¿Por qué me interesa tanto la Feria de la Av. Argentina?
Cuando comencé con mis circuitos turísticos solía pasar por el lado de la feria, sentado en la comodidad de un trolleybus que nos servía de enlace entre los ascensores Barón y Lecheros y el Polanco. Era muy bueno y, aunque el trayecto era cortísimo, me hacía sentir muy bien pues ayudaba con bastantes pasajes a la delicada situación de los trolleybuses porteños.
Todas las veces que hicimos eso, algún pasajero me pedía que nos bajáramos y recorriéramos la feria, (tengo muchos grupos en día miércoles). La verdad, caí en el juego de la paranoia (léase mi anterior post) y rechazaba la idea por considerarla peligrosa para la integridad de mis pasajeros.
Un día me decidí a romper la cápsula del terror y con un grupo de 15 pasajeros europeos entramos en la feria. El resultado de la experiencia no podría haber sido mejor y desde ese día es un imperdible en los circuitos que hago para esa compañía.
Para los extranjeros, en especial los europeos, en la medida que se van sumergiendo en Latinoamérica, sus mercados y ferias, se van convirtiendo en más y más exóticos y más interesantes y dignos de visitar. Y la feria de la Av. Argentina no se escapa a esta percepción europea, foránea o gringa, como quieran llamarlo.

El beneficio va por el lado de la validación del lugar cómo el lugar es. Digamos que la ciudad aún posee una baja autoestima. Para la gente común, esto del Valparaíso mágico y de poesía es algo que no alcanza a apreciar desde su cotidiano. Se dice que lo tiene incorporado, pero no es así.
Para que Valparaíso se vaya levantando, la propia gente necesita saber que vive en un lugar especial y que hace cosas que son especiales para otras culturas. Debe sentirse querida y respetada en su propia realidad, en su propia actividad y en su propio lugar. Debe sentirse validada en su propia autenticidad e identidad.
Muchas veces vemos que se planifican lugares, edificios, actividades, pensando en los turistas. Sin embargo, lo que los turistas quieren es ver la ciudad como la ciudad es. Su propia identidad, sus lugares más típicos y no están hablando de un lugar con artesanía. Ellos, los pasajeros foráneos, perciben inmediatamente cuando algo de lo que se les muestra es preparado, plástico, una escenografía.
Los lugares están ahí y los atractivos son muy simples pero no por eso menores.
Es necesario quererlos y, en este caso, también significa querernos nosotros. No querer transformar a Valparaíso o sus lugares auténticamente tradicionales en otra cosa que no somos. No estoy diciendo que no se mejoren algunos lugares, que no se potencien, que no se desarrollen. Pero una cosa muy distinta es querer que todo sea Cancún o Salvador de Bahía.
Es muy simple. No seríamos nosotros, sería otro Valparaíso, otra cosa y nuestra identidad continuaría siendo dejada a un costado, escondida, casi con vergüenza de tenerla.
Yo prefiero mi lugar, mi feria de la Av. Argentina y por sobre todo…
… mi gente.
Leo Silva
Cuando comencé con mis circuitos turísticos solía pasar por el lado de la feria, sentado en la comodidad de un trolleybus que nos servía de enlace entre los ascensores Barón y Lecheros y el Polanco. Era muy bueno y, aunque el trayecto era cortísimo, me hacía sentir muy bien pues ayudaba con bastantes pasajes a la delicada situación de los trolleybuses porteños.
Todas las veces que hicimos eso, algún pasajero me pedía que nos bajáramos y recorriéramos la feria, (tengo muchos grupos en día miércoles). La verdad, caí en el juego de la paranoia (léase mi anterior post) y rechazaba la idea por considerarla peligrosa para la integridad de mis pasajeros.
Un día me decidí a romper la cápsula del terror y con un grupo de 15 pasajeros europeos entramos en la feria. El resultado de la experiencia no podría haber sido mejor y desde ese día es un imperdible en los circuitos que hago para esa compañía.
Para los extranjeros, en especial los europeos, en la medida que se van sumergiendo en Latinoamérica, sus mercados y ferias, se van convirtiendo en más y más exóticos y más interesantes y dignos de visitar. Y la feria de la Av. Argentina no se escapa a esta percepción europea, foránea o gringa, como quieran llamarlo.
Las frutas, los colores, los olores, las verduras y sus valores. Cómo tan barato!!!! Y tan fresco!!!!!
Al comienzo los feriantes locales miraban extrañados a este guía loco y sus gringos caminando por la feria. Con el tiempo se han ido habituando a esta pasada, que no deja mucho dinero pero resulta refrescante. La talla chilena: Llegó la familia Miranda!!!, porque miran y no compran nada. Llegaron los gringos!!!, mijita, no se quiere llevar a este chileno!!!??, Llegaron mis primos que me vienen a ver desde afuera!!!
