Desde que nací que mi vida ha estado relacionada con estos eventos sísmicos. De hecho, fui literalmente recibido por uno de ellos. El 28 de marzo de 1965, día domingo, tuvo lugar el gran terremoto de ese año. Yo contaba solo dos días de vida y mi familia me estaba visitando en la maternidad del hospital Enrique Deformes (donde hoy se encuentra el edificio del Congreso Nacional), cuando se dejó caer en forma implacable este sismo. Fue mi hermano con tan solo 14 años el que atinó a sacarme y corrió conmigo en brazos entre pedazos de escombros que le llovían por todas partes. Por supuesto comprenderán que mi hermano sea mi héroe personal.
Junto con este temblor de bienvenida y el último recién pasado ya sumo cinco; 1971, 1973 (temblor cuasi terremoto), 1985 en Mendoza, Argentina. El del mismo año en marzo, aquél famoso de tres minutos de duración me lo perdí porque no estaba en el país. Ahora que lo pienso, cinco terremotos es un número bastante considerable. Sin embargo, si le preguntamos a la mayoría de los porteños de sobre 35 años, todos te dirán que tienen una cantidad similar de sismos en la piel.
Ser chileno y haber sufrido una de estas experiencias sísmicas es una condición sine qua non, sobre todo si se es porteño, porque hemos sufrido grandes y famosos terremotos. Lo curioso de esto es que todavía no hay una adecuada información y una buena educación al respecto, los porteños somos muy ignorantes y aún no entendemos cómo se mueve nuestro anfiteatro de cerros y plan.
Con mi propio historial sísmico es obvio que me sintiera particularmente atraído por el tema. Un tanto por entretención y mayormente porque necesitaba mucha información para entender este tipo de eventos y para superar el miedo que me producían de niño. No recuerdo el de mi nacimiento en forma conciente, pero de seguro que mis nervios registraron el hecho semi traumáticamente haciendo que al menor temblorcito me pusiera pálido.
No hay vuelta que darle. Nos tocó la mala suerte de vivir en un país costero que tiene justo frente a sí la juntura de dos placas intercontinentales: Nazca y continental. Nazca empuja en dirección de continental metiéndose a punta de sismos por debajo de ésta. Empuja y se mete y hace que la otra se retuerza en un choque entre colosos, en una lucha de todos los días de todas las horas de cada minuto y la presión se va juntando y juntando hasta que un día un trozo cede y nosotros quedamos con el corazón en la mano, la seguridad estremecida y la incertidumbre sentada en el living de nuestra casa alumbrándonos con linterna la grietas de las paredes, tanto de la casa como de nuestro propio temple y seguridad. Eso si contamos con la suerte de quedar con la casa en pie. Cualquier explicación técnica o científica cae ante la simpleza de cuando tu abuelo te explicaba el evento sísmico: La tierra se acomoda, mijito, por eso se mueve.
Ok. Tatita. Entonces ya que se acomoda y por ende se mueve (ahí esta el problema, justamente que se mueve) tratemos de entender cómo lo hace en Valparaíso para sumar información, para pasarnos el dato y la experiencia y para comenzar a comprender. Creo que pasarse la información puede ayudar a que cada uno comprenda mejor el lugar en que vive y tenga claro que más temprano que tarde se le moverá el suelo, pero se le moverá distinto dependiendo de donde viva en la ciudad.
No es lo mismo vivir en cerro que vivir en el plan, y en materia de temblores esto constituye ley. Los cerros son en su mayoría roca dura, su movimiento es seco y duro mayormente de movimiento vertical más que horizontal. Gran parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad se encuentra justamente en los cerros. La iglesia Anglicana Saint Paul data de 1858, lo que significa que ha resistido incluso el famoso terremoto de 1906, recordado por la crónica como un “dos en uno”, solo el segundo de ellos duró caso dos minutos. Obviamente que se deben considerar las laderas, que en algunos casos de deslizan. Sin embargo, para una ciudad que está colgando esto no sucede con tanta frecuencia como podríamos esperar. Basta con mirar la cantidad de palafitos delgaditos que desafían el vértigo y la historia sísmica de la ciudad, para darse cuenta que muchos de ellos han resistido de manera increíble, como mínimo su buen par de terremotos. No significa que haya que fiarse, sólo significa que en materia de sismos los cerros son bastante más seguros que la parte baja de la ciudad.
