morales y de inmediato me hace ver a los porteños como arrojados fundadores que duermen el sueño del día a día. Nadie les reconoce sus “actos fundacionales”, cuando todos deberíamos mirarlos orgullosos, sintiéndonos parte de sus triunfos, convirtiéndolos en nuestra propia inspiración. Ya me imagino un premio “Fundadores de Valparaíso” otorgado anualmente a nuestros genios y valores con ceremonia y carnaval para mostrarlos y aplaudirlos públicamente cual entrada de César en Roma.

Miro y miro y ahí están los fundadores de los Carnavales Mil Tambores, los gestores de la música desde los balcones, los payasos del Museo del Títere, el mimo Tuga interviniendo las calles, un gringo que desde su fundación dispara ideas salidas de sus “brainstorming”, el mismo Morales y sus emprendimientos y muchos más que crean editoriales para lanzar noveles escritores o geniales pintores que sencillamente venden sus tarjetas pintadas de las que salen ropas colgando y pasean su genialidad y locura por las calles sin ser advertidos.

De seguro los hay muchos más, con diversas actividades, algunas empresariales que disparan desde Valparaíso y aciertan. A todos ellos deberíamos homenajearlos y celebrarlos porque son nuestros, son nuevos fundadores de Valparaíso, crean y recrean la ciudad con su nueva genialidad.

Desde esas cervezas con el poeta que veo todo distinto. Arturo Morales tiene razón. Su idea y acto fundacional me ha tocado, obrando en mí el efecto de un optimismo alegre. Ya no veo oscuros porteños que van rumiando sus problemas cotidianos.

Ahora cuando salgo a la calle veo siempre a nuevos y potentes fundadores…

… fundadores de Valparaíso.

Leo Silva

jueves, 1 de abril de 2010

Tsunami


Casi todos los terremotos que ocurren en Chile traen consigo un tsunami, incluso los que hemos tenido en Valparaíso.

Según los especialistas, la costa chilena es la más productiva en tsunamis por kilómetro a nivel mundial, más que Japón.

Esta afirmación sorprendente puede chocar con el recuerdo ciudadano de los otros terremotos vividos donde no vieron ni vivieron una salida de mar. Sin embargo, hubo tsunami. Muchos de ellos han llegado efectivamente como un imperceptible movimiento de mareas después del terremoto, pero de llegar, llegaron.

Este dato sobre terremotos con tsunami viene del sitio web del instituto de sismología de la Universiddad de Chile, se puede apreciar en su tabla la presencia de estos eventos en el casi total de los sismos nacionales. Véalo Aquí y cliquée en terremotos...>>

Ha sido una total sorpresa. Si bien todos sabemos que vivimos en una zona sísmica, cultura sobre tsunamis, la verdad no tenemos. Prueba de esto es el total espanto de la ciudadanía con las últimas alarmas de tsunamis en la ciudad. La mitología hace esperar a la gente una gran ola tipo película de Hollywood y todos corren a los cerros sin tener idea de a qué altura estarán seguros. El pánico es el peor enemigo en una situación de emergencia, así que es mejor irse informando sobre este tema.


Que es un tsunami??

Un TSUNAMI (del japonés TSU: puerto o bahía, NAMI: ola) es una masa de agua que se transforma en ola o una serie de olas en su llegada a la costa y es provocado por sismos, volcanes marinos, derrumbes costeros, caídas de meteoritos, etc. Es decir, cualquier evento que ocurra en el mar que provoque este desplazamiento de masas de agua. Vea la definición completa en el siguiente link Aquí...>>

Más información al respecto en el interesante artículo del siguiente link Aquí...>>

La verdad es que entender cómo se produce el fenómeno no es complicado. Basta leer cuidadosamente la información de los links para hacerse una cabal idea de todo el proceso. La siguiente ayuda audiovisual ayudará a completar este concepto.


Un poco más complejo es tratar de resumir las diferentes variables de un tsunami “atacando” nuestras costas, pues el fenómeno y su desarrollo depende de diversos factores. No obstante, entender lo básico nos ayudará enormemente en la hora de una emergencia de este tipo.

La gran mayoría de los tsunamis que hemos tenido en nuestras costas han sido provocados por terremotos. Sin embargo, para que un tsunami pueda adquirir características de “Destructor” el terremoto que lo genera debe ser de grande (8 Richter) a Gigante (sobre 9 Richter). Se dice que si usted vive en la costa y un terremoto lo bota al suelo, debería ser suficiente para que se tomara la precaución de moverse a un sector más alto.


Tiempo de llegada de tsunami:

Si el evento que lo genera se provoca al otro lado del Pacífico como un mega terremoto en Japón, la masa de agua puede tardar unas cuantas horas en llegar a las costas.
Si el evento es provocado por terremoto local en lo profundo de nuestras costas, donde se juntan las placas tectónicas, el tiempo de llegada debería promediar los 10 a 15 minutos. Un tsunami se desplaza a una velocidad de 700 km. por hora en aguas profundas y disminuye su velocidad en aguas menos profundas.