Se produce un choque cultural amigable y de tan solo unos minutos. En especial cuando es temporada de pepinos y de chirimoyas. Siempre compran algunas de esas frutas y se les ofrece un cuchillo para que las pelen; se las comen en el mismo lugar. Se produce el contacto, l
a gente saluda y habla con ellos, se vive la experiencia de estar piel con piel con la gente local. La musicalidad especial de los feriantes gritando sus productos, la forma en que lucen, las señoras ofreciendo la mejor lechuga, las enormes papas y los zapallos se transforman en estrellas de las fotografías por su gran tamaño.
¿¿Y la comentada delincuencia??
Nada de nada. Solo una vez hemos tenido que tomar reservas cuando dos sospechosos se metieron dentro del grupo que caminaba. Y no fue en la feria sino que mucho antes, en el sector de La Universidad Católica. Lo curioso del hecho es que fue la misma gente del lugar que dio aviso. Una camioneta se paró al lado del grupo, una persona que jamás había visto: Flaco, cuidado que tenís dos lanzas en el grupo. Fue solo ese hecho para que tomáramos cuidado y desviáramos el camino. Después, y llegando a la feria, se me acercó carabineros y me comentó que habían detenido a dos tipos que estaban siguiendo al grupo y pidió que tuviésemos cuidado con nuestras cosas. ¿Quién les aviso a ellos? La propia gente.
Solo este caso en muchas pasadas, de años por la Feria.
¿La impresión del grupo ante este hecho? La mejor. Sorprendidos por la solidaridad ciudadana, te hacen el inmediato comentario que en sus países a nadie le importa, que es absolutamente normal y que si se compara con ciudad de México esto es un remanso de paz. No Problem Man!!
Es cierto que la visita al lugar con mis gringos no deja una gran entrada monetaria para los feriantes que desean llenar sus arcas y hacer un gran negocio. Eso no pasará todavía porque solo vienen en tránsito y tienen un largo viaje por delante. Sin lugar a dudas el beneficio no va por ahí.
Se produce un choque cultural amigable y de tan solo unos minutos. En especial cuando es temporada de pepinos y de chirimoyas. Siempre compran algunas de esas frutas y se les ofrece un cuchillo para que las pelen; se las comen en el mismo lugar. Se produce el contacto, l
¿¿Y la comentada delincuencia??
Nada de nada. Solo una vez hemos tenido que tomar reservas cuando dos sospechosos se metieron dentro del grupo que caminaba. Y no fue en la feria sino que mucho antes, en el sector de La Universidad Católica. Lo curioso del hecho es que fue la misma gente del lugar que dio aviso. Una camioneta se paró al lado del grupo, una persona que jamás había visto: Flaco, cuidado que tenís dos lanzas en el grupo. Fue solo ese hecho para que tomáramos cuidado y desviáramos el camino. Después, y llegando a la feria, se me acercó carabineros y me comentó que habían detenido a dos tipos que estaban siguiendo al grupo y pidió que tuviésemos cuidado con nuestras cosas. ¿Quién les aviso a ellos? La propia gente.
Solo este caso en muchas pasadas, de años por la Feria.
¿La impresión del grupo ante este hecho? La mejor. Sorprendidos por la solidaridad ciudadana, te hacen el inmediato comentario que en sus países a nadie le importa, que es absolutamente normal y que si se compara con ciudad de México esto es un remanso de paz. No Problem Man!!
Es cierto que la visita al lugar con mis gringos no deja una gran entrada monetaria para los feriantes que desean llenar sus arcas y hacer un gran negocio. Eso no pasará todavía porque solo vienen en tránsito y tienen un largo viaje por delante. Sin lugar a dudas el beneficio no va por ahí.
El beneficio va por el lado de la validación del lugar cómo el lugar es. Digamos que la ciudad aún posee una baja autoestima. Para la gente común, esto del Valparaíso mágico y de poesía es algo que no alcanza a apreciar desde su cotidiano. Se dice que lo tiene incorporado, pero no es así.
Para que Valparaíso se vaya levantando, la propia gente necesita saber que vive en un lugar especial y que hace cosas que son especiales para otras culturas. Debe sentirse querida y respetada en su propia realidad, en su propia actividad y en su propio lugar. Debe sentirse validada en su propia autenticidad e identidad.
Muchas veces vemos que se planifican lugares, edificios, actividades, pensando en los turistas. Sin embargo, lo que los turistas quieren es ver la ciudad como la ciudad es. Su propia identidad, sus lugares más típicos y no están hablando de un lugar con artesanía. Ellos, los pasajeros foráneos, perciben inmediatamente cuando algo de lo que se les muestra es preparado, plástico, una escenografía.
Los lugares están ahí y los atractivos son muy simples pero no por eso menores.
Es muy simple. No seríamos nosotros, sería otro Valparaíso, otra cosa y nuestra identidad continuaría siendo dejada a un costado, escondida, casi con vergüenza de tenerla.
Yo prefiero mi lugar, mi feria de la Av. Argentina y por sobre todo…
… mi gente.
Leo Silva