El plan o centro es el problema. Aunque únicamente el 10% de los habitantes de la ciudad viven en la parte baja, tenemos toda la actividad comercial concentrada en ese punto, y una importante herencia patrimonial. Desde ya, el nombre con que los habitantes conocen su centro “El Plan” está íntimamente relacionado con nuestra cultura sísmica. Muchos piensan que se denomina al centro de esa forma porque es la parte plana, pero la verdad es que se debe al “Plan de Reconstrucción de Valparaíso”, ordenado por el Presidente Pedro Montt después del terremoto de 1906. Considerando a Valparaíso un lugar importantísimo y por la destrucción del barrio más caro de la ciudad, conocido como el barrio del Almendral, se ordenó este plan y los locales lo adoptaron como nombre para la también parte plana de la ciudad.
Terreno arenoso, de relleno, en gran parte ganado al mar no es el mejor lugar para que los edificios soporten un movimiento sísmico. Técnicamente el fenómeno que ocurre en el suelo se conoce como licuefacción. Esto significa que en un movimiento sísmico todo este relleno arenoso se agita convirtiéndose en algo tan poco consistente como el agua. Tome una bandeja, llénela de arena y agítela. Verá cómo la arena salta y se mueve sin ninguna consistencia. Una vez pasado el temblor, el terreno se reacomoda logrando una nueva consistencia. Esto quiere decir que mientras tiembla, en el plan, debajo de nuestros edificios y avenidas tenemos algo vibrando acuosamente que hace sufrir a nuestras construcciones. El movimiento que se percibe mayormente en el centro de la ciudad es de tipo horizontal y ondulatorio.
Junto con este temblor de bienvenida y el último recién pasado ya sumo cinco; 1971, 1973 (temblor cuasi terremoto), 1985 en Mendoza, Argentina. El del mismo año en marzo, aquél famoso de tres minutos de duración me lo perdí porque no estaba en el país. Ahora que lo pienso, cinco terremotos es un número bastante considerable. Sin embargo, si le preguntamos a la mayoría de los porteños de sobre 35 años, todos te dirán que tienen una cantidad similar de sismos en la piel.
Ser chileno y haber sufrido una de estas experiencias sísmicas es una condición sine qua non, sobre todo si se es porteño, porque hemos sufrido grandes y famosos terremotos. Lo curioso de esto es que todavía no hay una adecuada información y una buena educación al respecto, los porteños somos muy ignorantes y aún no entendemos cómo se mueve nuestro anfiteatro de cerros y plan.
Con mi propio historial sísmico es obvio que me sintiera particularmente atraído por el tema. Un tanto por entretención y mayormente porque necesitaba mucha información para entender este tipo de eventos y para superar el miedo que me producían de niño. No recuerdo el de mi nacimiento en forma conciente, pero de seguro que mis nervios registraron el hecho semi traumáticamente haciendo que al menor temblorcito me pusiera pálido.
No hay vuelta que darle. Nos tocó la mala suerte de vivir en un país costero que tiene justo frente a sí la juntura de dos placas intercontinentales: Nazca y continental. Nazca empuja en dirección de continental metiéndose a punta de sismos por debajo de ésta. Empuja y se mete y hace que la otra se retuerza en un choque entre colosos, en una lucha de todos los días de todas las horas de cada minuto y la presión se va juntando y juntando hasta que un día un trozo cede y nosotros quedamos con el corazón en la mano, la seguridad estremecida y la incertidumbre sentada en el living de nuestra casa alumbrándonos con linterna la grietas de las paredes, tanto de la casa como de nuestro propio temple y seguridad. Eso si contamos con la suerte de quedar con la casa en pie. Cualquier explicación técnica o científica cae ante la simpleza de cuando tu abuelo te explicaba el evento sísmico: La tierra se acomoda, mijito, por eso se mueve.
Ok. Tatita. Entonces ya que se acomoda y por ende se mueve (ahí esta el problema, justamente que se mueve) tratemos de entender cómo lo hace en Valparaíso para sumar información, para pasarnos el dato y la experiencia y para comenzar a comprender. Creo que pasarse la información puede ayudar a que cada uno comprenda mejor el lugar en que vive y tenga claro que más temprano que tarde se le moverá el suelo, pero se le moverá distinto dependiendo de donde viva en la ciudad.
No es lo mismo vivir en cerro que vivir en el plan, y en materia de temblores esto constituye ley. Los cerros son en su mayoría roca dura, su movimiento es seco y duro mayormente de movimiento vertical más que horizontal. Gran parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad se encuentra justamente en los cerros. La iglesia Anglicana Saint Paul data de 1858, lo que significa que ha resistido incluso el famoso terremoto de 1906, recordado por la crónica como un “dos en uno”, solo el segundo de ellos duró caso dos minutos. Obviamente que se deben considerar las laderas, que en algunos casos de deslizan. Sin embargo, para una ciudad que está colgando esto no sucede con tanta frecuencia como podríamos esperar. Basta con mirar la cantidad de palafitos delgaditos que desafían el vértigo y la historia sísmica de la ciudad, para darse cuenta que muchos de ellos han resistido de manera increíble, como mínimo su buen par de terremotos. No significa que haya que fiarse, sólo significa que en materia de sismos los cerros son bastante más seguros que la parte baja de la ciudad.