Profundidad de mar:

La gran masa de agua se mueve en dirección a tierra. La profundidad en alta mar hará que el fenómeno sea casi imperceptible para una embarcación, pero al alcanzar aguas menos profundas esta masa de agua se levantaría, pudiendo generar una seguidilla de olas destructoras. Esto se produce porque el largo de la masa de agua suele ser considerable, de aproximadamente 10 km de largo hacia atrás. En palabras sencillas; es mucha cantidad de agua la que se mueve en dirección de la costa, por eso se percibe el fenómeno de una salida de mar interminable, como si éste se hubiese llenado rebalsando su límite.


En el caso particular de Valparaíso, su bahía es de una costa muy profunda y accidentada. Como referencia, se puede mencionar que en la punta del molo de abrigo hay sobre 70 metros de profundidad y donde se encuentra el dique de reparación de naves hay unos 40 metros de profundidad. Si bien esto juega a nuestro favor, hay que recordar que es mucha cantidad de agua viajando y las corrientes podrían ayudar a la salida de mar (tsunami). Quizás resulte menos dañino o agresivo, pero igual el sector inmediatamente costero, muelles, avenidas cercanas, etc. se verán afectados por el fenómeno.


Situación geográfica:

La bahía de Valparaíso mira al norte. En la medida que nos vamos desplazando hacia Viña del Mar, al sector Almendral y Caleta Portales, vamos paulatinamente mirando al oeste, hacia el océano. En palabras simples, desde Valparaíso, el océano esta detrás de la punta del cerro Playa Ancha.

Si el evento que genera el tsunami es un fuerte terremoto local en frente de nuestras costas, provocará el fenómeno directamente desde el oeste a nuestras costas. Nuestra posición geográfica nos protege y el evento golpearía fuertemente en Laguna Verde. Sin embargo, mientras más cerca de Viña del Mar estemos, más nos alejamos de esta protección natural. Esto quiere decir que los efectos se notarán más en el área del Almendral que en el barrio Puerto.

Si el fenómeno génesis es un gran terremoto en el norte del país, las masas de agua vendrían directamente a toda la bahía de Valparaíso. El tsunami nos golpearía de frente y de lleno desde el barrio Puerto hasta el Almendral. Este escenario es definitivamente más preocupante, pues tendemos a imaginar una gran inundación y destrucción y los últimos eventos en el sur no hacen más que demostrar esa tesis.

Sin embargo, es necesario comprender nuestra configuración urbana para poder visualizar por adelantado como sería esta inundación. Para lograr eso debemos mirar a las crónicas históricas de la ciudad buscando algún tsunami de características destructoras.

Alguien recuerda o sabe cuándo fue el último terremoto con tsunami devastador en Valparaíso???

Aunque las crónicas históricas consignan un terremoto con salida de mar (tsunami) en el año 1822, tenemos uno anterior en 1730, con características similares al reciente evento ocurrido en el sur, solo que frente a nuestras costas. Un gran terremoto sobre 8 Richter que provocó un tsunami que debe haber provenido del oeste, del océano.

Si dibujáramos el litoral de aquella época, correspondería a la costa original de Valparaíso, bastante más cerca de los cerros de lo que se encuentra ahora. Esta iría por calle Serrano a Prat; una gran roca dividiendo el viejo Valparaíso del Almendral en el preciso lugar del diario El Mercurio; Condell a Salvador Donoso conectando con Chacabuco, bajando paulatinamente a Yungay y Brasil a los roqueríos de sector Barón. No habría edificios, ni suelo de concreto. No habría Av. Argentina, sólo encontraríamos ahí un estero conocido como el “De las Delicias”.


Con este terreno, se consigna que en aquel tsunami el mar habría llegado en el área del Almendral hasta lo que hoy es la subida de Santos Ossa y Colón. En el sector del puerto habría llegado hasta la Iglesia la Matriz. Esto quiere decir que el sector del puerto solo habría sufrido una pequeña salida de mar por estar más protegida, saliendo bastante más en el sector del Almendral, lo que reafirma la tesis de los sectores más inundables de la ciudad dependiendo de donde venga el tsunami.

Me pregunto cómo sería hoy día con un centro bastante más amplio y alejado de los cerros. Con el mismo molo de abrigo diseñado originalmente como rompe olas, creando la posa de abrigo. Con todos los edificios del centro de la ciudad. Con la Av. Argentina, una placa construida a unos 3 metros de alto de la altura original del terreno. Me imagino una inundación, claro que sí, pero no una muy extensa y no tan profunda.

