viernes, 12 de marzo de 2010

Terremoto!!!!

Desde que nací que mi vida ha estado relacionada con estos eventos sísmicos. De hecho, fui literalmente recibido por uno de ellos. El 28 de marzo de 1965, día domingo, tuvo lugar el gran terremoto de ese año. Yo contaba solo dos días de vida y mi familia me estaba visitando en la maternidad del hospital Enrique Deformes (donde hoy se encuentra el edificio del Congreso Nacional), cuando se dejó caer en forma implacable este sismo. Fue mi hermano con tan solo 14 años el que atinó a sacarme y corrió conmigo en brazos entre pedazos de escombros que le llovían por todas partes. Por supuesto comprenderán que mi hermano sea mi héroe personal.

Junto con este temblor de bienvenida y el último recién pasado ya sumo cinco; 1971, 1973 (temblor cuasi terremoto), 1985 en Mendoza, Argentina. El del mismo año en marzo, aquél famoso de tres minutos de duración me lo perdí porque no estaba en el país. Ahora que lo pienso, cinco terremotos es un número bastante considerable. Sin embargo, si le preguntamos a la mayoría de los porteños de sobre 35 años, todos te dirán que tienen una cantidad similar de sismos en la piel.

Ser chileno y haber sufrido una de estas experiencias sísmicas es una condición sine qua non, sobre todo si se es porteño, porque hemos sufrido grandes y famosos terremotos. Lo curioso de esto es que todavía no hay una adecuada información y una buena educación al respecto, los porteños somos muy ignorantes y aún no entendemos cómo se mueve nuestro anfiteatro de cerros y plan.

Con mi propio historial sísmico es obvio que me sintiera particularmente atraído por el tema. Un tanto por entretención y mayormente porque necesitaba mucha información para entender este tipo de eventos y para superar el miedo que me producían de niño. No recuerdo el de mi nacimiento en forma conciente, pero de seguro que mis nervios registraron el hecho semi traumáticamente haciendo que al menor temblorcito me pusiera pálido.

No hay vuelta que darle. Nos tocó la mala suerte de vivir en un país costero que tiene justo frente a sí la juntura de dos placas intercontinentales: Nazca y continental. Nazca empuja en dirección de continental metiéndose a punta de sismos por debajo de ésta. Empuja y se mete y hace que la otra se retuerza en un choque entre colosos, en una lucha de todos los días de todas las horas de cada minuto y la presión se va juntando y juntando hasta que un día un trozo cede y nosotros quedamos con el corazón en la mano, la seguridad estremecida y la incertidumbre sentada en el living de nuestra casa alumbrándonos con linterna la grietas de las paredes, tanto de la casa como de nuestro propio temple y seguridad. Eso si contamos con la suerte de quedar con la casa en pie. Cualquier explicación técnica o científica cae ante la simpleza de cuando tu abuelo te explicaba el evento sísmico: La tierra se acomoda, mijito, por eso se mueve.

Ok. Tatita. Entonces ya que se acomoda y por ende se mueve (ahí esta el problema, justamente que se mueve) tratemos de entender cómo lo hace en Valparaíso para sumar información, para pasarnos el dato y la experiencia y para comenzar a comprender. Creo que pasarse la información puede ayudar a que cada uno comprenda mejor el lugar en que vive y tenga claro que más temprano que tarde se le moverá el suelo, pero se le moverá distinto dependiendo de donde viva en la ciudad.

No es lo mismo vivir en cerro que vivir en el plan, y en materia de temblores esto constituye ley. Los cerros son en su mayoría roca dura, su movimiento es seco y duro mayormente de movimiento vertical más que horizontal. Gran parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad se encuentra justamente en los cerros. La iglesia Anglicana Saint Paul data de 1858, lo que significa que ha resistido incluso el famoso terremoto de 1906, recordado por la crónica como un “dos en uno”, solo el segundo de ellos duró caso dos minutos. Obviamente que se deben considerar las laderas, que en algunos casos de deslizan. Sin embargo, para una ciudad que está colgando esto no sucede con tanta frecuencia como podríamos esperar. Basta con mirar la cantidad de palafitos delgaditos que desafían el vértigo y la historia sísmica de la ciudad, para darse cuenta que muchos de ellos han resistido de manera increíble, como mínimo su buen par de terremotos. No significa que haya que fiarse, sólo significa que en materia de sismos los cerros son bastante más seguros que la parte baja de la ciudad.

El plan o centro es el problema. Aunque únicamente el 10% de los habitantes de la ciudad viven en la parte baja, tenemos toda la actividad comercial concentrada en ese punto, y una importante herencia patrimonial. Desde ya, el nombre con que los habitantes conocen su centro “El Plan” está íntimamente relacionado con nuestra cultura sísmica. Muchos piensan que se denomina al centro de esa forma porque es la parte plana, pero la verdad es que se debe al “Plan de Reconstrucción de Valparaíso”, ordenado por el Presidente Pedro Montt después del terremoto de 1906. Considerando a Valparaíso un lugar importantísimo y por la destrucción del barrio más caro de la ciudad, conocido como el barrio del Almendral, se ordenó este plan y los locales lo adoptaron como nombre para la también parte plana de la ciudad.

Terreno arenoso, de relleno, en gran parte ganado al mar no es el mejor lugar para que los edificios soporten un movimiento sísmico. Técnicamente el fenómeno que ocurre en el suelo se conoce como licuefacción. Esto significa que en un movimiento sísmico todo este relleno arenoso se agita convirtiéndose en algo tan poco consistente como el agua. Tome una bandeja, llénela de arena y agítela. Verá cómo la arena salta y se mueve sin ninguna consistencia. Una vez pasado el temblor, el terreno se reacomoda logrando una nueva consistencia. Esto quiere decir que mientras tiembla, en el plan, debajo de nuestros edificios y avenidas tenemos algo vibrando acuosamente que hace sufrir a nuestras construcciones. El movimiento que se percibe mayormente en el centro de la ciudad es de tipo horizontal y ondulatorio.

Ejemplo de fenómeno de licuefacción (Material: Arena)


Me acuerdo muy bien el interesante documental de National Geographic sobre los terremotos en la costa chilena. Recuerdo que en la época causó un gran revuelo por la simulación de un gran terremoto en la ciudad. El alcalde de la época incluso acusó con demandar a la importante y famosa cadena, sin tomar en cuenta la importante información que ahí se entregaba. Hubiese servido para tema de debate y de educación social, pues lo que ahí se expresaba ayuda a comprender muy bien cuál es el constante peligro real de sismos en la zona.

Ya es tiempo se que vuelva a dar una mirada a la educación. No en materia de simulacros, sino que de un plan total. Si vivimos en un lugar sísmico, deberíamos ser casi expertos en el tema. Todos nosotros. Recibir información de buena calidad desde nuestra primera infancia. Teórica, técnica y práctica. De una manera sencilla facilitada por el hecho de que siempre estamos sufriendo sino de terremotos de constantes temblores. Es una materia casi cotidiana y manejarla nos ayudaría grandemente a superar el terror y el pánico y a evitar desastres mayores provocados por la mitología que existe al respecto.

En materia de sismos estar preparados y siempre listos debería ser nuestra principal consigna. Ya que vivimos aquí y nos encanta vivir acá debemos entender nuestro propio suelo que, de tanto en tanto, se acomoda y…

… se mueve

(Se agradecería el aporte técnico y teórico en los comentarios de algún lector entendido en la materia)

Leo Silva