martes, 7 de junio de 2011

Adiós Muchachos. El tango yeta


Fotografía tomada del Blog: Gardel en sus Monumentos

.- “…Nooooooo!!!!!! Ni lo nombre!!!!! Que no ve que es yeta!!!???? Trae mala suerte, yo no lo creía pero es verdad…”

La actitud de espanto de Manuel Fuentealba, cantante de tangos del Bar Cinzano, corrobora este mito tan temido por los tangueros de Valparaíso. Yo ya me había encontrado con esta reacción temerosa desde que comencé a visitar los bares tradicionales de la bohemia de Valparaíso. Los tangueros siempre dejan un espacio para que el público solicite algún tango que deseen escuchar. Así comienzan a sonar “Garufa”, “Mano a Mano”, etc. Pero si alguien desinformado solicita el tango “Adiós Muchachos” inmediatamente recibe por respuesta un gesto de susto y reprobación. Después el músico de rigor se acercará y le explicará el porqué de este mito.

Según se dice, la tradición de “yeta” de este tango en particular viene desde Argentina. Adiós Muchachos habría sido el último tango cantado por Carlos Gardel (ícono máximo del género) en Medellín, antes de abordar el fatídico vuelo en donde moriría. Desde entonces esta composición sería considerada portadora de “mala suerte”. Además, el tango recuerda al gran Gardel y para todos los tangueros del mundo, Gardel no ha muerto.

Desde que me enteré de este mito, me pareció tremendamente interesante que la cultura callejera, arrabalera y portuaria de Valparaíso se hermanara con la de Bs. Aires. El tango es argentino y bonaerense. Se crio de “pibe” en la gran urbe y se iba de “milonga” a los tugurios portuarios de “La Boca”. Desde ahí se embarcó de polizón en los veleros que harían la travesía del Cabo de Hornos para desembarcar finalmente en este puerto y sentirse como en casa. El ambiente enrarecido de los bares de la bohemia de Valparaíso le proporcionó el hábitat ideal y la cultura tanguera se arraigó por la ciudad compartiendo la escena noctámbula junto con el bolero, el vals peruano y la cueca chilenera. Al final, se hablaban en argot y en buenas cuentas, somos todos porteños.

Cuando visité Bs. Aires, muchos de los códigos culturales bonaerenses comenzaron a guiñarme el ojo y hacer profundo contacto con mi ADN identitario. Extrañamente me sentí como en casa y me encaminé callejeramente a encontrar los hitos o a dejar que ellos mismos me salieran al encuentro al doblar alguna esquina.

Recordé la historia del “Tango yeta” y apenas tuve la oportunidad, traté de comprobar si la tradición se conservaba en la cuna del género. El momento vino en un restaurante del Barrio La Boca. El cantante de Tangos estaba inspirado y la parrillada con vino Malbec, deliciosa. De pronto el artista comenzó a preguntar a los clientes del día de dónde venían. Unos japoneses no entendieron lo que se les preguntaba, unos gringos tampoco y llegó mi turno. Envalentonado por el Malbec, le solté con orgullo porteño; “… vengo de un puerto del pacífico que algunos dicen que se parece a La Boca, vengo de Chile, Valparaíso…”

La cara del cantante se iluminó. Valparaíso??? Mirá vos. Y me dijo:

.- En Valparaíso hay un bar donde se canta Tango, El Cinzano se llama. Lo conocés? “Cho” quiero cantarme un tango ahí.

.- Por supuesto que lo conozco, es uno de mis bares favoritos, le dije, tremendamente orgulloso.

Acto seguido el cantante me dedicó el tango de los bohemios “Garufa

Me sorprendió este corto diálogo. Yo estaba en la cuna misma del tango, a dos cuadras de “Caminito” y justo en ese lugar me vienen a hablar del “Cinzano” y no sería la única vez que Valparaíso me saldría a dar la mano en Bs. Aires. Estaba en el lugar indicado y me dispuse a averiguar sobre el mito.

.- Che, Marcelo (así se llamaba el cantante) Qué hay del mito del tango “Adiós Muchachos” que traería mala suerte a quien lo cante y no se le puede solicitar a los cantantes de tango. Es igual acá???

Me desilusionó su respuesta. No tenía idea del mito.

Tiempo después me encontré con la película “Assassination Tango” de Robert Duvall, una especie de doble plano de guión argumental con visos documentales. El protagonista, en busca de quien tiene que asesinar (ficción), se adentra en el mundo tanguero tradicional de bajo fondo (documental). Allí recibe aleccionamiento de danza y código y… Se le comenta la mala fama del tango “Adiós Muchachos”, de la mala suerte que traería a quien lo cantara o bailara.

Al fin apareció la mitología buscada. Con seguridad se había quedado enredada en la más antigua y profunda tradición siendo olvidada por los nuevos exponentes. Sin embargo, en Valparaíso, la tradición se mantiene absolutamente viva, convirtiéndose los músicos y exponentes del puerto en un sustrato de cultura tanguera.


Estoy al fondo del Bar Restaurant Cinzano de Valparaíso. Allí en un pequeño espacio antes de los baños los músicos del Bar: Peter, Myriam, Pollito, el español y Manuel Fuentealba se reúnen mientras esperan su turno para salir al escenario. En ese íntimo espacio suelo ser recibido para beber una copa de vino y compartir un ratito de conversación. Aprovechando la intimidad es cuando le pregunto a Don Manuel Fuentealba; Don Manuel. Y el tango Adiós Muchachos????

.- “… si yo no lo creía de verdad, pero por ahí por los años cuarenta veníamos de unas presentaciones con unos músicos argentinos y otros chilenos desde Quillota en un auto cuando algunos comenzaron a cantar la canción. Los argentinos se incomodaron.

.- Pará loco que ese tango es yeta. Mejor cortála.

Lo chilenos se rieron y siguieron cuando de pronto se largó a llover torrencialmente, el auto se ahogó y nos demoramos como 4 horas en llegar a nuestra próxima presentación.

.- Mirá si te cantas de nuevo la cancioncita, decían los argentinos.

.- Si ese tango es yeta, yo se lo digo!!!!!

Me termino la copa y me despido afectuosamente de los músicos, en especial de Don Manuel.

Me voy a la calle tranquilo, con un cigarrillo en la boca.

Al final, yo no he pedido el tango famoso y don Manuel no tendrá que cantarlo esta noche.

Solo que en la salida y como un gesto reflejo, doy tres golpecitos en la puerta de madera del bar.

Uno nunca sabe.

Leo Silva