Estudios y simulaciones que se han realizado sobre la base de un evento sísmico grado 8,5 Richter para determinar posibles áreas de inundación, han arrojado que en Viña del Mar ésta llegaría hasta el sector de Sporting Club y por el estero de Viña del Mar hasta el supermercado Jumbo. En el caso de Reñaca, la inundación alcanzaría hasta el estadio Español y en Valparaíso nuevamente hasta Colón.

Se recomienda para un Tsunami que la cota de seguridad sea sobre los 30 metros de altura. También es buena la evacuación vertical en edificios que hayan resistido el sismo, a los que uno pueda subir por sobre el sexto piso.

Al igual que en los terremotos y nuestra cultura sísmica (ver mi artículo anterior), me parece que hay que internalizar la idea en los ciudadanos. No resulta comprensible que seamos una potencia mundial en tsunamis y recién nos estemos enterando. Manejar la información a nivel local, no a nivel general técnico, sino que a nivel cotidiano, respondiendo las sencillas inquietudes de la población en cuanto a lugares inundables, a qué altura es más seguro estar, por dónde se vendría, hasta dónde llegaría, etc. puede ayudar mucho a la hora de diseñar planes de evacuación de la ciudad.

Hay un plano en pdf de zonas inundables de Valparaíso y Viña del Mar en el siguiente link del Instituto Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile. Véalo Aquí...>>

Estos planos deben actualizarse y darse a conocer públicamente. Debería existir señalética en la ciudad, de las zonas de mayor peligro de inundación y de las vías de escape; deben estar incluidas estas materias en los planes de estudio y en los protocolos de emergencia de los edificios públicos y las empresas. Debemos recordarlos siempre y no sólo después de un gran sismo con peligro de tsunami.

Así en la próxima alerta, la población no correría despavorida generando accidentes como ocurrió en una de las alarmas que tuvimos en los días posteriores al sismo.

La educación salva porque nos ayuda a administrar información básica de emergencia, una información fácil de traspasar y fácil de transmitir porque como sea, desde ahora debemos internalizar como una cosa natural y corriente de que además de que se nos mueve la tierra…

… se nos puede salir el mar.

Leo Silva

viernes, 12 de marzo de 2010

Terremoto!!!!

Desde que nací que mi vida ha estado relacionada con estos eventos sísmicos. De hecho, fui literalmente recibido por uno de ellos. El 28 de marzo de 1965, día domingo, tuvo lugar el gran terremoto de ese año. Yo contaba solo dos días de vida y mi familia me estaba visitando en la maternidad del hospital Enrique Deformes (donde hoy se encuentra el edificio del Congreso Nacional), cuando se dejó caer en forma implacable este sismo. Fue mi hermano con tan solo 14 años el que atinó a sacarme y corrió conmigo en brazos entre pedazos de escombros que le llovían por todas partes. Por supuesto comprenderán que mi hermano sea mi héroe personal.

Junto con este temblor de bienvenida y el último recién pasado ya sumo cinco; 1971, 1973 (temblor cuasi terremoto), 1985 en Mendoza, Argentina. El del mismo año en marzo, aquél famoso de tres minutos de duración me lo perdí porque no estaba en el país. Ahora que lo pienso, cinco terremotos es un número bastante considerable. Sin embargo, si le preguntamos a la mayoría de los porteños de sobre 35 años, todos te dirán que tienen una cantidad similar de sismos en la piel.

Ser chileno y haber sufrido una de estas experiencias sísmicas es una condición sine qua non, sobre todo si se es porteño, porque hemos sufrido grandes y famosos terremotos. Lo curioso de esto es que todavía no hay una adecuada información y una buena educación al respecto, los porteños somos muy ignorantes y aún no entendemos cómo se mueve nuestro anfiteatro de cerros y plan.

Con mi propio historial sísmico es obvio que me sintiera particularmente atraído por el tema. Un tanto por entretención y mayormente porque necesitaba mucha información para entender este tipo de eventos y para superar el miedo que me producían de niño. No recuerdo el de mi nacimiento en forma conciente, pero de seguro que mis nervios registraron el hecho semi traumáticamente haciendo que al menor temblorcito me pusiera pálido.

No hay vuelta que darle. Nos tocó la mala suerte de vivir en un país costero que tiene justo frente a sí la juntura de dos placas intercontinentales: Nazca y continental. Nazca empuja en dirección de continental metiéndose a punta de sismos por debajo de ésta. Empuja y se mete y hace que la otra se retuerza en un choque entre colosos, en una lucha de todos los días de todas las horas de cada minuto y la presión se va juntando y juntando hasta que un día un trozo cede y nosotros quedamos con el corazón en la mano, la seguridad estremecida y la incertidumbre sentada en el living de nuestra casa alumbrándonos con linterna la grietas de las paredes, tanto de la casa como de nuestro propio temple y seguridad. Eso si contamos con la suerte de quedar con la casa en pie. Cualquier explicación técnica o científica cae ante la simpleza de cuando tu abuelo te explicaba el evento sísmico: La tierra se acomoda, mijito, por eso se mueve.