El plan o centro es el problema. Aunque únicamente el 10% de los habitantes de la ciudad viven en la parte baja, tenemos toda la actividad comercial concentrada en ese punto, y una importante herencia patrimonial. Desde ya, el nombre con que los habitantes conocen su centro “El Plan” está íntimamente relacionado con nuestra cultura sísmica. Muchos piensan que se denomina al centro de esa forma porque es la parte plana, pero la verdad es que se debe al “Plan de Reconstrucción de Valparaíso”, ordenado por el Presidente Pedro Montt después del terremoto de 1906. Considerando a Valparaíso un lugar importantísimo y por la destrucción del barrio más caro de la ciudad, conocido como el barrio del Almendral, se ordenó este plan y los locales lo adoptaron como nombre para la también parte plana de la ciudad.
Terreno arenoso, de relleno, en gran parte ganado al mar no es el mejor lugar para que los edificios soporten un movimiento sísmico. Técnicamente el fenómeno que ocurre en el suelo se conoce como licuefacción. Esto significa que en un movimiento sísmico todo este relleno arenoso se agita convirtiéndose en algo tan poco consistente como el agua. Tome una bandeja, llénela de arena y agítela. Verá cómo la arena salta y se mueve sin ninguna consistencia. Una vez pasado el temblor, el terreno se reacomoda logrando una nueva consistencia. Esto quiere decir que mientras tiembla, en el plan, debajo de nuestros edificios y avenidas tenemos algo vibrando acuosamente que hace sufrir a nuestras construcciones. El movimiento que se percibe mayormente en el centro de la ciudad es de tipo horizontal y ondulatorio.
Ejemplo de fenómeno de licuefacción (Material: Arena)
Me acuerdo muy bien el interesante documental de National Geographic sobre los terremotos en la costa chilena. Recuerdo que en la época causó un gran revuelo por la simulación de un gran terremoto en la ciudad. El alcalde de la época incluso acusó con demandar a la importante y famosa cadena, sin tomar en cuenta la importante información que ahí se entregaba. Hubiese servido para tema de debate y de educación social, pues lo que ahí se expresaba ayuda a comprender muy bien cuál es el constante peligro real de sismos en la zona.
Ya es tiempo se que vuelva a dar una mirada a la educación. No en materia de simulacros, sino que de un plan total. Si vivimos en un lugar sísmico, deberíamos ser casi expertos en el tema. Todos nosotros. Recibir información de buena calidad desde nuestra primera infancia. Teórica, técnica y práctica. De una manera sencilla facilitada por el hecho de que siempre estamos sufriendo sino de terremotos de constantes temblores. Es una materia casi cotidiana y manejarla nos ayudaría grandemente a superar el terror y el pánico y a evitar desastres mayores provocados por la mitología que existe al respecto.
En materia de sismos estar preparados y siempre listos debería ser nuestra principal consigna. Ya que vivimos aquí y nos encanta vivir acá debemos entender nuestro propio suelo que, de tanto en tanto, se acomoda y…
… se mueve
(Se agradecería el aporte técnico y teórico en los comentarios de algún lector entendido en la materia)
Leo Silva
En materia de sismos estar preparados y siempre listos debería ser nuestra principal consigna. Ya que vivimos aquí y nos encanta vivir acá debemos entender nuestro propio suelo que, de tanto en tanto, se acomoda y…
… se mueve
(Se agradecería el aporte técnico y teórico en los comentarios de algún lector entendido en la materia)
Leo Silva
Hola Leo:
ResponderEliminarme gusta la idea de que cada uno conozca la tierra en la que vive y la respete, de esa forma teniendo conocimiento de su comportamiento podrá hacer frente a estos acontecimientos que no son más que una manera de manifestarse de la tierra de lo que no quiere que le hagan. La tierra habla, nosotros no sabemos escuchar. Tomar conciencia de eso hará bien, aplausos por tu iniciativa.
Besos a los tres.
Stella
Hola,
ResponderEliminarPor suerte vivo en una tierra que no se mueve. Yo casi entro en pánico cdo me ha tocado en Chile algun temblorcito. Bueno los pisos altos de los edificios de Sao Paulo se mueven a veces, pq sienten la frequencia de los temblores al otro lado del continente. Pero, seguro que no es nada ni parecido a lo que toca vivir en Chile.