Ok. Tatita. Entonces ya que se acomoda y por ende se mueve (ahí esta el problema, justamente que se mueve) tratemos de entender cómo lo hace en Valparaíso para sumar información, para pasarnos el dato y la experiencia y para comenzar a comprender. Creo que pasarse la información puede ayudar a que cada uno comprenda mejor el lugar en que vive y tenga claro que más temprano que tarde se le moverá el suelo, pero se le moverá distinto dependiendo de donde viva en la ciudad.

No es lo mismo vivir en cerro que vivir en el plan, y en materia de temblores esto constituye ley. Los cerros son en su mayoría roca dura, su movimiento es seco y duro mayormente de movimiento vertical más que horizontal. Gran parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad se encuentra justamente en los cerros. La iglesia Anglicana Saint Paul data de 1858, lo que significa que ha resistido incluso el famoso terremoto de 1906, recordado por la crónica como un “dos en uno”, solo el segundo de ellos duró caso dos minutos. Obviamente que se deben considerar las laderas, que en algunos casos de deslizan. Sin embargo, para una ciudad que está colgando esto no sucede con tanta frecuencia como podríamos esperar. Basta con mirar la cantidad de palafitos delgaditos que desafían el vértigo y la historia sísmica de la ciudad, para darse cuenta que muchos de ellos han resistido de manera increíble, como mínimo su buen par de terremotos. No significa que haya que fiarse, sólo significa que en materia de sismos los cerros son bastante más seguros que la parte baja de la ciudad.

El plan o centro es el problema. Aunque únicamente el 10% de los habitantes de la ciudad viven en la parte baja, tenemos toda la actividad comercial concentrada en ese punto, y una importante herencia patrimonial. Desde ya, el nombre con que los habitantes conocen su centro “El Plan” está íntimamente relacionado con nuestra cultura sísmica. Muchos piensan que se denomina al centro de esa forma porque es la parte plana, pero la verdad es que se debe al “Plan de Reconstrucción de Valparaíso”, ordenado por el Presidente Pedro Montt después del terremoto de 1906. Considerando a Valparaíso un lugar importantísimo y por la destrucción del barrio más caro de la ciudad, conocido como el barrio del Almendral, se ordenó este plan y los locales lo adoptaron como nombre para la también parte plana de la ciudad.

Terreno arenoso, de relleno, en gran parte ganado al mar no es el mejor lugar para que los edificios soporten un movimiento sísmico. Técnicamente el fenómeno que ocurre en el suelo se conoce como licuefacción. Esto significa que en un movimiento sísmico todo este relleno arenoso se agita convirtiéndose en algo tan poco consistente como el agua. Tome una bandeja, llénela de arena y agítela. Verá cómo la arena salta y se mueve sin ninguna consistencia. Una vez pasado el temblor, el terreno se reacomoda logrando una nueva consistencia. Esto quiere decir que mientras tiembla, en el plan, debajo de nuestros edificios y avenidas tenemos algo vibrando acuosamente que hace sufrir a nuestras construcciones. El movimiento que se percibe mayormente en el centro de la ciudad es de tipo horizontal y ondulatorio.

Ejemplo de fenómeno de licuefacción (Material: Arena)


Me acuerdo muy bien el interesante documental de National Geographic sobre los terremotos en la costa chilena. Recuerdo que en la época causó un gran revuelo por la simulación de un gran terremoto en la ciudad. El alcalde de la época incluso acusó con demandar a la importante y famosa cadena, sin tomar en cuenta la importante información que ahí se entregaba. Hubiese servido para tema de debate y de educación social, pues lo que ahí se expresaba ayuda a comprender muy bien cuál es el constante peligro real de sismos en la zona.

Ya es tiempo se que vuelva a dar una mirada a la educación. No en materia de simulacros, sino que de un plan total. Si vivimos en un lugar sísmico, deberíamos ser casi expertos en el tema. Todos nosotros. Recibir información de buena calidad desde nuestra primera infancia. Teórica, técnica y práctica. De una manera sencilla facilitada por el hecho de que siempre estamos sufriendo sino de terremotos de constantes temblores. Es una materia casi cotidiana y manejarla nos ayudaría grandemente a superar el terror y el pánico y a evitar desastres mayores provocados por la mitología que existe al respecto.

En materia de sismos estar preparados y siempre listos debería ser nuestra principal consigna. Ya que vivimos aquí y nos encanta vivir acá debemos entender nuestro propio suelo que, de tanto en tanto, se acomoda y…

… se mueve

(Se agradecería el aporte técnico y teórico en los comentarios de algún lector entendido en la materia)

Leo Silva