Parece que tenemos que acostumbrarnos a vivir con los terremotos, sea de la tierra o los personales que tb ocurren... y aprender a levantarnos, a recuperarnos y seguir adelante. Fuerza, con cariño, desde SP,
Verónica
Oi, sou brasileira e moro na região nordeste do Brasil, aqui temos acompanhado as noticias pela televisão e internet, é difícil imaginar a real proporção do que seja um abalo sísmico. Achei bem interessante o artigo, ainda mais sendo de um chileno que vive essa realidade desde seu nascimento. Gostaria de ver mais comentários de especialistas.
ResponderEliminarParabéns por retratar tão bem um assunto que mexe com todos.
Liara Paiva de Salvador- BA
Estimado Leo:
ResponderEliminarDile a tu clientela (y este dato también vá para los amigos que están leyendo esto) que aprovechen de fotografiar la torre del Servicio de Aduanas, quedó muy dañada y según dicen deberán demolerla, eso significa que la puerta hacia Valparaíso desde el muelle Prat solamente quedará con la torre de la estación de trenes,¡qué pena!.
Un abrazo,
Alfonso.
Hola Hermano,
ResponderEliminarDe verdad es que el dia en que salí contigo del Hospital Deformes (que deberia continuar a ser Hospital, pero ese es otro tema), me dejó marcas profundas, entendí ese dia que en realidad tu me enseñaste a no desistir, a no entrar en pánico, comprendí que la mejor manera de no entrar en pánico era ocuparse con algo, ser proactivo, para mi, salvar a mi hermano ese dia, me proporcionó la oportunidad de superar el pánico, recordemos que el Hospital Deformes era una antigua construcción de adobes, es decir barro y maderas y que la Maternidad era una torre de enormes 3 pisos y que cada piso tenia alrededor de 3 metros de altura ademas que la planta baja tenia como 4 metros de altura, lo que quiero decir con esto es que eso se movía mucho mas que otra construcción y yo lo sentí mucho mas fuerte que el del 71, aunque ese fuera mas violento que el terremoto de 1965.
Esta lección, aprendida a punta de pedazos de reboque cayendo sobre mis espaldas mientras intentaba llegar a la calle, sumada a las experiencias posteriores y al recibir desde lejos, hoy vivo en São Paulo, las informaciones sobre este último terremoto cuando Uds. aun no tenian idea del tamaño de la catastrofe como reflejo de la caída de las comunicaciones chilenas, me ha llevado de vuelta al ser humano.
El terremoto nunca será previsible, nunca sabremos cuantos grados Richter tendrá, ni cual será su duración, nunca sabremos cual será el tipo de onda que generará, ni sabremos como se comportará el edificio o casa en que nos encuentre ese ábalo, pero de una cosa si podemos tener certeza y eso es de nuestra forma de reaccionar y de comportarnos. Ahi está tal vez la mejor lección, si conservamos la calma y tomamos actitudes proactivas en relación a nuestra seguridad que incluyen un conocimiento mas profundo de la construcción en que vivimos, de nuestro entorno, de las instalaciones eléctricas, de la forma de apagar el fuego de la cocina o de la estufa, de los alimentos no perecibles, de la tan necesaria solidaridad con quienes están heridos o indefensos, de nuestras organizaciones sociales, de los Clubes de Barrio, de la Juntas de Vecinos, de las Asociaciones Juveniles, etc, etc, es decir de aquello que no se substituye con el dinero que en esos casos no vale para nada, ni con el status social, que tampoco vale, ni con la ropa de ultima moda o de la TV de plasma o del último modelo de celular, en fin..
Es necesario que volvamos a la buena y vieja convivencia humana y a los conocimientos que nuestros antepasados nos entregaron y que para ellos era la mejor y única forma de protección, debemos entender que si funcionó para ellos, tambien funcionará para nosotros, en un terremoto, en una inundación, en un accidente automovilistico o en cualquier otra situación, en que como seres humanos, nos encontremos exactamente como en nuestros primordios, nosotros y nuestra mejor arma, la inteligencia.
Desde São Paulo, te abrazo hermano y espero que la próxima vez que salgas a Victoria con alarma de Tsunami, no veas pasar un jurel guiñandote un ojo, el humor tambien ayuda.
Orlando E. Silva Arenas
Interesantes los comentarios.
ResponderEliminarSe agradecen los comentarios de todos, en especial de Alfonso que nos pone en alerta sobre la posible demolición de un edificio emblematico de la ciudad.
Los cariños a Brasil y a los comentarios recibidos desde Sao Paulo y Salvador
También es importante notar como llegan los detalles. Hacer cosas o tener que hacer cosas en un evento de este tipo es fundamental. Tener responsabilidades y hacerse cargo de algo ayuda a pasar la experiencia y a afrontarla desde otra perspectiva
Agradecido a todos